Un poco preocupado terminando el año pasado. Y si, lo admito. El cuestionamiento presidencial del proyecto de ley para el reparto de ganancias de las empresas justo frente a la crema de los empresarios, el frío con la CGT, el acto de Moyano, algunos desajustes en la comunicación con la paulatina quita de subsidios, las subas de precios. La salpicadura mediática de que habría un techo del 18% para las próximas paritarias, el fogoneo incesante con las internas intragubernamentales. La verdad es que –esto ya lo dije, y lo digo de nuevo- la desaparición electoral y/o ausencia colectiva de una oposición (aún tan boba como la autóctona), nos traía la confrontación adentro. Siempre pasa.
Un primer dato tranquilizador lo acerca una paritaria tempranera: los compañeros aceiteros cerraron un 24% y no hubo piso, techo, ni injerencia (por lo que uno puede saber) del Ejecutivo. Me dirán que el gremio de aceiteros no mueve el amperímetro y que hay que esperar a los “grandes”. Puede ser, pero el dato es real. En marzo comenzarán las grandes rondas de casi todos los sindicatos y podremos ver cómo se desarrolla el tema. Sabemos –desde el 2003- que hay negociaciones colectivas todos los años (y por experiencia propia, algunas veces se las ha podido mantener abiertas por varios meses, negociando una y otra cosa que se tradujo en dinero al bolsillo del trabajador y también mejoras en condiciones laborales y escalafonarias). Esta “costumbre” peronista aleja bastante el choque con los sindicatos que muchos auguran a derecha y a izquierda. Eso no quiere decir que, en una economía en crecimiento, la puja distributiva no cause sobresaltos. Más bien, yo diría que eso es saludable.
La contracara de este asunto es la suba de precios. Insisto, suba de algunos (tal vez muchos) precios y no suba generalizada, abrupta y continua de todos los precios que sería propiamente “inflación”. Y acá todos podemos opinar, disentir y argumentar: qué cómo se establece la cadena de valor, la real intervención del Estado en la formación de los precios, los controles necesarios, el valor de la competencia, si los índices del INDEC y bla bla bla. Sin duda es uno de los temas que importan a todos, vayan o no a las marchas, lean o no los diarios, vean o no 678.
El otro gran tema es el crecimiento de la economía nacional y, claro, su relación con el marco internacional en el que está inserta. Antes nos iba bien por el “viento de cola” y ahora corremos el riesgo de seguir creciendo solitos, o solitos con la región (¿será “viento de arrastre”?). Y lo que nos preocupa a muchos es que afuera –y afuera es el gran afuera, el mundo desarrollado al cual debíamos parecernos y por suerte no- está todo para el carajo. Se caen economías, la alianza francogermana (con el acento en el segundo componente de esta curiosa y histórica palabra compuesta) se lleva puesta Europa y la eurozona. Los yanquis con un déficit ya difícil de calcular. Todo ese panorama va a impactar sin duda, y mucho dependerá de los mecanismos regionales que ya está poniendo en marcha la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y deberíamos agregar, más específicamente, la UNASUR y el MERCOSUR. Y también, en lo interno, las políticas gubernamentales para mantener una relación sana (y virtuosa, dicen los economistas) entre superávit fiscal, reservas, exportaciones e importaciones.
Hay un tembladeral ahí afuera y no es pavada. Mantener este modelo de desarrollo sin bajar los niveles (y los ritmos) de distribución progresiva es el tema. Digamos que un buen gobierno se ocupa de eso (y contar desde el 2003 es poco tiempo como para hablar de una tradición incorporada).
Y entonces todo me lleva por un lado a lo institucional y, para hablar mejor y más claro, a lo político. Por eso, ver ayer a la Señora volviendo, hablando, teleconferenciando, gobernando, como que da una tranquilidad importante. Tengamos en cuenta que nuestro sistema político está parado sobre muy poco. Una figura, un equipo. La militancia, si, la gente, si, pero sabemos que no alcanza. Es precario todo esto, no jodamos. A ver si la desaparición de Néstor no nos hizo un agujero infinito… Pensar, por un minuto, qué pasaba si esta intervención quirúrgica a la Presidenta se hubiera dado con el miserable de Cobos haciendo la segunda. Dios mió.
