martes, 23 de diciembre de 2014

QUE LINDA ES



Te encontrás de todo (como en cualquier parte). Desde la vieja amable te hospeda en su casa, de pocas palabras, pero cuando entra en confianza y cuenta –son muchas historias en las arrugas coquetas- de golpe se pone firme, con los ojos de agua clara perdidos en un horizonte que ella ve (y nosotros no) y está lista para que el Comandante aún ordene (tan viejo como ella, en algún lugar que no sabemos), dura como la isla, suave como la sonrisa que le vuelve, miliciana siempre. 

Hay otro que se queja mientras camina al paso de uno, viendo los barcos que entran y salen custodiados por cañones españoles en la bahía, y se queja porque quiere progresar y no puede y no sabe cómo. Ante la disyuntiva -uno de puro atrevido se la plantea, niega con la cabeza y los brazos que no, que con esto (y se queja otro rato), que dentro de esto, con los de afuera no. Un maestro, gana poco. 

En el campo, ese extraño campo sin vacas gordas, ni tranqueras, ni pampas, un campo de café, tabaco, palmeras reina y mogotes, en ese campo los comités de defensa se multiplican, te miran altivos, te señalan la banderita colgada en su casa, te abren su casa y te muestran que son dueños. Uno dice de la casa, de la tierra, él te dice del país. 

El conductor del taxi (viejo bote de los cincuentas mil veces reciclado), mulato hablador que se esperanza con miami, que se quiere ir y que se va a ir donde los parientes. Los parientes duelen, gusanos o no tanto, familias que no se ven y se extrañan. Hay que entender la vida, aparte de los libros. 

Otros otros, miles de otros con los que no se hablará, sólo unas decenas, cada uno con su opinión. Discuten de beisbol, política y el costo de la vida en el parque central, cerca del Parlamento en refacciones.

La Habana en refacciones. Barrios multicolores del Vedado, y más al fondo, Miramar. Por el malecón derecho se llega a eso que eufemísticamente es la oficina de negocios, pero es la Embajada. No la tapan ya con las banderas, pero como una topadora de jardín le pusieron el espacio del anti imperialismo. Y es un espacio que se llena de gente, aunque de paso en un día cualquiera no haya nadie. Y el sol cae como una tormenta y se mete en el cuerpo.

Es su país. Es para aprender entre que uno ve el Caribe y el Atlántico y enloquece con el agua turquesa. Uno se ve los pies. En Cuba se ve todo. 

¿Cómo será restablecer relaciones con los Estados Unidos? No se. Si se que seguro están contentos, lo querían. Así como quieren profundamente a Cuba. Pasando los días el patriotismo te da envidia, te lo aseguro. 

Solemne anuncio de Raúl. Volvieron los tres, y los cinco están en casa. Uno podría pensar que es propaganda oficial, los afiches, las pintadas prolijas, los cartelones en las carreteras. Pero no, encontrás a los cinco en todos lados, pintados con pulso no tan firme en la columna de una estación de tren, garabateados en una pared medio derrumbada, a mano en las maderitas que hacen de cerca de una casa en medio del campo, en carteles de cartón a los que le pasó más de un aguacero. Y son Gerardo, Ramón, Fernando, Antonio y René, como conocidos de todos. Triunfo. 

¿Qué sigue, cómo sigue?

El presidente color chocolate del imperio dice que la política de aislamiento y de restricción a Cuba ha sido un fracaso. No es poco el reconocimiento. Lo podían haber dicho otros, pero lo dijo este. El imperio está en más de tres guerras a la vez, más de lo que puede. A la larga… América dejadita a solas se ha estado reconstituyendo. Deben sonar como un eco los alcarajo del gran Hugo, molestar el guiño del argentino desgarbado y su rosca latinoamericana, en las propias narices de Bush. Pasó hace tan poco, hace tanto. Pasó. No es que seamos una amenaza, no se compite con los portaaviones, la tecnología bélica extraordinaria. Nuestro asunto es otro y tan mal no nos va. Y como nos faltaba Cuba, fuimos todos a buscarla. Hace tanto, hace tan poco. 

El yanqui de color la invita a la Cumbre de las Américas, a la OEA. ¿Y el bloqueo?

