miércoles, 13 de julio de 2011

Peronismo (algo sobre la identidad)

Son preguntas y más preguntas. Análisis. Demostrar la cuadratura del círculo, el famoso sexo de los ángeles… renuncio a comprender. Así y sin más, como tantas otras veces. ¿Por qué uno debe ser tan dócil al paradigma occidental (positivista) del conocimiento? La omnicomprensión necesaria que nos garantiza ilusoriamente la posesión de herramientas eficaces para producir mutaciones de la realidad. Boludeces.


A veces escuchar (y escucharse) no está mal, siempre y cuando uno no lo haga con la intención inmediata de obtener un resultado. Nos vinimos grandes y eso hace que la sinceridad y los atajos se conviertan en aliados inestimables. Y yo no diría que este palabrerío es una introducción…pero.


Este proceso inicado… blabla en 2003, la Argentina actual que no nació de un repollo, sino que viene siendo consecuencia de repollos pasados, lluvia ácida, desconcierto y mediciones de consultoras privadas. ¿Qué es esto? Una oportunidad, decía yo al principio. Si. Pero duraba y sigue, entonces hay que hacer algo con la oportunidad. Y no digo con el país, digo uno. Porque al país lo gobierna Cristina y un elenco de fulanos. Digo uno, nosotros (que también podríamos decir que somos muchos “uno”). Está el Gobierno Nacional, los gobiernos provinciales, los municipios, instituciones que conforman el aparato del Estado. Esta forma de organizarlo, administrarlo, gobernarlo, politizarlo que tiene el peronismo del siglo 21 (basta de pelotudeces romanas), los K. Todo eso, por más que uno lo sienta propio, en un punto está en otra dimensión.


Y digo, a riesgo de que se me caiga una biblioteca en la cabeza: los pueblos no hacen la historia, pero cuando participan, la cambian. Existen los hombres y las mujeres providenciales, y si no que Dios te ayude. Nosotros hablamos, trabajamos, estudiamos, vamos al super o al chino, vamos al cine, escuchamos música, boludeamos en los ratos libres (o no), vemos a los amigos, un domingo con la familia, vacaciones si se puede. Militamos, algunos siempre, algunos de a ratos (hay rachas, hay épocas y mucho más lejos, hay conciencia). No gobernamos, no decidimos las líneas de un gobierno, los cuando, los cómos. No jodamos. Tiramos consignas, leemos clásicos, hacemos cada tanto un volante, una declaración, participamos en actos, marchas, hacemos algo en el barrio o en algún lugar con alguna gente. Y eso sube, porque el calor y el humo suben, y los que están arriba –si son nuestros- se atienen a la líneas generales (en eso, bueno, si participamos).


Los de arriba circunstanciales (cuando les tocó) si son nuestros, saben que peronismo tiene que ver con una construcción más o menos así: trabajo genuido (y digno), consumo masivo, inclusión social, producción nacional, valor agregado argentino, unidad latinoamericana, justicia social, trabajadores columna vertebral, movimiento (por último, partido), soberanía política, independencia económica, pueblo, compañero, san martín, rosas, perón. Evita.


Mis hijos pensaban que el peronismo era Menem. Mi hija, la menor, se asombró cuando a sus diez años se iba a elegir presidente. ¿No era Menem?, preguntaba y uno le explicaba que se eligen los presidentes (por suerte se eligen) y pueden cambiar. Eso era lo que no podía comprender, porque sus diez años eran también los de Menem. Y les constó entender también que esta construcción: mercado, libre importación, producción extranjera, estar en el mundo, trabajo ocasional, trabajo sin estabilidad, menos Estado, privatización, individuo, individuo, individuo, exitosos, perdedores, Estados Unidos, primer mundo… que esa otra construcción no era peronista. Pero la llevaba a cabo un presidente peronista. Difícil.


Ahora se entiende todo, creo yo.


Viví pensando en “liberación o dependencia”, es decir el esquema en el que hay un “enemigo”. Y un enemigo es irreconciliable, es él o nosotros (por eso se puede invertir y el enemigo dice lo mismo). El conflicto fundamental, los conflictos secundarios. Contradicción antagónica. Correlación de fuerzas. Cuadro de situación. Acción política.


En la recuperación democrática del ’83 se arrumbó todo eso en el cuarto del fondo. Después el cuarto desapareció y fue un lugar virtual: “se quedaron en el ’45”, las ideas viejas de un paradigma hecho de los bloques del muro de Berlín.


Pasa que ustedes son facciosos, me dijo un día mi hijo mayor, como los unitarios y los federales. Y me lo decía bien, con mucho cariño.


De todo este berenjenal (no se cómo es un berenjenal, se me da que es un quilombo), saco como conclusión algo imposible, porque no se sigue de lo que vengo diciendo. El tema de la identidad.


Cuesta tanto la identidad, a algunos más que a otros por las vueltas que se dieron con identidades que no eran. Cuenta tanto la identidad.


Tengo ante mi un peronismo gobernante, que tiene la bitácora del primer peronismo (el del ’43 al ’55) a la vista, que también tiene la herencia de los sesentas y setentas, y el bagaje cultural del neoliberalismo y la postmodernidad. Todo eso. Y la verdad es que me gusta. Me representan.


Importa mucho quién es uno, y por lo tanto, quién no es uno. Es un punto de partida y también uno de llegada. La identidad peronista en eso es generosa, te permite reconocerte en el colectivo (fundido ahí como una sola cosa, no como uno más) y, al mismo, tiempo el vozarrón del Viejo que te dice que cada uno es artífice de su propio destino.


Tras la devastación que se data siempre mal en el 2001 (porque parece un hecho puntual, un suceso que como la Revolución no tiene historia), nada representa a nadie a priori; la crisis no está solucionada y es entonces que el tema de la identidad política (que es un resultado cultural después de todo) es relevante.


Muchos han pensado en terceras vías, terceros partidos (está en curso el intento número X de hacer bien el Frente Grande), reformulaciones de solidaridades, lealtades, identidades políticas. En lo personal, me opongo totalmente a eso.


En lo personal pienso que la identidad política propia es vital para la construcción política. Hace años ya que llegué al peronismo y me costó bastante encontrar el camino a casa. “Kirchnerismo” será el nombre de esta forma, etapa, como se quiera decir, con que designar al movimiento que logró construir el peronismo en este principio de siglo 21.


Y lo de la identidad peronista vale también para la Capital y nuestra maltrecha elección. Y eso que estoy harto de los análisis.

1 comentario:

  1. Mire mi querido, usté mejor que vaya sacándose el "por opción". Usté es un peronista sin remedio.

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