viernes, 21 de octubre de 2011

LAS RAZONES 5: Nosotros

Ya pasó lo de la deuda (ya se que todavía debemos, pero sabemos cómo pagamos, cuándo, cuánto y a quién), quedó atrás la parva de pobres comiendo en los colegios, la barbaridad del fin del trabajo y todas esas pelotudeces del primer mundo. Pasó el infierno.

Todavía hay muchos colgados de las ramas, ¿sabés?. Porque no nos hacemos los boludos, todavía el daño sigue comiendo junto a nosotros. ¿Y qué pensabas? No se trata de hacer esa alegoría infantil del vaso medio lleno o medio vacío, ni sacar cálculos de costo-beneficio, ni por supuesto la cosa infame del ganar-ganar. No nos hagamos los giles que estamos grandecitos papi.

Los pibes sentados en la vereda con la net (la cristinet, ¿te gusta?) en Jujuy, en La Rioja, y en pueblos perdidos para vos o para mi pero no para los que viven ahí. En pueblos encontrados. Porque en una de esas hasta volvió a pasar un tren, no todos los que deberían pasar, pero algunos que no pasaban.

Los discursos de a diario. Que son inauguraciones, que la Señora te cuenta y te tira cifras. Y los que están en cada lugar y en cada tema, las ven. Ven las cifras transformadas en cosas, en programas, en fábricas, en servicios. No sólo eso de inaugurar una red de agua corriente y que la gente llore agradeciendo. Cristina se puso hasta medio mal, y recordó lo poco que habían sido las generaciones de políticos para que la gente tuviera que agradecer una cloaca o el agua. No te hablo de eso.

Te hablo del plan agroalimentario, del plan industrial, de las exportaciones nuevas porque no se basa todo en la soja…; un modelo de desarrollo con inclusión social. Parece un spot. Yo parezco un spot. ¿Cómo se dice todo esto de otra manera?

Te cuento algo personal. Hace un tiempo y por cosas que a uno le pasan medio que dejé un poco de lado cuestiones que para mi habían sido constitutivas. Qué se yo, la militancia como algo cotidiano. Algo de cansancio, una dosis de retrasada vagancia, y otro poco que por primera vez (y con inconciencia, pero te lo quiero decir) me dije: bueno, vamos a ver un poco de tele, a tomar un vino, a pensar en nada, si gobierna Cristina. Y la puta, la Patria no corre peligro. Por primera vez desde que andaba guitarreando los sábados en las plazas en los setentas, que caminaba con vagos amigos por las vías muertas y dábamos vueltas por Belgrano y por el Centro hasta la madrugada, desde aquella época que no sentía que la Patria no corría peligro. Y quiero tener la libertad de sentir esto (sin culpa).

Y esto es lo que pasa. Se viene otra generación (están acá, algunos son hijos nuestros), entramos en otra época mejor, mucho mejor que la que vivimos.

Quiero hacer la revolución en paz en mi país, el nuestro y (nuestra revolución). Quiero a la Justa, Libre y Soberana más que a una novia. Quiero que mis hermanos (la familia digo) siga con sus vidas como corresponde. Eso de un buen laburo, juntarse, avanzar, progresar, alguno que quiere estudiar algo. Otro que le da vueltas al caracú buscándole un tercer agujero (pensamiento nacional que le dicen).

No quiero discutir más con la derecha. No quiero que me hablen más de las ventajas del egoísmo, de la maravilla de ganarle a alguien. Como decía Hebe hablando de recuperar un barrio (y siempre con Hebe y con todas las Madres), no se trata sólo de enchufarte en una casa mejor, de ponerte agua y cloacas, se trata también de juntar la basura, hacer el jardín, poner cortinas en las ventanas. El Pueblo tiene derecho a la belleza, porque es una necesidad sentirse lindo.

Creo que entre todos nos podemos garantizar cuatro años (y sumamos doce). Y seguir, porque con un ‘55 basta y sobra, ¿no?

Vamos a terminar el Warnes, a poner de pie el Elefante Blanco, vamos por las rutas y los rieles que rompan el abanico de la Ciudad Puerto y nos den muchos puntos de desarrollo. Vamos a que los chicos nos conviertan en historia y nos dejen hablar en la mesa de vez en cuando.

Vamos a brindar como se brinda chocando una copa que suene adentro, de esas que sabemos. Vamos a votarla.

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