viernes, 18 de marzo de 2011

MOYANO Y UNO

Dos cosas antes de decir nada: la primera que –como en casi todo- no se trata de un solo tema sino de varios, variables que se entrecruzan y exigen flexibilidad y amplitud de pensamiento. Dos, hablemos diciendo claramente desde donde lo hacemos y sin hipocresías.

El tema no es Moyano, tampoco el sindicalismo argentino. Quiero hablar del movimiento sindical en el proceso que se abrió el 25 de mayo del 2003.

Por un lado, la historia marca que el movimiento obrero organizado se convirtió en un poderoso factor de poder y presión, con lógicos intereses profesionales (la defensa de sus afiliados, los trabajadores), que no es lo mismo que decir intereses “corporativos”.

Además, este tipo de sindicalismo moderno incorporó las prestaciones de salud, formación –tanto como parte de la educación formal como la profesional- y recreación, lo que obligó a las organizaciones a especializarse y a administrar-gerenciar.

Y un plus más que importante: el movimiento obrero consideró que una destacada participación en el Estado era imprescindible. Participación como funcionarios, participación desde la política, participación como actor institucional sobre todo cuando el color político que lo representa mayoritariamente se encarga del manejo del Estado (y generalmente de su recuperación).

Esta es la visión del sindicalismo según el peronismo y por lo tanto –y por convicción- es mi visión.

El 2003 nos encontró con un sindicalismo rejuntado pero que podíamos diferenciar bastante bien –si es que uno quiere tomarse el trabajo-en sus posiciones. Siempre fluctuante, pero si podíamos decir que los “gordos” habían quedado muy complicados con las políticas desindustrializadoras y neoliberales del menemismo, que hubo otros anteriores que fueron hasta cómplices de la dictadura. Que existía un sector –el núcleo del MTA sobre todo- que ostentaba con orgullo haber resistido a esas políticas desnacionalizadotas. Todos sabemos que Moyano lideraba ese grupo. Bien. Y había muchos que iban y venían, como siempre ocurrió en nuestro movimiento sindical.

Marginalmente quedaban los “combativos” y también los eternos contestatarios de las listas multicolores de la izquierda partidaria tradicional.

El mayor peso del movimiento sindical y la CGT fue una base indiscutible de apoyo al gobierno de Néstor y lo es hoy con Cristina. En este sentido Hugo Moyano es un compañero y aliado fundamental por lo que representa.

Hay una larga historia de ataques al movimiento obrero, y a la dirección de CGT y Camioneros en particular. Muchos se relacionan con la defensa de los intereses –si corporativos- de la Mesa de Enlace, con los sectores que dominan la cadena de precios y provocan alzas injustificadas que impactan en la canasta familiar, con sectores hegemónicos de los medios de prensa (ya sabemos de lo que hablamos). Sectores que, en definitiva, se han beneficiado política e ideológicamente –no sólo económicamente- con la dictadura militar y luego, en el menemismo. Sectores que no se tocan y los Kirchner han tocado. No podemos no tener en cuenta este elemento fundamental.

Y después está lo otro, el imaginario que siempre se basa en hechos reales que se generalizan para estereotipar y demonizar al “enemigo” (y el movimiento obrero es el enemigo de esta gente). Entonces, todos los dirigentes sindicales son Pedrazas, tienen patotas armadas que envían indiscriminadamente para amedrentar y defender sus privilegios, son mafiosos, todos son ricos y por lo tanto delincuentes, todos malversan los fondos de sus afiliados, todos medran con medicamentos truchos. Moyano es el ícono de la fábula y un objetivo mediático permanentemente en la mira.

Tampoco son santos, como no los hay en ningún sector de la sociedad y mucho menos en los factores de poder y presión de la sociedad.

No se si está bien lo del paro del lunes, no queda claro el pedido de la justicia suiza, se está armano mucha polvareda alrededor de esto y es sumamente sospechoso. Ya salió la Mahatma Carrió a hablar por el multimedios. Ya esta la “hormiguita” que parece vuelta al redil. Denuncias, dedos levantados, apelación a la tilinguería y año electoral.

Cuando se “lima” al moviendo obrero, sus instituciones y dirigentes como si fueran un todo, a mi me corre una cosa por la espalda y me pongo inmediatamente al lado de la organización sindical. Porque uno es eso, un trabajador y defensor de la organización sindical (no tiene ningún mérito, es una autodefensa contra el abuso del Capital). Y las cosas suelen venir mezcladas, sin buenos ni malos, todos primos.

Tal vez los compañeros se equivoquen y entren en el juego de otros, y aparezcan como una “corporación” que se resiste a la Justicia, y etc etc etc. No se. Guarda, que no nos perdonan una.

Lo que quiero decir es que de última, cada uno tiene que saber dónde tiene que estar. Los problemas de los sindicatos -limpieza administrativa, burocratización, democracia interna y demás-, los arreglamos o no entre los compañeros. Es un largo camino el transitado en la defensa de nuestras organizaciones, no tenemos ningún apuro y esto no empezó ayer.

Lo importante es no hacer el coro de los “indignados”, atrás siempre hay alguien que se frota las manos y sonríe. No olvidemos que es un año electoral.

2 comentarios:

  1. compañero, decis "Tal vez los compañeros se equivoquen y entren en el juego de otros, y aparezcan como una “corporación” que se resiste a la Justicia, y etc etc etc."

    sí, es así, el paro es un error, la pelea con Clarín se gana también en lo simbólico, un lunes de paro nos ganamos millones de puteadas,
    saludos

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  2. lo dije porque pienso que sería así cumpa, pero han rectificado. Entiendo que estén molestos por el ruido que hicieron los medios más cuando la embajada suiza dice que ni Pablo ni Hugo Moyano están mencionados en el pedido.

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