martes, 12 de julio de 2011

BUENOS AIRES (querida)

Tendría que titular esto “Defensa de la Porteñidad” pero me parece demasiado pretencioso y me ubicaría en un afuera en el que no estoy, soy tan pasible de las críticas que se deslizarán aquí como cualquiera.

Parto de dos premisas básicas. La primera, uno puede pelearse con cualquiera menos con la realidad. La otra, nunca debe echarse la culpa de un resultado electoral a los votantes. Ahora si uno no se interesa por la política, puede no darle pelota a ninguna de las dos estupideces que dije antes.

No es posible que ahora, que nos rompieron el culo otra vez, descubramos que los porteños son una basura. Si hubiéramos ganado o pasado a una segunda vuelta con dos o tres puntos abajo, serían ciudadanos concientes y hasta les diríamos “pueblo”, en un derroche de entusiasmo. Pero no, casi la mitad de los votantes eligieron Macri y entonces todos los porteños (y los por opción también) son una mezcla de fascistas y derechosos infernales, egoístas, pelotudos y gorilas… Afirmo que el electorado de Buenos Aires es como cualquier otro y merece el mismo respeto que cualquier otro. Y si no pensás eso, dejá de leer porque yo también soy porteño (nací en San Isidro y desde el ’82 vivo permanentemente en esta Ciudad de BA).

Distinto sería pensar que, tal vez digo, por ahí, enunadesas, no la pegamos con los vecinos de Buenos Aires, no llegamos con nuestras propuestas ni enganchamos con los intereses de la mayoría. Y esto no toca la cuestión ideológica, porque ahí si, uno siempre es una parcialidad y una minoría que aspira a ser la primera, la más grande minoría. No, estoy hablando de la comunicación y de los intereses, comunicar bien primero lo que interesa y pasar en el combo lo que a primera vista no interesa pero sabemos que debería interesar. La política es persuasión, convencimiento y, de última, fuerza.

El “posibilismo” tomaría los intereses manifiestos y laburaría allí. Es lo que hace la derecha y encima también dirige porque toma esos intereses y le encuentra el costado más individual, el del fulano a solas con sus miedos y le encuentra un enemigo, el Estado por ejemplo, la política, el “otro” (desconocido, distinto y posible agresor). Persuadir tiene que ver con tomar la posición que aparece como dato de la realidad. No se puede cambiar una realidad que se desconoce, y menos una que se niega. Tomar ese dato y darse una estrategia de penetración, aceptando lo que aparece y llevándolo en la marejada de nuestros pensamientos, acciones, ideología. Integrar si es posible, confrontar si se debe, pensando siempre en que el otro debe ser acercado a mis posiciones. Debe haber un núcleo duro que uno no va a modificar, son dos o tres principios y no más, y el resto es la dialéctica de la relación. No jodamos.

Seguramente muchos, pero muchísimos de los que votaron a Macri (y lo volverán a votar el 31 de julio) lo harán en octubre por Cristina. Y no es una contradicción, es puro pensamiento práctico. Optar por lo que me hace bien ahora, no cambiar al pedo. Y entonces, habría que admitir que la visión sobre el gobierno de la CABA no es la que tenemos nosotros.

Un par de ejemplos (podrían ser otros) para pensar… La creación de la Policía Metropolitana es un anhelo sentido, la gente quiere sentirse segura (los pobres también, si no miremos los sectores más vulnerados del sur, hablemos con ellos sobre este tema) y valora a un gobierno que, finalmente, lleva a la práctica lo que prometieron todos. La policía propia, también un gesto indudable de autonomía. Y lo hizo el PRO, ni De la Rúa, ni Ibarra, ni Telerman.

Lo del Fino Palacios, los cuadros adictos al proceso como entrenadores, la posibilidad represiva, la forma de conformarla, su distribución, son todas cuestiones que están dando vueltas sobre el tema principal y cometemos el error de ponerlo como el tema principal. También muchos vecinos, y muchos, están contentos por ver patrullar sus barrios a Gendarmería y Prefectura, no es que estén emberretinados con la Metropolitana.

Otro tema, tal vez menos sentido pero que hace al discurso: las Comunas. Invento radical, conversado hasta el cansancio durante años, después la ley miserable que sacó la Legislatura. Macri remoloneó pero finalmente, las elecciones de Comunas ocurrieron… en esta gestión. Sabemos perfectamente que, ni bien pueda, envía una modificación a la ley porque no le gusta como está, van a reducir a uno los rentados (sólo el Presidente, tiemblen compañeros punteros) y también las atribuciones (sobre todo las concurrentes con el Ejecutivo en materia de salud, educación y obras públicas).

