viernes, 18 de enero de 2013

Y EL MUNDO DEL MAÑANA

En 2012 los mayas no lograron terminar con el planeta, pero fue un año duro. El enorme andamiaje de un furioso ultra capitalismo financiero crujió y en algunos lugares se va desplomando, sin que ello signifique el colapso del sistema ni mucho menos. Suelen colapsar los sectores más desprotegidos de las sociedades mucho antes que los intereses del capital (en el primer mundo también).

“La clave del año (2013, aclaro) será la sostenibilidad del nuevo modelo económico impulsado por China y Sudamérica, que está comenzando a predominar en el mundo, luego de la crisis iniciada en 2008”. Según los recontraortodoxos economistas que escriben en la revista The Economist, se tata de “…el nuevo modelo de capitalismo de Estado”. (…) “…el auge del llamado capitalismo de Estado (China, Brasil, Venezuela, Sudáfrica, Argentina, Ecuador, Bolivia, etc) ha sido resultado de una década inusual y que ha llegado a su límite”. Pero pese a que todo se va al carajo y paradójicamente, estos “especialistas” del neoliberalismo, estiman “…que el nuevo modelo se sostendrá”.

La nota aparecida en el periódico Miradas al Sur no tiene desperdicio, a pesar de que se refiere a la representación del Sindicalismo y las nuevas bases de trabajadores y no a un modelo económico como pretendo aquí.

Y sigue:
“El principal dato del 2012 en Argentina es que, pese a la crisis, el desempleo casi no aumentó, las paritarias no fueron suspendidas y el gasto público no fue reducido. Se trata de una respuesta a la crisis que se ha hecho habitual y hasta parece ‘normal’, pero que no tiene nada de ‘normal’ y es obviamente fruto del predominio de la política sobre la economía. Despedir era casi un reflejo automático del empresariado a la primera nube y era parte de una cultura fomentada por las famosas leyes que ‘flexibilizaban’ el despido, la última de las cuales fue la Ley Banelco que obtuvo la Alianza sobornando al Senado. Los que piden volver al FMI tienen que saber (lo saben) que entre otras cosas el FMI va a volver a exigir que Argentina restablezca la cultura política y empresarial de despedir”.

Varias cosas por decir… Es cierto que está alumbrando otra manera de transitar el sistema capitalista, una que tiene que ver con reglas (con algunas reglas, pero lo nuevo es que vienen con el propósito de que se cumplan y la curiosa idea de que es el Estado el encargado de velar por semejante cuestión) y redistribución. Dice más arriba que eso ocurre porque la política dirige la economía. Bueno, siempre es así, sólo que a veces la “política” de hace invisible y se traviste de “economía”.

Lo que no me gusta es eso del “llamado capitalismo de Estado”. No es ninguna novedad y si bien es comprobable que –desde Néstor K en 2003- Argentina cambió de esquema económico, eso no significa que no sea aún rehén del neoliberalismo en muchos aspectos. No hay un “capitalismo bueno”, si tal vez un capitalismo “mejor” (en comparación con). Entiendo que se designa así a una nueva realidad en el ámbito internacional, como alternativa a un viejo bloque que se autoproclamaba “primer mundo”, hoy los de la crisis. Insisto, los de la crisis son los pueblos, los que están en la cima financiera de esas sociedades la pasan fantástico, se adaptan y siguen (total no viven de un sueldo como los pelotudos).

Nuevo modelo alternativo, entendiendo por ello “superador”, será cuando podamos plantearnos algún tipo de socialismo nacional que al menos introduzca otro concepto de propiedad y otras maneras sociales de apropiación de bienes y servicios que produce toda la sociedad. Pero por ahora, la variante “inclusiva” que nos acerque al concepto de justicia social es alentadora.

Y hay más:
“El verdadero peligro para el modelo sudamericano es la primarización, impulsada por los tratados de librecomercio. La exportación de materias primas a precios justos –por primera vez en la historia de América Latina- es fundamental para terminar la historia de saqueo y descapitalización de Sudamérica, pero es incapaz por si misma de crear suficientes empleos decentes para terminar con la exclusión. Se necesita redoblar la política de integración sudamericana, para conformar un espacio económico ‘interno’ capaz de sostener un camino de industrialización y valor agregado creciente, sostenido por el desarrollo autónomo de la ciencia y la tecnología”.

Clarito, clarito. De esto se habla en la política real y esto es lo que importa. Sabemos que el desarrollo no se puede apuntalar solamente con el bum (como las papafritas) de la soja. Consolidar el mercado interno ampliado (ampliado en estos diez años, a ver si queda claro; aunque habría que decir “justiciado” más que “ampliado”, porque están empezando a consumir y/o consumir más los que habían sido despojados de la capacidad de consumo). Pero también -y complementariamente- crear y consolidar un mercado ‘interno’ regional, entendiendo ‘regional’ por Latinoamérica. En este sentido hay que vincular la necesidad de abrir nuevos mercados con países no tradicionales (no del “primer mundo”), que es exactamente lo que está haciendo la delegación argentina en los Emiratos Arabes Unidos, Indonesia y Vietnam en estos momentos (con la Presidenta a la cabeza y el armado indispensable de Guillermo Moreno).

No es fácil abrir mercados, cuesta tiempo, dinero; tiene que ver con relaciones personales. El Estado hace de vanguardia llevando tras de si al empresariado. Bien, es lo que hay que hacer. Los frutos se ven a mediano plazo, no menos (y eso lo sabe cualquiera que conozca un algo sobre el tema).

Reemplazar gradualmente la exportación de productos primarios (aún primarios elaborados) por una producción con un alto contenido de valor agregado. Otro objetivo que se logra con políticas de largo aliento (y un Estado popular de largo aliento sobre todo). Y todo para lograr una continua y virtuosa cadena de generación de empleo “decente” (en blanco y con todo lo que tiene que tener), que es objetivo y a la vez causa de desarrollo.

Y dejemos entonces que los boludos se ocupen de titular/comentar el lujo de los hoteles, la muñeka, los asados, la rentabilidad inmediata de hacer negocios como si se tratara de poner una heladería en enero.

No va a ser fácil salir de la mortaja neoliberal, sobre todo cuando encontraron la manera de mezclarla con el ADN de una parte del pueblo. Maldición de Malinche renovada una y otra vez, de la misma manera que los antídotos (¿anticuerpos?) aparecen y las ideas aparecen.

La magia (la mística) de los pueblos también es muy importante.


Las citas son de “Sindicalismo: el desafío de representar a los nuevos incluídos” por Alberto Pepe Robles, Director de Investigaciones del Instituto del Mundo del Trabajo “Julio Godio”; Miradas al Sur del domingo 13-01-2013.



1 comentario:

  1. Articulo excelente. De consulta periódica.
    Digamos: contenidos de fondo.
    Un abrazo
    E.T.

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