El bloqueo seguirá. Los republicanos saltaron como leche hervida, algunos demócratas también. La pequeña Habana ni hablar. Que no. Hasta que en algún momento alguno (y el presidente demócrata de color lo sabe bien) intente la reconquista para la que el bloqueo sólo molesta, un bahía cochinos de interné y celulares (que se multiplican en las manos de los cubanos). Penetrar con la cultura, con lo que sea, volver el tiempo atrás. No creo, porque esta gente pasó por demasiado, aún los que se hacen los que nacieron ahora. En persona son más locuaces que en las fotos (los íconos).

La penetración capitalista, claro, es el problema. Por ahí salen algunos bienintencionados advirtiéndole a los cubanos de los peligros… no se les puede explicar a ellos qué es ser cubano, qué es defender lo logrado, qué es lo que les conviene. Cuanto menos, no se debe. Ellos sabrán, y lo que pase será parte de su historia como hasta ahora. 

La revolución es dura, vaya  que lo es. Como las farmacias con sus anaqueles y cajitas blancas, sin marcas, sin farmaciti. Desilusiona un poco, no parece una farmacia, faltan las luces y las propagandas. Pero está lo que se busca, está. Así es la isla. 

Cuba es pobre. Pero si uno tuviera que caer en la pobreza sería bueno que te pase en Cuba (como soltó en una síntesis mi compañera). Y Cuba es bella, tremendamente bella. 

Tal vez ahora se invierta más, con eso de que vienen los yanquis, seguro los rusos (que no se fueron del todo) y los chinos (que están llegando) se apuran, invierten. Europeos pálidos que parecen brochetes al solazo. Gringos, hotelesolinclusiv, Varadero, pronto Camaguey. Nosotros.

Es imposible entender todo tan rápido, los idealismos y los libros se te parten en la cabeza. Te cantan. Se sientan en cualquier lado, arrancan con la música y cantan. Alguno te tira el mangazo, otros te conversan por el sólo placer de ejercer el idioma. Un deporte nacional.

El futuro siempre es tan incierto como la historia de esta Patria Grande (la que siempre trata de llegar a ser lo que se había soñado que fuera). Nada podemos decir sobre lo que vendrá, ni allá ni aquí. Sólo seguir sintiendo ese profundo amor por la isla, esa cosa que llena el pecho en medio del calor húmedo y el sol abrumador. 

Y desde lo alto de Casablanca, en una ventana vigila todas las noches la mirada del Che. Calma, atenta, confiada.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

MESAS DE ARENA



Los jefes de ejércitos siempre planearon cuidadosamente sus tácticas y estrategias de guerra. El mapa de situación que recogía el curso del conflicto bélico se solía escenificar en una gran mesa en la que se desplegaban mapas, y también se reproducía a escala el teatro de operaciones. Esas son las mesas de arena. 

Algo similar ocurre con las compulsas electorales (cuando el choque de maquinarias partidarias reemplazó al combate en campo abierto). Hace mucho que al lado de los dirigentes políticos se ubican encuestradores -dueños de consultoras de opinión- que, por lo general son empresarios, aunque pasan por analistas políticos (hay pocas excepciones, pero las hay). En algunos casos -un caso muy porteño- estos individuos son los que mueven con los punteros las tropas y explican alternativas y planes, y los políticos sólo son su público. Para eso les pagan (a ambos).

Alguna gente cree que eso es la política. Eso y la discusión por cargos electivos, además de  los cargos políticos que se derivan de la cosecha de votos. Es decir, la política es marketing y rosca. Siempre hay un boludo que menciona un proyecto, una idea, algo como para poner en un programa, y entre todos lo cagan a trompadas. Se lo merece por impertinente.
La gente también se plantea estas cosas cuando piensa que habla de política. ¿Quién va a ser el candidato? Y cosas como esas. Importante, si. No excluyente, si. Y el politizado viene a ser el que pueda reconocer unos diez nombres de políticos (vivos), más o menos.

Bien. Vamos a hablar de otras mesas de arena, o de lo que hay debajo de la mesa.

Tenemos un gobierno -el nuestro- que lleva adelante un modelo (algo así) que ha necesitado, para poder ser, una ampliación continua de la demanda. Eso es el consumo masivo, el famoso mercadointernismo, la generación y mantención de puestos de trabajo genuinos (tendiendo a que sean en blanco). Es lo que abrió el pasaporte a la “clase media” (que se duplicó en estos años y se consolidó en aquellos sectores que ya eran, pero habían quedado  agarrados de dos cerdas del pincel). 

