viernes, 11 de enero de 2013

CARANCHEANDO

En otra época se las tomaban a Montevideo. Una vez, desde allí se las arreglaron para meterse a la cola del imperio del Brasil e invadir el propio país, eso si, en aras de un objetivo trascendente como era el de liberar a la Patria de la “sangrienta dictadura” de Rosas. Qué cosa, siempre se encuentra algún alto ideal, la defensa de “sagrados” valores, la salvación de la libertad, pero el método no cambia demasiado: siempre se arrima hacia el lado de los poderosos o la cuasi traición a la Patria.

Pero ahora se quedan acá (más allá de esporádicas salidas de negocio/placer). Las soluciones que encuentran a los problemas son también casi siempre las mismas. Hay que pagar a los “fondos buitres” por eso de que hay que honrar las deudas (el presidente Avellaneda había dicho “hasta con el hambre de los argentinos”). Decir “buitres” es otra expresión peyorativa que la gente de bien no tiene por qué compartir y menos usar. Demás está decir que importa bien poco que un 95% de los acreedores de la Argentina hayan aceptado quita y reprogramación de los pagos. Claro, se lo aceptaron a Néstor y después lo volvió a negociar Boudou, bajo mando de Cristina. Tampoco importa que ese altísimo porcentaje esté compuesto por bancos, empresas de países del primer mundo, defensores a rajatabla del capitalismo del que ellos se sienten amorosos cruzados. En este caso, vale sólo ese 5% de negociantes itinerantes que andan a la caza de oportunidades (como esos que entregan tarjetitas en hospitales y tragedias). Será que se parecen.

Algunos han llegado al colmo de proponer cuentas bancarias para recaudar los fondos necesarios para pagar esa supuesta “deuda” del honor argentino. Miserables que, como esos criminales de novela negra, pretenden volver al lugar del crimen y encontrarse con la víctima (y que colabore). Son diputados, políticos, uno piensa que debieran al menos tener un sentimiento que rozara, tendiera a, supusiera, intuyera algo cercano al patriotismo. Pero no.

Son de diversa calaña, para qué andar contando sobre todos. Apuestan mal, se equivocan en los diagnósticos, no conocen ni de casualidad al pueblo (no saben, por ejemplo, que “habitantes” no es sinónimo de “pueblo”) y por eso mismo imaginan escenarios que finalmente no se dan (y lo que se da es todo lo contrario).

Aún no lograron que el dólar esté a $ 10 y eso que vienen tratando desde el 2003. No pudieron estabilizar ni disparar una hiperinflación (eso sólo les sale cuando gobiernan ellos). No pueden hacer que los argentinos se vean reflejados en el “campo” como en un espejo. Ni siquiera saben organizar bien un “saqueo”. Y no pueden, de ninguna manera, convencer a nadie (al menos no a la mayoría) de que “los valores” están por encima del “bienestar”.

El viejo tema –se me ocurre, sólo porque soy un jodido- de la Libertad vs Igualdad. Dilema liberal de primer orden, que fuera solucionado de sobra por el Peronismo. Sería algo así como: nivelados los sectores sociales (no jodamos con las “clases” en este tramo), para decirlo más concretamente -como a Evita le gustaría- elevados los trabajadores y los humildes por sobre el resto porque venían muy de atrás, y cuando todos pueden sentarse más o menos “de igual a igual” en la mesa. Es decir, con los mismos derechos sociales/políticos/económicos, con poder adquisitivo (proporcional a cada uno, esto no es igualitarismo duro) real, entonces ahí puede empezar el reino de la “Libertad”. Igualdad/Libertad son una misma palabra que se dice de dos maneras diferentes. Eso de contraponerlas es cosa de liberales, unitarios e hijos de puta. Hasta acá, ¿támo? ... bien.

Pero para ellos no es así (siempre tan librepensadores, tan diferentes, tan que no estoy de acuerdo nunca). Los “valores” como la libertad, democracia y otros (total en boca de ellos todo pierde significado real y pasa a tener significado ficcional) vienen a cubrir libertad de empresa (mentira también: son los privilegios de algunas empresas más poderosas), subordinación de la mayoría a la minoría (y eso si es una dictadura), subordinación a intereses extra-anti nacionales (como la curiosa manera de “pagar” la deuda por ejemplo). Uno diría que son traidores y una extensa ristra de adjetivos-insultos. La verdad es que son cagones, muy cagones. Fijése si no, que antes andaban pidiendo que una patota (esas “patotas cívico-militares”) te golpee, secuestre, picanee, te tire al mar con cemento en los pies.