¿Hay que callarse la boca para preservar este tiempo político? ¿Hay que minimizar lo de Famatina, los muchos que están en negro y no los representa nadie, los muchos que cobran el mínimo o un poco más? ¿Hay que hacerse el boludo con lo que aún queda –y no es poco- de neoliberalismo? No. NO.
Pero hay que saber cuidar lo que tenemos. Esto no es una pelotudez, es madurez política. Ni confianza ciega en los gobernantes (aunque sean los de uno), ni confianza ciega en la “acción de las masas”, por favor. Sentido común, confianza, lealtad, ponerse en el lugar de los otros, estar atento. Esas cosas tan peronistas.
Nuestro país tiene una historia corta, para tantos y tan largos períodos de mierda. Hoy no estamos en camino al socialismo (y que me digan qué carajo vendría a ser eso hoy), no incorporamos a todos los que se cayeron, la economía crece y hay que ver si se desarrolla. Estamos ahí, con muchas posibilidades de seguir avanzando o de volver a los primeros casilleros. Me parece muy terrible pensar que tenemos por delante los cuatro años de Cristina y después, que Dios nos ayude. Aunque esté en el terreno de las posibilidades, uno no puede vivir como si el recreo esta vez fuera más largo.
Hay que defender este tiempo (el nuestro).
Un primer dato tranquilizador lo acerca una paritaria tempranera: los compañeros aceiteros cerraron un 24% y no hubo piso, techo, ni injerencia (por lo que uno puede saber) del Ejecutivo. Me dirán que el gremio de aceiteros no mueve el amperímetro y que hay que esperar a los “grandes”. Puede ser, pero el dato es real. En marzo comenzarán las grandes rondas de casi todos los sindicatos y podremos ver cómo se desarrolla el tema. Sabemos –desde el 2003- que hay negociaciones colectivas todos los años (y por experiencia propia, algunas veces se las ha podido mantener abiertas por varios meses, negociando una y otra cosa que se tradujo en dinero al bolsillo del trabajador y también mejoras en condiciones laborales y escalafonarias). Esta “costumbre” peronista aleja bastante el choque con los sindicatos que muchos auguran a derecha y a izquierda. Eso no quiere decir que, en una economía en crecimiento, la puja distributiva no cause sobresaltos. Más bien, yo diría que eso es saludable.
La contracara de este asunto es la suba de precios. Insisto, suba de algunos (tal vez muchos) precios y no suba generalizada, abrupta y continua de todos los precios que sería propiamente “inflación”. Y acá todos podemos opinar, disentir y argumentar: qué cómo se establece la cadena de valor, la real intervención del Estado en la formación de los precios, los controles necesarios, el valor de la competencia, si los índices del INDEC y bla bla bla. Sin duda es uno de los temas que importan a todos, vayan o no a las marchas, lean o no los diarios, vean o no 678.
El otro gran tema es el crecimiento de la economía nacional y, claro, su relación con el marco internacional en el que está inserta. Antes nos iba bien por el “viento de cola” y ahora corremos el riesgo de seguir creciendo solitos, o solitos con la región (¿será “viento de arrastre”?). Y lo que nos preocupa a muchos es que afuera –y afuera es el gran afuera, el mundo desarrollado al cual debíamos parecernos y por suerte no- está todo para el carajo. Se caen economías, la alianza francogermana (con el acento en el segundo componente de esta curiosa y histórica palabra compuesta) se lleva puesta Europa y la eurozona. Los yanquis con un déficit ya difícil de calcular. Todo ese panorama va a impactar sin duda, y mucho dependerá de los mecanismos regionales que ya está poniendo en marcha la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y deberíamos agregar, más específicamente, la UNASUR y el MERCOSUR. Y también, en lo interno, las políticas gubernamentales para mantener una relación sana (y virtuosa, dicen los economistas) entre superávit fiscal, reservas, exportaciones e importaciones.
Hay un tembladeral ahí afuera y no es pavada. Mantener este modelo de desarrollo sin bajar los niveles (y los ritmos) de distribución progresiva es el tema. Digamos que un buen gobierno se ocupa de eso (y contar desde el 2003 es poco tiempo como para hablar de una tradición incorporada).