Al mismo tiempo, el gobierno necesita controlar la oferta (el otro polo de todo mercado) justamente para que se pueda satisfacer la demanda generada. Y decir algo así, implica también el hecho de haber creado oferta desde el Estado, allí donde los privados no iban ni querían ir. El Estado, dirigido y administrado por nuestro gobierno, hizo de socio capitalista porque si no la burguesía se nos subía al techo y se llevaba la manteca  con la lengua. Paradojas de países con la tara neocolonial que sufrieron una industrialización tardía, pero efectiva (parte de la realidad efectiva, que debemos a Perón). 

En lugar de políticas que enfriaran la economía y restrinjieran el consumo, se implementaron  medidas de control a la cadena de precios, a las posiciones dispares de mercado y reglas que traten de permitir la competencia (quien lo diría, pero puede ser un remedio eficaz ante tanto pirata). Se hizo con cierta consecuencia (y cierta inconsecuencia), a veces fueron intentos como para poner en caja al Capital, pero algo se hizo. Y un comentario al margen: no se escapa a la observación que las minidevaluaciones y la más abrupta de enero pasado contuvieron el consumo, sumadas a otros problemas más relacionados con problemas estructurales de la economía dependiente de nuestro país. Pero la tendencia ha sido a la expansión y no a la contracción, a la producción más que a la especulación monetaria (como era costumbre y como la gente está acostumbrada). 

Es decir, un gobierno como el nuestro genera procesos que dependen de variables que no controla. ¿Qué por qué? Porque el Estado del neoliberalismo se reduce -se especializa- en garantizar super ganancias en las altas cumbres del capitalismo financierizado. Controlar es de pelotudos, viene a ser. 

El gobierno (aún el nuestro, tan fuerte, soberbio y dictatorial) no decide en la formación de la cadena de valor de la producción ni en la elaboración del insumo básico de la economía de la Argentina pícara, es decir, no fabrica dólares. 

Aparte tiene otro problema -que a los sujetos de la City les chupa un huevo- y es que al crecer como se ha crecido en este período (por obra y magia de conscientes políticas aplicadas) es preciso consumir mucha más energía. Y resulta que la Argentina había dejado de producir energía, si total la podía comprar y endeudarse para comprarla. El déficit energético es lo que debería preocupar sanamente a nuestros sanguangos compatriotas mediáticamente pelotudizados. Debe ponerse más atención y valoración a movidas como la recuperación de YPF (aún como sociedad mixta), por ejemplo. No basta con hacerse el boludo como el jefe de gobierno porteño ahora y cuando había que hacer algo así como una patriada haber resuelto votar en contra, sin más.   

En el fondo nos proponen, como “fin de ciclo”, legitimar con el voto popular a un elenco que quiera/proponga/anhele/suspire por endeudarse. Pero no estas deudas de mierda para hacer cosas (como las que ha contraído nuestro gobierno), estamos hablando del endeudamiento para endeudarse, del financiero, el de verdad. Honrar una historia de argentina con minúscula. Algunos, hasta lo dicen.  

La verdad es que alguien tenía que empezar a marcarles la cancha a los titulares del poder real. Este gobierno con sus más y sus menos lo hizo, lo hace, y ese es tal vez uno de sus mejores legados. Ocurre que para semejante tarea (sumamente ingrata y que genera ingratos) es necesario contar un  impresionante poder político. Oponerse al deseo privado de las corporaciones requiere de un enorme poder político, que tiene correlato económico (que algunos empresarios vean que es de su interés también apoyarte), se relaciona directamente con el consenso y el apoyo concreto de los fulanos ciudadanos (y cuando esto ocurre se transforman en pueblo). 

Digamos la verdad… las opciones electorales que hoy por hoy aparecen con imaginarias posibilidades en las encuestas, remiten a un conservadurismo inquietante, aún desde nuestras filas. 

¿Alguien tiene alguna duda de que, de no ocurrir algún imponderable, le estamos buscando un vice a Scioli? Ojalá nos convenza si tiene que ser él (uno no podría negarle legitimidad a sus aspiraciones, como tampoco enrostrarle traiciones). En el mejor de los casos, lo que venga (si se confirman los presagios) no será como lo vivido hasta ahora. En el peronismo el presidente (de ser peronista) suele ser el conductor y jefe, no para aplicar un verticalismo absoluto pero digamos que tiene un enorme margen de acción e iniciativa para todo el movimiento. Así fue siempre, pretender que va a ocurrir otra cosa es no entender cómo es el peronismo (y esto es peronismo). De allí las preocupaciones.  