Y están también esos otros que no son culpables de nada, los que se bañan en el Jordán todos los días, los “puros” de toda pureza. Y eso porque se autoproclaman “socialistas”, como si decirse fuera serlo. Y que me perdonen por un momento los socialistas de verdad. De estos truchos hay muchos, los que se dan lustre y trabajan de “izquierdistas” como quién ha puesto una florería enfrente de un cementerio.

Pero entonces: ¿somos los únicos buenos? ¿habrá que pensar como nosotros? ¿es cierto que si hacés una crítica o tenés pensamiento propio son un gorila y un turro? Así no somos nosotros, pero si nuestro cliché. Por supuesto que si piensan como nosotros, mucho mejor. Pero la verdad es que todos estos "opositores" trabajan para nosotros. Son tan desastrosos y meten tanto miedo (también miedo a su incapacidad manifiesta para gobernar) que aún los que nos desconfían nos terminan votando. Al menos así fue hasta ahora.

Yo quisiera, la verdad,  que esta puta derecha se hundiera, que dejara de ser un ave rapaz sobrevolando mi Patria, no tener que temer que todo se vaya al carajo si no estamos: que no peligre de nuevo YPF, que no se vuelvan a afanar la plata de la Seguridad Social, que no hipotequen generaciones de argentinos ni nos aten otra vez al FMI, que no levanten los ramales de trenes que se pudieron recuperar, que no se queden sin jubilación los que tienen patrones chorros que no les hacen los aportes, que no devuelvan la ESMA ni hagan un monumento a Videla y Massera, que no impidan que se case el que quiera con quien quiera, que no se pierdan puestos de trabajo, que no deje de haber paritarias, que haya una ley que impida los monopolios en los medios de comunicación y en todo, que los científicos no se tengan que ir de nuevo. Y más, porque es mucho lo que se hizo/hicimos los argentinos desde el 2003.
Y tampoco quiero la sombra de ese vuelo negro porque quiero más cosas (que todavía no están, pero que es posible desear y realizar): que la minería sea una actividad industrial cuidada para sus trabajadores y el ambiente, que Monsanto se vaya a la mierda, que los géneros sean iguales y respetados, que no haya más gatillo fácil, que la Policía no pueda ser acusada de “narco” ni de “trata” (porque se liberaron de esos estigmas), que vuelvan los trenes del Estado (y sean muchos), que tributen más los que más tienen, un plan Procrear multiplicado, la victoria tras pelear una guerra contra la pobreza (y no contra los pobres). El orgullo por ver un desfile militar. Y más, siempre más.

Mis hijos tienen críticas, sus amigos, nosotros mismos. ¿O de qué hablamos en la sobremesa entre compañeros? Un proyecto se construye discutiendo, disintiendo también, pero tiene que haber una conducción y decisiones. El asunto es que acá hay las dos cosas, digo para los que se dicen de “adentro” pero se la pasan despotricando cuando alguna medida los perjudica un poco. Porque hay de todo en la viña del señor.

Y claro que hacen falta críticos adentro (y si querés también al costado, o de frente) que nos corran por izquierda, pero sin abrazarse enseguida con los enemigos de la Patria.

1 comentario:

  1. Las marionetitas que curten de políticos, al igual que los grandes grupos económicos que les escriben el guión de sus diarias tonterías, hacen símbolos de los objetos y no de los principios ó de la ética. Jamás les interesó la patria y mucho menos aún la mayoría de sus conciudadanos. Eso sí, se autodenominaron "reserva moral de la Patria". La bandera, el himno, la escarapela, la marcha de San Lorenzo, las fragatas, el malambo, el pericón nacional, los caballos de polo, la flor del ceibo y otros artículos alusivos son el objeto de sus desvelos. La soberanía política, la libertad económica y la justicia social, verdaderos pilares sobre los cuales debería edificarse una república digna no se encuentran dentro de sus prioridades. Jamás lo estuvieron.
    Cuando algunos intentaron institucionalizar esos pilares, los adeptos a los símbolos, a la tradición, la familia occidental y cristiana y la propiedad (cualquiera fuera su origen), se encargaron de reprimirlos ó matarlos si ello fue necesario.
    Ya advertimos por qué la "oposición" no fue a recibir a la que debió llamarse Fragata Eva Perón.
    En realidad, "se oponen" a nuestra dignidad y progreso como nación.

    Saludos
    Tilo, 71 años

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