jueves, 17 de agosto de 2017

A CADA FULANO LE LLEGA SU SAN MARTIN

Todos tenemos un San Martín. Por lo general, encaja con el que elaboró Mitre en noches de liberal y fecunda borrachera literaria para enseñarnos al Padre de la Patria, y de paso, decirnos qué debíamos pensar sobre qué cosa era una patria. Mitre fue el presidente que llevó a la Argentina -recién estrenada- a su primer conflicto internacional, una carnicería asqueante llamada pomposamente "guerra del Paraguay" e inauguró un ejército "nacional" que era la exacta contracara de los regimientos que comandara Don José. Ejército colonial, ejército Libertador. Y así comenzaron las representaciones.

El montado en el caballo blanco que se le movía el brazo con sable, cuando se jugaba a los soldaditos y no eran yanquis en la segunda guerra. El de la estampita de billiken, serio, con  la bandera de  fondo. El de los desfiles militares, el de los militares. Qué cada uno piense cuál es su San Martín.

A mí el General me pareció siempre popular, antioligárquico y anti imperialista. Vale decir que los dos últimos términos no se usaban en su época como pudimos entenderlos de los sesentas para acá; pero si se condice con las cosas que pasaron. Fue popular si uno se fija en su obra secreta (ocultada) que fue el gobierno de Cuyo. Realidad efectiva, banque a los sectores más humildes, integración de indios, altos impuestos a los pudientes, y todo eso para bancar la guerra de la Independencia contra España  o, mejor dicho, en ese conflicto que fue una guerra civil entre americanos, unos  a favor de España (que algunas veces también marchaban con tropas peninsulares) y otros a favor de algo difuso pero sentido, que el General llamaba "la Patria Grande". Remiso y arisco con la "aristrocracia" criolla, que iba de la mano con los comerciantes (contrabandistas) de la Portuaria BA... de Rivadavia ni hablar. Y lo de anti imperialista es más fácil, porque se recita desde la primaria con  eso de que liberómediocontinente... del imperio Español. Y agregamos: y de cualquier  otra dominación extranjera.

Bancador de una clase de gente especial: de caudillos, que muchos fueron antes de eso sus soldados; de conjurados y él lo fue en un par de logias; de belgranos, de Belgrano. Disciplina militar en la tropa, claro, y también viveza criolla en la pelea, guerra de zapa (o, para buenos entendedores: guerra de guerrillas). A nada de esto el Gran Capitán le hizo un asco.

Eso de San Martín, Rosas, Perón  puede ser un tanto forzado, una construcción  de la segunda mitad del siglo XX, es cierto. Pero es infinitamente más sincero y real que un San Martín, Caseros, Roca. Y nunca va a ser San Martín, Uriburu, Videla. Nunca. Entonces...

San Martín también te llega. Mire usté, la patria estaba en ruinas -como cada tanto- y apenas la bandera flameaba en algún lado. Uno había perdido la fe en la Patria que inventó San Martín. Y apareció uno, que no era libertador, ni puede desde ya empardarlo, pero apareció de  la nada y, a mi, me devolvió la Patria de San Martín con creces. Fue en mayo también, pero del 2003. Porque la Patria es una esperanza.

¿De qué lejano exilio volverá en la próxima? Pasa que San Martín siempre vuelve, y la venia hoy se la hacemos con los dedos en V.


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