También puede ocurrir que de acá a la hora de las definiciones aparezcan perfilados otros, no se (parece difícil, pero nada es imposible hasta que caemos en la cuenta de que no ocurrió). No vale echarle la responsabilidad a la Señora (el que Ella diga) no seamos pelotudos, somos nosotros los que decidiremos a la final si hay que bailar no con la más agraciada por el hecho de que hay que seguir en el baile hasta que se vaya el último, o si nos vamos a casa antes de las doce (en lo personal, no acuerdo con una postura como esta última, amo más a mi país que a mis principios). 

Estamos hablando más allá de la oposición, como de entrecasa (ya se agregarán variables que compliquen el análisis). Por eso sale lo de los candidatos propios. Cualquiera que diga ser el continuador de este modelo deberá atenerse a estos condicionantes de hierro. Acepta los riesgos y le mete para adelante o termina como otra frustración de las acostumbradas o peor, porque estos tres períodos kirchneristas marcan algo. Se llame como se llame. 

Se pudo hacer flamear la bandera otra vez, se trata ahora de que no sea sobre las ruinas.

domingo, 9 de noviembre de 2014

CASI 200 GRAMOS



Kirner. Kirtner. Kirch-ner (con un afectado esfuerzo sílaba por sílaba). Kisner o Kísne…(la ere final aspirada, deglutida inadvertidamente). Difícil de pronunciar, difícil de aprender. Fue el primer problema, desconfianzas aparte sobre el futuro, tan jalonadas por la experiencia que bueno… Para nosotros, fue el único problema. 

Quién hubiera podido pensar que se iba a llevar puestas todas las banderas; las de todos, aunque de diferentes maneras. 

Los estandartes orgullosos –todavía victoriosos- del llamado “neoliberalismo”, no otra cosa que un viejo Liberalismo de ahora, restaurado, desmadrado, desideologizado o bien ideologizado (enmascarado), potente, peligroso, sabedor de los hechizos que habían penetrado como nunca el alma de buena parte del pueblo. Demonio masacrador, Belcebú deformador con sus legiones (porque el lema del capitalismo es “somos legión”) haciendo ondear bien alto las banderolas del mercado sin regulación, del estado sin Estado, de la iniciativa privada libre y liberada, suelta como un animal hambriento. Sus (can)Cerveros infundiendo el temor en los pobres de espíritu (esos que tienen poco y creen que pueden perder mucho), temor a la política, temor a lo público, temor a que los roben (mientras los roban), temor al miedo, terror a que alguien hable en voz alta. Las santas banderas del sentido común orientado por la generación del ochenta, la democracia republicana –sin andar aclarando cuál iba a ser la calificación esta vez del voto-, los antiguos cómplices de la gran matanza de la que mejor no hablar. Lo “cívico” que había dejado bajo el foco del escarnio a lo “militar”…

El se paró sobre esas banderolas sin tirarlas a la basura, porque tenía que usar algunas y vestir al país muerto de frío, para dar confianza (para no putearse con todos a la vez). Para construir poder, se dice. Y porque supo antes que nadie que el ADN argentino tiene algo de derecha, a esta altura. Las fue tirando, cómo y cuándo pudo. Las fue basureando, cómo y cuándo pudo. Te fue diciendo que es Estado era nuestro, o había sido. Que era necesario traerlo de vuelta. Estado amigo, para que seas nuestro abrigo, algo así. Y él, que no era de nombrarlo demasiado, te hizo sonreir y recordar “claro, el Estado Peronista”. 

Te dijo que la Corte lo extorsionaba. Te dijo que no se la iba a bancar. Los dejó desnudos por la tele, como hace hoy tineli, pero en serio. Y La Corte se cortó. 

No te repudió la deuda. Sabía que el Congreso de la democracia la había hecho suya, vaya a saber por qué debilidad, imbecilidad congénita, pero fue así. No te mintió con el “no pago de la deuda externa”, para ser felices y que no iba a pasarnos nada. Quiero pagar, dijo. Pero pagar esto y te la bajó, te la bajó… como que no la iba a pagar así como había quedado tras sucesiones incontables de saqueo. Te dejó entrever que había choreo. Que nadie nos prestaba nada ahora que queríamos salir del pozo, porque nos querían mucho en el pozo. Te mostró las caras monstruosas de los monstruos, que no eran caretas de carnaval como nos habían dicho, esas eran sus caras. Les hizo unos bigotes y lentes con la bic negra y te guiñó un ojo (ese que no se le alineaba nunca).

