miércoles, 27 de marzo de 2013

LOS POBRES VAN AL CIELO



Los pobres van al cielo. Cada uno les ha hecho lugar en un paraíso, hay para todos los gustos.  El cristianismo nos legó la imagen del pobre “a imitación de Cristo”, tanto que el mismo Hijo de Dios podía travestirse en un miserable y entonces…cómo saber  quién es quién, había que dar limosna a todos los que pedían. De allí las postales de menesterosos con la mano extendida en los atrios y escalinatas. Y también los pobres servían como adiestramiento de virtud para los ricos/pudientes, que ejercitaban su piedad y ganaban acciones en el Cielo. Bien, la Edad Media bien (si no fuera porque mucho de esto llegó a nuestros días en forma de buena –mala- conciencia).
 
Ya en la Edad Moderna las cosas fueron cambiando (en realidad hacia el final impreciso del medioevo) y los pobres fueron una amenaza. Es que el “creced y multiplicaos” fue para ellos, el nacimiento de los Estados-nación los engrandeció notablemente. No era tanto que se reprodujeran más que otros sectores sociales (licenciosamente además, presos de las bajas pasiones dado lo bajo de su condición), sino que el “progreso” suele ser una enorme fábrica de pobres. Basta de tanta piedad y más control, señores. Control social. Promesa de Paraíso (después de la muerte). “Al César lo que es del César”, que es el que pasa siempre a cobrar. La sociedad quedaba dividida en ricos en esta tierra   (que pueden aspirar a ser “pobres de espíritu”) y ricos en la ciudad Celeste (pobres de toda pobreza en este valle de lágrimas). Atenti a las imágenes…

De todas maneras, la pobreza resulta aleccionadora y necesaria, ya ser por el “pobre como Cristo” o el pobre que purga pecados. Y la pobreza tiene su recompensa si se observa la mansedumbre (nada de quilombo), allí estará Dios con los brazos abiertos.

Una idea tentadora, pero hacía falta un poco más de garra para el entusiasmo. Un Paraíso en la Tierra, acá, ahora. Simplifico un poco (alguno pensará que demasiado, quévaser): el pobre se transforma en masa popular, proletariado, objeto de la Historia, lo más importante, la fuerza motriz, el sujeto de las transformaciones. El Cielo se llama Revolución. Y allí si van los pobres. Bien otra vez. Tranqui, porque todas las contradicciones secundarias (esas que suelen ser tan importantes que nublan a veces a las principales), se resolverán cuando el hombre no sea el lobo del hombre, en una sociedad sin clases y la mar en coche. Y sigue la teleología al palo.

Pienso que la mayoría de los pobres no quieren ser sujetos ni objetos de la Historia, es más, hasta creo que no quieren haber sido jamás pobres. Es una teoría… (no saben lo que se están perdiendo en cualquiera de las soluciones de las que hablaba). Es más, quieren tener cosas, consumir. ¿Y el “ser”, no importa el “ser”?

Algunos teóricos del resentimiento llegaron a pensar que la tortilla se vuelva y que los pobres coman pan y los ricos mierda, mierda. (entre nos, ¿por qué pan, no sería mejor un buen asado?).

Vivir bien. Tremendo. Una ideología de la satisfacción (así no vamos a ninguna parte). Y va: el peronismo es el único que no manda a los pobres al Cielo. Ni trata de hacer un Paraíso en la Tierra. ¿Y por qué? Tal vez porque no se puede, digo. Por eso la invención del “justicialismo”, se trata de justicia social nomás. Cortedad de miras, paternalismo, populismo, dique de contención… A ver, ¿dónde era que las masas estaban así de locas?, cómo es eso de que con servicios sociales, seguridad social, sindicalización, derechos sociales y políticos se iban a quedar así (te das cuenta… a estos negros los conformás con cualquier pelotudez). Evita le dejó a la Iglesia los pobres de alcancía y se llevó con ella a los humildes (que es otra cosa). Hubo trabajadores, trabajadoras, ancianos, niños, gente del pueblo. No pobres. El peronismo odia a la pobreza (porque siempre estuvo enamorado de los pobres). Al revés de los Otros, esos otros de la Marcha de la Libertad, el Corpus Cristi y la Libertadora. Esos que se enamoraron carnalmente de la pobreza y odiaron a los pobres.

Dicho así parece el libro de lectura de la Fundación con “Evita me ama…”. Es un pensamiento simple, tontito. Poderoso.

Y cómo será de difícil que después de Perón y Evita, ningún gobierno peronista puso de nuevo una Fundación Eva Perón, ni siquiera éste que es el más peronista desde Perón. La lógica del “derrame” sigue operando en la estructura económico social argentina, aún cuando esto dista mucho del neoliberalismo de antañohacepoco.

En un país arrasado, hay que hablar claramente: de esto salimos entre todos o no sale nadie (y nadie). A alguna gente si se le dicen las cosas por ay entienden, hay que probar. Tenemos todavía demasiados bolsones de pobreza, y demasiados bolseros también. Provincias despobladas, lugares desconectados, vías levantadas. No hay aún un sistema de salud de calidad para todos. Todavía esa barbarie que dijo Duhalde (el malo y feo) de “para los pobres el Estado y para los ricos el mercado”, es cierto. ¿Sabés cuántos quisieran llegar al mínimo no imponible y putear porque les cobran el “impuesto al trabajo”?

Algunos no se enteraron que cuando vos comés como el orto durante generaciones, o cuando tu abuelo y tu viejo no se levantaron a la mañana a trabajar porque no había trabajo, se crea una sociedad de mierda. Con gente que también se hace mierda. Y algunos no resisten, algunos te chorean, alguno te mata. No se trata de pensar que somos todos culpables, pero si que es un problema que tenemos todos. No se divide entre los que se esfuerzan y los que no. Si no podemos arrancar todos parecido, te vas a tener que meter tu esfuerzo en el culo.

La pobreza es una desgracia, pero no un cataclismo natural. Es inventada. Así como vino se puede ir, pero hay que echarla porque se hace costumbre. No hay Cielo para los pobres desde que les dijeron eso de justa, libre, soberana. Qué difícil ser gorila, no mirar, no sentir, cobijarse en un par de certezas y pontificar sintiendose santo. A derecha pero también a izquierda, santos son todos.

Menos el peronismo (y dale). Aguanta contradicciones imposibles (porque son posibles en la vida de todos los días), las resuelve por un tiempo y las reproduce también por un tiempo. Es una lucha.

Una cosa más. Un pobre que comienza a ganar mejor (o comienza a ganar algo) consume y consume más. Sube de condición social, puede ser. No estamos discutiendo sobre eso, sino sobre esto: una sociedad que no aprende a dignificarse (y acá si entra ganar más también), no va a ningún lado. Son muchas las cosas, amar a la Patria también tiene que ver. Saber que la Patria es el pueblo, tiene todo que ver.

Algún día vamos a tener un proyecto nacional, por ahora estamos peleando para poner algunos pilotes. Y levantar alguna gente. Da un miedo todo esto, asusta tanto. Y en una de esas, por ay el Cielo no existe.

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