lunes, 17 de abril de 2017

EL FASCISMO AMATEUR



Está mostrando las alas un monstruo que hemos subestimado por demasiado tiempo. Fue fácil atribuir todo a un anti peronismo cavernícola, y más sencillo aún ridiculizar a sus eventuales propagadores. Parecían ecos de un drama transformado en farsa, como para estar a tono con el señor alemán de izquierda.

Pero no, esto va más abajo, al lecho profundo que debe tener el Riachuelo, putrefacto, sobresaturado de químicos y con la flora y fauna degenerada por tanto agente invasivo. Tal vez el anti peronismo sea la aleta visible desde lo lejos, seguramente. 

Es la verdadera batalla cultural que vamos perdiendo, si no es que ya la hemos perdido hace rato. Sin duda reconoce un momento importante en el espanto por el peronismo original y la alegría malsana por su derrocamiento. No creo que sea el punto de partida, a éste lo imagino aún más lejos… El anti peronismo era el nombre del odio contemporáneo. 

El otro momento imprescindible–aunque de mero ajuste- fue la Dictadura. En tal caso, de ese punto parten ellos, cuando ponen esa cara de “ynosé” como para ir aceptando la argumentación de que el país era un quilombo, que los guerrilleros -que los subversivos- mataban a troche y moche, y que había que poner orden. Primera justificación de un genocidio… orden. Ahora también hay que poner orden después de la aventura K, orden por la inseguridad, orden por la corrupción, orden porque la gente es mala y comenta. Y tuercen la boca mal. Digámoslo… ¿o acaso la Dictadura no tuvo algún consenso? Claro que lo tuvo, era esa “mayoría silenciosa” que nos enrostraba Martínez de Hoz. Estos son los hijos y los nietos de aquellos.

Un par de aclaraciones… La Dictadura es la “Dictadura Cívico, militar y eclesiástica” porque ahí nos paramos y desde esa mirada hablamos. Y la “mayoría silenciosa” no era mayoritaria, pero bastaba. Como ahora. 

Hay odio por las garantías constitucionales, que quedan amputadas en “garantías” como una mala palabra, también subversiva, de irresponsables o terroristas que van soltando delincuentes y que hacen pesar más los derechos humanos de éstos que los de las víctimas. Y no pienso salir de este párrafo con el atajo fácil de la cuestión social para justificar cualquier cosa. El contexto social regresivo, de movilidad social negativa como el presente, claramente favorece la emergencia de delincuencia y de ninguna manera se dice con esto que todo aquel que se queda sin laburo se le ocurre salir de caño.

La cosa es más compleja, tiene que ver con la rémora monárquica de la  Justicia más que con las leyes, con un servicio penitenciario corruptísimo, con policías y fuerzas de seguridad plagadas de cárteles y bandas internas. En definitiva, con una matriz corrupta que corrompe y mata. Pero, lo complejo es enemigo de esta gente que opina para sus adentros y que ahora lo hace en alta voz. Lo complejo es obviamente subversivo. 

Entonces, vamos recapitulando temas en disputa: dictadura-guerrilla; inseguridad; corrupción política. El período K fue la suma de todos los miedos: guerrilleros o amigos de guerrilleros que, por populismo, demagogia, repartieron planes, liberaron presos peligrosos (como hizo Cámpora en el ‘73) y se robaron todo, pero todo todo. Pasa que el que se quemó con Perón, ve un derecho y llora. Volvemos a lo del peronismo…  Los tres gobiernos peronistas de los Kirchner los volvieron absolutamente locos de odio y rabia. Uno no puede entenderlos, la verdad es que no. Uno piensa que les jode soberanamente la igualdad y por eso sienten que les falta libertad. 

Odio también con los de afuera, porque para ellos la extranjería se mide para abajo, hacia esos “otros” que pueden menoscabar sus derechos, que le pueden robar el trabajo o que pueden vivir a sus costillas… No hay extranjeros en los empresarios; aman la globalización que los lleva a remotos destinos del primer mundo. Y es todo mentira, no quieren al otro simplemente porque es distinto, porque es otro, porque no da el estándar ario ni el latino triunfadorenmiami, porque les cuestiona algo tan en su fuero íntimo que los rebela y atormenta. 

Son los eternos partidarios de la mano dura. Quieren que el Estado mate a alguien cada tanto, como un sacrificio humano para que los dioses no se enojen con ellos. Tienen una violencia contenida y añeja, síntomas todos de una impotencia y bajísima autoestima extraordinarias. Y como son medio brutos, la escuela pública no pudo hacer mucho por ellos o han sido muy mal aprendidos. 

Son la base social del fascismo, si las circunstancias fueran la de aquella Italia. Gente común que les horroriza ser comunes, no ser especiales, sospechar que no se pertenece…ay, dios mío cuántos males nos hubiéramos evitado si los valores aprendidos hubieran sido otros. 

Hablemos de valores. Los compañeros educamos a nuestros hijos con la visión de comunidad, la intolerancia a la injusticia, la tendencia natural a la solidaridad. A mirar al más débil primero, a amar y no a amarrocar. A sentir que la verdad es una cosa importante. Si nos sale bien o mal la trasmisión de estas cosas es harina de otro costal, de la misma forma de que uno mismo pueda ser un ejemplo bueno, regular o malo de esta prédica. 

Esta gente habla de otra cosa. Aunque muchos valores se parezcan están acotados a uno mismo, la familia y poco más allá. El otro es potencialmente dañino y tiene malas intenciones. Gente atrapada en una glaciación que desconfía de todo lo que no haya estado desde siempre en la caverna. 

Son peligrosos, por el veneno que portan en sangre y porque en manada pueden animarse a practicar los ritos que imaginan. Alguien les quiere abrir la jaula…

Los que Mandan, esos de verdad que no necesitan ser fascistas ni neoliberales porque ya son todo y más, son los que envenenan, reclutan y dirigen a esta gente. Hay un atrás del odio, una trastienda del fascismo amateur en donde actúan los Profesionales. Ahí sí que no hay ensayo y error, se sabe muy bien lo que se quiere y de qué formas se puede lograr.  Esos son el verdadero enemigo y de cuidado. 

La derecha tilinga ha envalentonado al fascista amateur mientras se envalentonaba; sienten que ahora si se puede decir todo eso que la mirada progresista condena. Son el subsuelo de un pantano sublevado, contra nosotros y nuestra “correcta” manera de decir y pensar. Pero no hay diferencias genéticas ni de DNI con nosotros, y ahí está el problema; parecen una subespecie, pero no lo son. Muchos compañeros se mueven en espejo de esta gente, y es una lástima porque estamos para un poco más que la berretada. 

Con estos tipos perdimos hace rato por ser quienes somos. Ninguna conveniencia económica los hará cambiar porque su odio es ideológico, social y si fuera posible también racial. El tema son todos aquellos que a veces les hacen de comparsa, aquellos con los que estos energúmenos trabajan taladrándoles el alma, y a veces con éxito. El problema son todos esos otros que están a merced de todos los autoritarismos, los gestos de desprecio, la mala onda hecha forma de vida, la verdadera hijaputéz de mala gente. Porque a todos esos otros debemos contenerlos y devolverlos al lugar que corresponde, que es el apoyo y la participación en una democracia popular y un proyecto nacional. Y debemos hacer todo lo que haya que hacer aunque nos cuestione cosas, aunque haya que revisar y dar parcialmente la razón. El fascismo de entrecasa puede ser aislado, porque el reencuentro imprescindible es con esa otra gente.

Entre otras cosas, para esto sirve la política.


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