Y entonces todo me lleva por un lado a lo institucional y, para hablar mejor y más claro, a lo político. Por eso, ver ayer a la Señora volviendo, hablando, teleconferenciando, gobernando, como que da una tranquilidad importante. Tengamos en cuenta que nuestro sistema político está parado sobre muy poco. Una figura, un equipo. La militancia, si, la gente, si, pero sabemos que no alcanza. Es precario todo esto, no jodamos. A ver si la desaparición de Néstor no nos hizo un agujero infinito… Pensar, por un minuto, qué pasaba si esta intervención quirúrgica a la Presidenta se hubiera dado con el miserable de Cobos haciendo la segunda. Dios mió.
¿Hay que callarse la boca para preservar este tiempo político? ¿Hay que minimizar lo de Famatina, los muchos que están en negro y no los representa nadie, los muchos que cobran el mínimo o un poco más? ¿Hay que hacerse el boludo con lo que aún queda –y no es poco- de neoliberalismo? No. NO.
Pero hay que saber cuidar lo que tenemos. Esto no es una pelotudez, es madurez política. Ni confianza ciega en los gobernantes (aunque sean los de uno), ni confianza ciega en la “acción de las masas”, por favor. Sentido común, confianza, lealtad, ponerse en el lugar de los otros, estar atento. Esas cosas tan peronistas.
Nuestro país tiene una historia corta, para tantos y tan largos períodos de mierda. Hoy no estamos en camino al socialismo (y que me digan qué carajo vendría a ser eso hoy), no incorporamos a todos los que se cayeron, la economía crece y hay que ver si se desarrolla. Estamos ahí, con muchas posibilidades de seguir avanzando o de volver a los primeros casilleros. Me parece muy terrible pensar que tenemos por delante los cuatro años de Cristina y después, que Dios nos ayude. Aunque esté en el terreno de las posibilidades, uno no puede vivir como si el recreo esta vez fuera más largo.
Hay que defender este tiempo (el nuestro).
muuuy bueno
ResponderEliminarla pregunta del millon: como hablamos y hacemos algo con lo que falta, sin ser desleales ni caernos del mapa???
ese es el debate acerca de la practica politica que nos debmos dar y elaborar una resp colectiva
(Guido)
Esta me gustó!!!
ResponderEliminarDiría que Famatina y sus muchas hermanitas silenciadas también son consecuencia de la falta de equipo. Esos recursos estan en manos de los gobernadores y al respecto basta mirar el mapa para volver a sorprenderse ante lo mucho que se hace con apenas 3 o 4 del riñon propio.
Tampoco esta bueno olvidarse de las concesiones hechas al sector en Santa Cruz. Era otro contexto, si es cierto pero...., por eso no creo que no sea válido el reclamo del que recien hoy se hace eco clarín, el tema y aquí se pone de manifiesto la lógica y el temor peronista, es desde donde y quien gana con esa y otras movidas.
También me hago esas ? y entonces digo: yo estoy adentro (desde ahí) y la misma Kris habilitó con el discurso de hace 2 dìas a debatir el tema cuando señala la inacciòn de Grimpis. Quizas, (dirìa seguro), se vengan tiempos polìticos de limpieza institucional. El problema a mi gusto y poco percibido por los compañeros K de última generación, es eso que vos mencionas al pasar y sobre lo que la historia nos ha dado varias lecciones; y es que siempre que el peronismo se pudrìo por dentro todo se fue a la mierda.
Muñeca, experiencia y mucha pero mucha prolijidad sean quizas las directrices necesarias para pensar el 2015.
Un abrazo compañero (Adriana)
Hola
ResponderEliminarBien, muy clarito, sintético. Además coincido plenamente.
Por otra parte en las cuentas del debe ¿lo de la ley "antiterrorista" no lo pusiste a propósito por algo (tipo porque no tenés mucha data aún) o por olvido, o por no hechar mas leña al fuego? (ET)
Lo de la ley antiterrorista me lo olvidé, y calculo que muchas cosas. Pero en definitiva es lo que dice Adriana, tenemos que lograr ese equilibrio entre las cosas que señalamos desde adentro (y siempre desde ahi, esa es mi opción)y cuidar la criatura, porque cuando el peronismo se va a la mierda el país también. Eso lo tengo clarísimo.
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