No te dijo que Menem (no te toques nada asqueroso/a) era un hijo de puta, eso ya lo sabías. Te dijo cómo y para qué Menem hizo mierda el Estado que habían construido Perón, Evita y tus abuelos. Y en el peronismo, en el pejotismo (él decía mucho eso, no se si estaba bien) se armó flor de quilombo. El peronismo gustó siempre de verse entre los héroes y las víctimas, no entre los hijos de una gran puta. Pero muchos ahí tenían su domicilio real. Y ojo que se la pasó reclutando cuadros peronistas de las experiencias peronistas cercadas, de la de Menem, de la de Duhalde. Algunos le respondieron vaya a saber si sinceramente, porque  bueno, era el nuevo jefe. Algunos de esos con el tiempo le aprendieron a tener respeto, lo terminaron amando. Entendieron, aprendieron (lo lloraron). Otros no. Otros se sintieron interpelados, acusados, señalados y sacaron el disfraz de peronista, el de una ortodoxia tan vieja como turra, porque fuera de época es turra y recitaron los mantras que jamás comprendieron ni quisieron aplicar. Falsos, hipócritas, más que traidores. 

Después del Flaco, y aún más con la Señora estos “peronistas” se pusieron imposibles, se sintieron como que les tocaban el culo. Feo no, con lo sucio que lo tenían. Ahí saltó uno que pudo tener un lugar en la historia del movimiento obrero, y terminó siendo un forro de la oligarquía. Y aquel charlatán de feria de los judiciales que hablaba de los derechos humanos… Con el tiempo llegó Massa, ese buen alumno con la manzana lustrada en la mano para envenenar a la maestra y llegar a celador. Hagamos un aparte…

Massa aparece de la mano de Adelina, cuando el liberalismo había decidido prostituirse ya que el peronismo se había hecho fiolo. Y ahí va él, jóven y promisorio… apadrinado también por uno de esos personajes incomprensibles y fisurados, el Pato (hola suegro). Por esas putadas y porque no todo sale bien, se mete en este proyecto y este Proyecto compra, eleva… a quienes no debe (porque no es el único). Con el asunto de que quería gobernar Tigre, se va y gana Tigre. Toma la gestión Ubieto –otro caso de enmilicamiento que la democracia lavó- que le había cambiado la cara al Tigre y lo había dejado a punto de caramelo para explotarlo con los nuevos ricos que surcaban las marrones aguas del delta. Delta chic; mucha pero mucha guita. Tigre es enorme y tiene infinidad de situaciones, pero la hegemónica fue la que Sergio consiguió popularizar. Todos creen que es esa. Un ejemplo nada más (más allá de candidaturas y elecciones): se comienza a construir un top y mas hight complejo habitacional junto al río (como narcoDelta pero mucho más)… al lado de la villa El Garrote, viejo asentamiento bravo que todavía debe tener (seguro a medio terminar, no se) el barrio que estaba construyendo Madres (esas locas de Hebe) hasta que un monje negro decidió nuevamente liquidar a la vieja. Todo un detalle. 

Tiene socios y muchos, pero me detengo en uno porque es otro caso de…no se (digo no se, por no poner de hijodeputa, porque no quiero bardear). Fernández, pero el traidor, el corneta del multimedios. Alberto. Fue el único capitalino que el Flaco reconoció (hizo mal porque había otros, o mejor dicho otra) y mientras el gobierno fue nacional y popular sin cuestionar el multipoder de las comunicaciones concentradísimas todo fue bien. Pero cuando la Señora plantó la ley de medios… aunque el quilombo fue antes, discúlpeme usté el desorden, fue con la 125. Esa ley que inventó un pendejo ruliento (este si que de peruca no tenía nada) al que se le dieron varias bolsitas de cumpleaños sin merecerlo. El desbole del campo, cuando se pretendió cobrar algo de la enorme ganancia sojera. Insolencia que Fernández –el malo- no toleró y corrió a contárselo a los que lo conchababan de verdad. Tenía que estar en este fresco (que es más una salpicada contra la pared). 

