martes, 14 de diciembre de 2010

EL HUEVO DE LA SERPIENTE

“El huevo de la serpiente”, película de I. Bergman, analizaba con indisimulada crudeza el surgimiento del nazismo y los silencios cómplices de vastos sectores del pueblo alemán. El discurso estrambótico de Hitler ascendía pisoteando conciencias atontadas por vidas sin futuro, la voluntad quebrada en medio de una enorme crisis económica.

En estos días tristes, algo parecido afloró en Villa Soldati. Tomo retazos que todos vimos por la tele… la uruguaya que pedía “cortar la cabeza de los ocupantes”; el grandote de chomba que increpaba a la reciente viuda del muerto n° 3 “¿si yo me voy a Bolivia y ocupo una plaza, me dan un terreno?”; los “vigilantes civiles” que sacaban sus perros (uno con un dogo) y el de remera roja subido a un caballo patrullando; los que sacaban a relucir la buena onda con la domestica paraguaya, con el verdulero boliviano que vive en el mismo edificio, para escupir “que estos se vayan a su país”; la conurbanera que en facebook pedía “muchos camiones para llevarse a todos los negros a la frontera”. Y los que finalmente, salieron a cazar “okupas”.

Hay olor a xenofobia, racismo, odio. Un manojo de malos sentimientos que tienen historia…

En la escuela nos enseñaron durante mucho tiempo (ahora parece se está pegando la vuelta, pero el mal está hecho) que, gracias a la “epopeya” de la Conquista del Desierto nuestro país integró la Patagonia que se querían “robar” los chilenos. Si hay “epopeya” hay héroes y eso sería Roca, el “procer” preferido del Jefe de Gobierno porteño. Si hay “desierto” significa que había un espacio “vacío”. Los indios no califican como gente.

Por otra parte y si no fuera por O. Bayer, casi no nos enterábamos que la Patagonia era “la Patagonia trágica”, tumba de peones y obreros rurales que reclamaban velas y condiciones casi humanas de vida. Como tampoco se sabe demasiado que los portuarios de la década del 20 reclamaban un botiquín a bordo y fueron asaltados por matones y niños bien de la Liga Patriótica.

Se ha dicho y está bien, que somos un país de “inmigrantes”, lo cual es parcialmente cierto porque eso no toma en cuenta a la mitad ignorada que cruzó indígena con español y dio gauchos, mucho antes de avistar en puerto el primer barco en el que venían los abuelos y bisabuelos de muchos. Y encima esos inmigrantes europeos fueron despreciados, burlados, robados, estafados… Hablemos de minorías y no sólo de gallegos y tanos. De esos árabes que venían del Imperio Turco y fueron a secas “turcos” (un insulto para gente sometida), y alguno que llevaba apellidos como Al Salam y le pusieron “Salame” en la ficha de ingreso, mientras estallaban las risotadas.

Existe una historia de crueldades no enseñada e ignorada. Todo está guardado en la memoria, como dice León, porque lo que se calla algún día explota o se hace cáncer. En esta sociedad está instalado ese cáncer.

La Dictadura fue el gran catalizador. La maquinaria del Miedo que vuelve por demás cautelosa a la gente y disemina la mala conciencia. No ver, no saber, ni pensar, no imaginar, no cuestionar. Nada, ni aunque sea en el silencio interior o frente al espejo del baño. “Yo no ando en nada, a mi no me va a pasar nada”. “Yo soy bueno, lo malo le pasa a los que son malos”.

Ser pobre es malo. La pobreza tiene aún el estigma medieval del pecado, como un castigo de Dios. Y para los que están a un paso de la pobreza y haciendo equilibrio, caer es la peor pesadilla. Alejar la pobreza eliminando a los pobres de la vista suele ser un método barato y sencillo.
Malos sentimientos. Y buitres que los aprovechan. La década menemista fue maestra en indignidades. Entronizó el individualismo burlándose de toda la antigua militancia solidaria y con ideales. “Se quedaron en el 45”, por no decir que eran de los setentas. Y lo lógico entonces era el indulto a los jefes militares que habían planeado y ejecutado el último genocidio. Porque tenían razón y habían ganado la “guerra”, como Roca.

Lo bueno es malo y lo malo es bueno.

Irresponsables que se aprovechan como hizo la Alianza, borrando con el codo lo que escribían con la mano. Burladores hipócritas de la esperanza.

Completemos con una sobredosis de desempleo. Agreguemos el sinsabor de la incultura del no trabajo. Convirtamos las escuelas en comedores. Capturemos los ahorros de los sectores medios y luego salvemos a los bancos estafadores, como hizo Duhalde.

Hay argentinos que cursaron forzadamente toda la currícula del atropello y se recibieron de fascistas. No todos, pero algunos muchos.

Tienen razones, no hay que negarlo. Es cierto que se han esforzado, que trabajaron y muchos duramente, pagaron un alquiler, se metieron en un plan de vivienda y después de mucho trajinar llegaron a la vivienda propia que están pagando. Es cierto que un alza de precios los descajeta. Es cierto que muchas veces son víctimas de la “inseguridad”. Es cierto que no están bien y que sería justo que estuvieran mejor. Lo que uno se pregunta es: ¿por qué los complace nivelar para abajo? Si yo no lo tengo y me cuesta, que ellos no lo tengan y les cueste.

Trato igual de no hacer sociología barata. Son sectores y se trata de disvalores culturales muy arraigados. Seguramente hay muchos fulanos en esa barriada de Soldati –y en las que se van sumando al triste espectáculo de la toma- que están pensando algo similar a esto y se espantan de algunos de sus vecinos.

¿Cuánto tiempo deberá pasar para curar estos males? ¿cuántos gobiernos como estos que tenemos desde el 2003? ¿cómo se puede aprender que nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza? ¿cuántos abrazos hacen falta, aparte de más consumo de bienes materiales?
Los fascistas convencidos son unos pocos, pero los fascistas por arrastre son bastantes más. Es un problema que traemos de lejos. Porque el odio es hijo del miedo y los animales con miedo atacan por si los atacan, y los hombres lobos con miedo matan por si alguien les saca algo. Por si, por las dudas. Porque “por algo será”.

Muchos estamos convencidos de que existe la manera de que seamos un Pueblo, un pueblo felíz en una Patria Grande. Y no vamos a parar de estar convencidos.

1 comentario:

  1. Estoy con muy poco tiempo. Pero pude leer tu nota.
    EXCELENTE.
    Gracias companiero
    E.T.

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