Lo que quiero decir es que estamos obligados a abrir la cabeza y dejar los termos (uno vive en un termo varias veces al día), no armar cuadros de situación en base a lo que conocemos de un barrio, escuchar a los otros y sobre todo al adversario (al enemigo con más razón).

No planteo esto para dar vuelta este resultado que ya está. Sinceramente pienso que es irremontable. Por supuesto que iremos (en mi caso así será) como buenos soldados a hacer la campaña que haya que hacer en estos días y sentar el culo el 31 en la mesa que nos toque. Planteo y me planteo esto porque el laburo es más de fondo y a largo plazo.

Esta Ciudad (mi Ciudad) tuvo politicamente hablando, muchos vaivenes. Algunos dicen que en cada elección o cada tantas pero pocas, cambia y vota a otro. Un poco y un poco. Es una Ciudad que ha sabido mantener liderazgos prolongados, el caso de De la Rúa es paradigmático (imagen intachable desde la senaduría del ’73 hasta la caída del 2001). La idea del “tercer partido” y el ejemplo del Frente Grande también es un producto del electorado porteño. Y de allí el “ibarrismo”, la misma figura de Ibarra desde el Consejo Deliberante (era el “fiscal Ibarra”), la Constitución de la Ciudad (que era el “estatuto” de la Ciudad), hasta el humo de Cromagnon (ocho o nueve años de duración no es poco banque).

Lo que si se puede decir es que este electorado es decididamente liberal, hacia la izquierda (ma non tropo) se hace “progresista”, o hacia la derecha como ahora. Nunca extremos, ojo que el PRO tampoco son contingentes de “fasci di combatimento”. Es lógico que el peronismo sea ajeno, porque justamente plantea una tradición anti liberal. Sus aristas más conservadoras y de derecha, ya están en el PRO, así como sus primos hermanos radicales. Pero el núcleo peronista y su maltrecha sigla (el PJ) no se entregan, asi como la Ciudad tampoco termina de tomarlos, aunque no los suelta. Y hay que ver este tema, porque creo (y es personal) que hay que construir en base a la identidad propia, primero haciendo funcionar -con todos los peronistas que apoyamos al Gobierno Nacional- el Partido Justicialista de la Ciudad de BA.

Estamos bajo el agua. Tenemos un Proyecto Nacional de la puta madre y no podemos convencer a esta Ciudad, no a la mayoría que hace falta. Cristina lo va a hacer, pero nosotros no los pudimos convencer de que nos dejen gobernarlos. Es así, por ahora es así. Lo primero es aceptarlo. No se trata de bajar ninguna bandera, no me intimidan las mayorías electorales. “Creo en la minoría de uno” dijo una vez Caputo, haciendo un alarde maravilloso de individualismo. No es ese el problema, la cuestión es que como nos interesa la política y eso necesariamente tiene que ver con gobernar la Ciudad, son pertinentes todos los debates en torno a estos planteos.

Pasaremos con toda la dignidad posible el 31 de mayo, enfrentaremos el 14 de agosto tratando de demostrar el apoyo al Proyecto Nacional y, finalmente, haremos todo por concretar un segundo mandato de Cristina en las elecciones de octubre. Las fechas estaban en la agenda. Lo que hay que poner ahora es esto: veamos cómo ser una fuerza política que, teniendo al Peronismo como núcleo aglutinante, consiga convencer y aunar voluntades para gobernar la Ciudad de Buenas Aires, en el menor tiempo posible.

Si te sirve de algo, a mi también me dolió (y mucho).

3 comentarios:

  1. Está bueno, mucho mejor que lo que anda por ahí. La única verdá es la realidá

    Abrazo

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  2. Comparto en todo tu visión. Un baño de humildad, y a reflexionar. Todos los días hay que seguir aprendiendo, mientras se intenta construir. Y, para aprender el porqué de las conductas ajenas, lo mejor es escuchar, pensar, y elaborar propuestas y un lenguaje que tengan en cuenta al verdadero destinatario de las mismas, al real y no al imaginado o deseado por uno.

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  3. Coincido bastante con vos, sin embargo nuevamente me han hecho sentir un anormal, un raro... yo nunca he podido disfrutar saliendo de shopping, aunque me lo impusiera como meta para no desentonar con la "gente normal". Siento que muchos han decidido tarjetear en cuotas para más adelante su compromiso con la patria, y encima te palmean diciendo "bueno,que vas a hacer...", y eso duele y enoja... por eso prefiero callar ante los extraños hasta que encontremos un mensaje mas "digerible" para los "normales" de cara al 31 de julio.
    Guillermo

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