Los hubo que descubrieron que el kirchnerismo no era peronista. Por muchas razones. Porque era montonero y Perón los había echado de la plaza. Risas en la tribuna, no da ni para explicar pero algo vamos a decir. Si uno se fija bien, el programa recuperador de los K (vamos a abreviar) se parece mucho, pero mucho, a ese que algunos medio puteamos o que nos pareció poco de puro no cazar nada de política a fuerza de tanta energía pendejeril, el programa de gobierno del último Perón, el del ’74. Algo así como un pacto social (que no salió entonces, y le faltaba más de un jugador ahora), paz, reconstrucción del Estado, apertura comercial más allá de los límites del imperio norteamericano, integración latinoamericana y con los Países no Alineados. Trasponga, compañero, haga un esfuerzo y verá las similitudes. Ni que hablar de las Pautas Programáticas de Campora en el ’73…no llegamos a esas formulaciones.  O sea que tamaña acusación es una buchonada por derecha hecha por gente de derecha. Digo esto, teniendo en cuenta el respeto que uno tiene por los compañeros que conformaron la Tendencia y organizaciones como las FAP, FAR, Montoneros, Descamisados, Peronismo de Base. No es decir que los K no eran montoneros porque eran buenos (y lo otro era malo), que quede claro. 

Otra descalificación es el tema de la transversalidad; no son peronistas porque le abren espacio al progresismo, porque relegan al Justicialismo. Más, Cristina no quiere al PJ. La puta, de dónde carajo salieron esos dos si no es del peronismo. El Flaco decía (y este escribiente lo escuchó en persona, una suerte inmensa) que a Perón se lo debe homenajear cuando se gobierna y no nombrándolo a cada rato. Es Cristina la que se las arregla para nombrarlo cada vez que puede, con cada medida de gobierno la Mina te va diciendo la coherencia con las líneas maestras trazadas desde el ’45 y la nombra mucho más a Evita, la homenajea tratando de ponerse a su sombra enorme, casi con timidez. Mirá vos. Estos dos lavaron si el peronismo, porque le sacaron toda la mugre que se le había pegado en el menemismo, toda esa basura liberal, todo el conservadurismo paternalista del duhaldismo, y se lo mostraron a los pibes como una camiseta que no daba vergüenza llevar, que daba, que da mucho orgullo. Eso hicieron desde y por el peronismo. El PJ, bueno, tendrá que hacer lo suyo, ellos le abrieron futuro al Movimiento como corresponde, como sabemos que se debe hacer. Habría que preguntarse si todos esos desvergonzados son todavía peronistas, y ni hablar de los que se juntaron como “pata” para hacernos una Propuesta Republicana, y cuando hacen la V les sale una L.

El Frente para la Victoria es la expresión electoral del viejo frente que armaba el peronismo. Una fuerza contundente –aún ahora, tras tantos años- que se expresa políticamente como Partido Justicialista (al cual sigue siendo un honor pertenecer) y aglutina –por las políticas nacionales y populares aplicadas desde el 2003 hasta la fecha- a sectores progresistas, socialistas, comunistas, humanistas, y otros que los debe haber. A qué tanto lío y tanta paspadura de orto.

Pero hablábamos de banderas, ahora hablemos entonces del progresismo. Del otro, ese que no sucumbió… En su momento Lilita le había exigido a Néstor abandonar el justicialismo para conformar una fuerza de  centro izquierda, algo nuevo (sabemos que es una febril hacedora de partidos, frentes y agrupaciones). El fulano se negó, le explicó que pensaba pelearla desde su partido y la Líder del progresismo se enojó para siempre. Con la Señora es pura envidia, no me caben dudas. Al lado también estaba el nunca reconocido Lula argentino, el inegable Víctor de Genaro, uno que Néstor convocó primero y tardó mucho, pero mucho, pero mucho en decidirse (con la Mesa de Enlace tuvo más iniciativa y más velocidad). Eran los dueños del progresismo tras la debacle del Frente Grande, eran los elegidos de la Ilustración… Y Néstor los cagó, hizo todo bien y mejor solamente para hacerlos quedar como unos pelotudos. Seguramente. Entonces, no les quedó más remedio que ampliar sus alianzas a la derecha. Lilita, porque era en realidad tan gorila como Rojas y Aramburu, De Genaro porque es un pusilánime (y a esta altura un mal bicho). Aparecieron algunos socialistas enojados también como si la barra brava de otro club les hubiera afanado los trapos. La sombra de Norteamérico Ghioldi ondea fuerte en ese partido más que centenerio (e ideológicamente milenario). Para más datos el tal Ghioldi, líder de un sector del socialismo argentino fue funcionario de la dictadura (otro “cívico”), aunque esa es otra historia. 

