“Las operaciones militares se deciden en el Consejo de Seguridad en el cual los cinco vencedores de la Segunda Guerra deciden solos. Argentina forma parte del grupo mayoritario en la ONU que busca democratizar” ese organismo, sostuvo el jefe de la diplomacia nacional en su cuenta de Twitter.”
“Además, recordó que ‘Argentina (Perón) fue el primer país en oponerse en permitir que los vencederos de la segunda guerra tengan derecho a veto. Visionario." (La Nación, 20-03-2011).
Venezuela, Uruguay, Paraguay y otros países de la región rechazaron la intervención armada oficialmente. Aún no se expide oficialmente la UNASUR, y sería necesario que lo hiciera para fijar una posición como bloque. La tremenda agresión e intervención en asuntos internos de un país debe ser condenada con energía y denunciados los intereses de sus perpetradores.
Brasil albergaba al Presidente de los EEUU, cuando este monitoreaba las acciones bélicas desde su hotel. Obscenidades que –más allá de toda consideración emotiva que suelen traer los demócratas para muchos colonizados- nos recuerdan que el Imperio puede tener al frente hijos de puta de variados colores, en este caso, café.
Cuando “occidente” bombardea un país del (ex)Tercer Mundo las cosas cambian totalmente. Defienden intereses petroleros, estratégicos y/u ocultan “eticas” que por ejemplo le pueden haber permitido a Sarkozy financiar su campaña (como le recordara el “lider” libio). Sólo algún pelotudo (buscaba otro término pero no lo encontré en mi limitado vocabulario) puede pensar que se defiende la libertad y la democracia lanzando misiles desde el mar y acotando el espacio aéreo de un país soberano.
Los EEUU invadieron Panamá (fines de 1989) con el objetivo de capturar al General de las Fuerzas de Defensa y jefe de Estado Manuel Antonio Noriega, porque era un “narcotraficante” corrupto. Panamá no está mejor después de eso.
También atacaron Afganistán persiguiendo a Bin Laden, y derrocaron a los talibanes, unos turros de aquellos. Aún ese país es un caos y Al Kaeda sigue bien gracias.
Saddam Hussein debía morir y murió ahorcado. Un detestable dictador sacado a patadas en medio de una lluvia de fuegos artificiales, porque eso parecen los bombardeos por la CNN.
Ahora hay que impedir que Muamar Gadafi (o Kadafi, como se quiera) tome Benghazi, el bastión “rebelde” y siga masacrando a su propio pueblo. La lucha contra los malos nunca termina. Nada tiene que ver en esto el interés del pueblo libio ni las cuestiones internas que “occidente” no le dejará resolver por si mismo.
En Libia hay una guerra civil, llena de militares de ambos bandos. Hay un sistema que gobierna hace 41 años y un hombre que pasó de héroe nacional a dictador en ese tiempo. Un buen amigo (y cómplice) de la bien pensante Europa, de su ex metrópoli Italia. Los colonialistas de toda la vida juzgan a feroces dictadores.
¿Se trata de ver quién es el más malo? No, se equivocan los que ven la política internacional desde un tribunal de ética universal. Hasta la vieja teoría del imperialismo “malo” (EEUU) y el “bueno” pasó a la historia, o a la fantasía. El punto de toque sigue siendo el conflicto Norte-Sur, de países altamente desarrollados y países “desalineados”.
Europa como genérico y los EEUU han dado pruebas concretas de lo que son capaces: inventores y regeneradores del más brutal colonialismo, imperialistas confesos, contrabandistas, ladrones y asesinos seriales y en escala. Todo eso no convierte a los Gadafis en lo contrario de lo que parece, pero permite saber quiénes acusan y por qué.
El Movimiento de Países No Alineados tenía un par de preceptos interesantes: la no intervención en asuntos internos de los países y el respeto a la autodeterminación de los pueblos. Sería bueno que la comunidad internacional se guiara por ese par de verdades y no por la barbarie de terroristas “occidentales”. Las Naciones Unidas son hoy una cáscara absurda y malintencionada para encubrir la necesidades de gente muy, pero muy peligrosa (mucho más peligrosa que Muamar Gadafi).
Esto no quiere decir que debamos sentarnos a ver cómo en un país se hacen bosta en virtud del respeto, podemos exigir un alto el fuego, conferencias de paz, negociaciones entre los bandos beligerantes (los opositores libios son eso y no “manifestantes”), mediaciones de terceros confiables a todos los sectores en pugna. Muchas opciones, estamos obligados a tener muchas opciones todos.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es un anacronismo y una hijaputéz. La burocracia de las Naciones Unidas destila sangre. Es hora de revisar un orden que está cambiando a pasos acelerados y pasar a una globalización que se base por el interés de los pueblos. Acá en Sudamérica estamos demostrando que es posible.
Pero tiene que ser pronto, porque el terrorismo europeo y estadounidense es insoportable.
Coincido plenamente con la publicacion. Que cada pueblo busque su propia revolucion y particularmente en Libia que se destape la olla de los tratados corruptos del petroleo.
ResponderEliminarFuerza Libia!!!
Coincido plenamente con este artículo, espero que artículos como este sirvan para concienciar a la población de las injusticias que occidente sigue cometiendo sobre países soberanos, sobre la ignominia que supone intervenir en un país extranejero por razones económicas y geoestratégicas pero bajo el falso pretexto de salvar vidas humanas. Soy español y siento vergüenza e indignación sobre cómo el congreso de mi país ha aprovado el ataque a Libia con la gran mayoría de los votos de los diputados, pido perdón a todos los países que sufre y sangran como consecuencia de intervenciones fascistas que tienen como único objetivo el robo, el expolio y la muerte.
ResponderEliminarCompañero Jorge, entiendo lo que sentís, acá nos pasó muchas veces eso de estar a contramano con lo que hacen nuestros gobiernos, tal vez sea esta la primera vez que no. Hay cosas que uno dice de Europa y no aclara pero debería, no es con los pueblos que no eligieron ni matar, robar, colonizar, es con esas clases dirigentes que manejaron el poder y manejan intereses ajenos a sus pueblos muhas veces. Gracias por el comentario.
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