Ibarra, último tablón flotante del naufragio (el Leonardo Caprio que llegó a la orilla), tuvo siempre una posición ambivalente, poco comprensible y ahora, de capa caída (y mejor no hablemos) acompaña, o sea que nadie le robó las banderas, él se encargó de perderlas. Es por eso que lo dejo afuera de este relato- análisis, que no es otra cosa que una frondosa puteada (como siempre). 

El kirchnerismo dividió, aglutinó, gobernó (gobierna) y logró diferenciar a la sociedad política, a la sociedad en general, poniendo blanco sobre blanco miserias y virtudes. Muchos se pusieron del otro lado de los márgenes que trazaba y debajo de los puentes que tendía. Muchos no quisieron estar, otros querían que quedara claro que no tenían nada que ver. Así son los tiempos de definiciones, así son los tiempos de cambios y de recuperación. Así fue siempre. 

Un periodista, uno que puso la luz de giro hacia Walsh y le pegó derecho hacia Neustadt y Grondona, dijo hace poco que la oposición, todos estos de los que venía hablando, no junta ni doscientos gramos de bosta… En un ataque de furia y como para advertirles que puede que el tan ultrajado kirchnerismo, con su “relato” y su inmensa corrupción podría no estar acabado, podría tener muchos más días que los que cuenta el “renovador” Massa. Y sabe que los mejores días –los de verdad- siempre fueron peronistas. 

Ojalá. Más allá de los sinuosos caminos que Dios ponga a disposición de nuestro libre albedrío, y con todo… 

Ojalá no la junten, para que el futuro no sea simplemente una mierda otra vez.

lunes, 6 de octubre de 2014

LA BUENA GENTE



Un buen tipo. Totalmente, porque lo conozco desde siempre. Y sin embargo…Me dice en un momento: “A mi lo que me molesta del gobierno, es que te obliga a definirte, a estar de un lado”. Ah, mierda.

Un tipo, viste, como la clase media (y no vengamos con esta cosa sofisticada de qué es la clase media, las clases medias, las capas medias, las medias); como la clase media que nos vota(ba). La que no da para progre pero tampoco para la derecha; la que va por ahí caminando en el ancho mundo del filo de una navaja. Como mi familia, algo así. 

Y me lo dice con cara de preocupado, casi con fastidio o mejor, con fastidio, casi preocupado. Lo joden, lo empujan para que opine, para que este de un bando o del otro. A uno se le ocurre que el fulano podría cuestionar que muchas veces no hay dos bandos, que puede haber muchos puntos de vista (y de fuga), o al menos más de dos. Pero no, nuestro interlocutor no va por ahí, se queda mucho antes. Le molesta que le hagan tomar posición sobre todo y a cada rato. Justo lo que a uno le parece fantástico. ¿Se ve la distancia?... a él lo fastidia lo que a mi me tranquiliza. 

No jodamos, uno se siente bien en el conflicto. Decidir, tomar posición –cuánto más aún optar- son esos momentos necesarios de la toma de conciencia  (y muchas veces también eso es insuficiente). 

Ocurre que la toma de posición se relaciona íntimamente con la acción. Si se pensaba si o si algo sobre algo, es que consecuentemente se iba a hacer algo (sobre ese algo), ya sea para modificar o impedir que se modifique algo. Definirse, tener una opinión, darlo a publicidad… hacer lo que hay que hacer. Encima, si se trata de una postura contra (el) poder, eso que se debe hacer seguro no es placentero ni va a reportar un beneficio inmediato. Más bien es complicarse. 

El tipo no quiere complicarse, porque bastante se complica en la oficina; cuando se queda después de hora sin extras por el balance; cuando la empresa cambia de manos y de fulanos y a él no le toca que lo echen (como otras veces que si le tocó) pero si le toca el estrés que le gotea en la nuca. Se le complicó cuando las hijas comenzaban a salir y miraba el reloj cada quince minutos hasta que llegaban. Cuando se enfermaba el perro. Cuando llovía un sábado. Cuando quiere comprar eso que quiere y no llega. Cuando cambia el auto. Cuando quiere cambiar el auto y queda para más adelante. Cuando lo cambia por un cero y se la complican cobrándole un plus hasta por el color. Cuando hay más cuandos, porque como dice un amigo “uno es de la clase y/o, o te comprás esto o te comprás lo otro, pero los dos no”. Y sobre todo eso se cargan las cuestiones de la mujer, la familia, los amigos; hay problemas para todos.

Hay que tomar posición, si. A veces es entre dos cosas. Y hay que plantarse. A poca gente le gusta el quilombo, pero a veces… Además, ¿quién es el que hace quilombo, uno que se planta o esos cosos que te empujan y hacen que tengas que plantarte? No es cuestión ahora de argumentarle al fulano demasiado porque si, es verdad, parece que quisiéramos cagarle la vida en tren de salvársela.
Por ejemplo, le digo sobre lo bueno que sería una sociedad de clase media, sin ricos ni pobres. El tipo se entusiasma (¿sabe que eso se llama peronismo?). Pero ahí se da cuenta, o uno va y le dice para ahorrar tiempo que los ricos no van a querer (y encima van a convencer a algunos pobres para que tampoco). Bardo.

“Patria si, colonia no”. Bien, pero seguro que los colonialistas se enojan. De otra manera: “liberación o dependencia”. Y de costado un ñato que te susurra “bueno, eso de la dependencia habría que ver…”.

Veamos, el tipo casi siempre estaría con la opción correcta, la de los buenos tipos, la que remite a los valores que le enseñaron en la familia (que no son un rejunte de turros). No tuvo en cuenta que eso no es lo lógico, no es natural, no está de acuerdo todo el mundo. Va a haber pelea, seguro. 

Vos le hablás del enemigo. Tremendo, el Enemigo. Es malo, el enemigo seguro es malo y no se la banca, algo va a hacernos. Si el enemigo encima es muy poderoso, bueno, peor. Seguro que uno tiene razón, pero no se puede ir contra intereses tan poderosos, habría que tomar otras medidas, otras formas menos, menos, menos… el tipo se embarulla. Trata de repetir lo que escucha en todos lados (en todos esos lados en que se repite una y otra vez lo que se editorializó a la madrugada para poner la agenda del día en la cabeza de la gente). ¿Se lo cree todo? No, todo no, pero algo… Pega muy fuerte la argumentación que le haría eludir el conflicto, la confrontación temida. No se lo dicen pero hay una palabra clave: rendirse. 

Vos salís con las manos en alto y no te pasa nada. Vos no te metías en cosas raras, y no te pasaba nada. Vos te hacías el boludo, los otros hacían paro y el aumento te tocaba igual. Los más débiles se vuelven buchones, los más cocoritos supervisores y a los que se van ganando, un buen día terminan nombrandote el raidor del mes. ¿Es así?

¿Entonces el tipo es primero un boludo, se descubre cagón y se vuelve traidor? No, pero por supuesto que no. Solo pasa que no le gusta que lo metan a cada rato a andar decidiendo, porque el que decide deja algo de lado (y toma otro algo pero a largo plazo). Así y todo, no podemos endulzarte el conflicto, como tampoco prometerte que no va a ocurrir. 

Antiguamente, la catarsis se hacía en los sindicatos. De alguna manera participar con otros te hace un poco valiente. Saber lo que se hace, estar convencido después de haberlo hablado con otros (esos pares) hace que la angustia abra paso a la buena conciencia de estar donde uno cree que se debe estar. Pero bueno, es otra historia.

Hay que hacer algo con el fulano, aparte de sermonearlo. Habría que escucharlo, porque entre todas las palabras que le puso esa “editorial” en la boca a la mañana se esconde su propio pensamiento. Sus ideas, a veces muy contrariadas y muy asustadas. Algunas seguro son iguales que las nuestras. Algunas, seguro que son mejores. 

De esto se trata el voto de las capas medias, esos sufragios que ganamos un día y perdemos al siguiente. El problema es que siempre con gobiernos peronistas (menos con ese) esos sectores sociales crecen porque la movilidad social ascendente ocurre. Y los perdemos… Por cuestiones culturales del país agroexportador que vive aún en el subconsciente, los perdemos. La hegemonía cultural no es la nuestra y los fulanos van siguiendo con sentido común el discurso dominante, el histórico, el de siempre, el del poder real. 

Porque por más que tengamos el gobierno a favor cada tanto, el peronismo en si es contra cultural. La buena gente suele confundir gobierno con Estado, y cuanto más gobierno con poder. Un señor un buen día habló de la necesidad de predicadores, y esos son los que esparcen una buena nueva o una causa nacional que en un país culturalmente colonial, es una buena nueva. 

Qué lindo sería pensar en el asado del domingo, la vuelta en auto con la familia, sacar a pastorear al perro, cagarse de risa con los amigos. Y nada, es muy lindo. A mi también me gusta. 

Uno podría decir como para rematar: el hecho maldito del país burgués. Tomar posición, definirse. 

Y si… (yo te espero).