viernes, 24 de diciembre de 2010

BALANCE P'ALANTE

En la “guerra del fin del mundo” es imposible percibir matices. Y como siempre parece que hay que salir a defender la Patria, el debate “amigo-enemigo”, “bueno-malo”, volatiliza la necesaria posibilidad de navegar la promiscua gama de grises en los que suele transitar la realidad. Comienzo un tanto postmoderno para un análisis que no lo es…

La política como actividad incluye las “internas” de todo tipo y estas se dan generalmente entre compañeros, entre los que dicen compartir un mismo proyecto. En un país políticamente “normal” esta afirmación no asustaría a nadie. Esto es un asunto y poder verlo en detalle –para lo cual es necesario recabar mucha y variada información, que no es el caso- pondría ante los ojos profanos una diferenciación de métodos, construcciones sociales y aún de metas que darían para el asombro. Casi, casi rozando los bordes de lo que podríamos llamar “compartir un mismo proyecto”.

Lo que está pasando de un tiempo a esta parte, creo que tiene que ver con otra cosa (y volvemos a las dicotomías de la Patria en constante estado de necesidad). Desde la desaparición física de Néstor –y tras un breve período concedido a la viudéz y al dolor manifiesto e inocultable de millones- el proceso iniciado en mayo del 2003 volvió a estar en la mira. Y esta vez –como se podía intuir en la “crisis” del llamado campo- comenzaron a disparar.

Comenzó con el ataque de una patota al servicio de la burocracia ferroviaria de Pedraza contra trabajadores “tercerizados”, dirigidos por el Peó. Los troskos son inchapelotas, qué duda cabe. Pero los animales fueron a matarlos, se llevaron la vida de uno y dejaron a dos muy mal heridos. Curioso tema el de “dirigentes sindicales” que tienen –per se o por testaferros- empresas que tercerizan servicios (una genialidad de la precarización laboral que infiltró el menemismo), manteniendo “empleados” sin convenio, con contrataciones basura, sin derechos, sin estabilidad y a discreción de la caprichosa voluntad de punteros (perdón, de “referentes”).

Continuó con el “enfrentamiento” de la valiente policía formoseña con miembros de la etnia Qom. Resultado, un policía y dos indígenas muertos. Heridos, detenidos, expulsados. El tema es de larga data: tierras y derechos no reconocidos de comunidades originarias. Gildo Infrán afirma que su policía actuó correctamente. Infrán es un gobernador que se dice “kirchnerista”, pero que tiene mucho más que ver con Roca que con Kirchner.

Se agravó mucho con las “tomas” de predios. Los “ocupas” (xenófobo y racista zócalo mediático con que se los denota) acamparon en el Parque Indoamericano, y en siete locaciones más en lo que parecía ser una toma masiva de tierras y un desborde multitudinario de ocupantes sin vivienda. Desalojo con la Federal y la Metropolitana, dos muertos, reacción de los “vecinos”, otro muerto. Gendarmería, negociaciones, desalojo voluntario. El tema de fondo, la falta de vivienda. La no construcción de viviendas que porfiadamente exhibe como política el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Aún hay “tomas” vigentes, sobre todo la del Club Albariño que mezcla punterismo rancio, avivadas, dinero de subsidios, necesidad(es) básica(s) insatisfecha(s).

En estas acciones se intentó la metodología del saqueo a supermercados, pero no prendió.

Ya casi sobre la Navidad, otro quilombo en Constitución (y van…). Supuestos “tercerizados” ferroviarios (también encolumnados con el Peó) que cortan vías en Avellaneda. La gente que se agolpa en Constitución sin poder volver a sus hogares en el lejano Sur, el extremo calor, el agobio, las fiestas que se vienen. Un grupito organizado que tira literalmente la piedra y el desmadre violentísimo de algo visiblemente armado para tirárselo por la cabeza al Gobierno. La tele (sobre todo CrónicaTV y C5N, claro que TN) mostrando los incidentes sin solución de continuidad durante horas, muchas veces sin mencionar (o con un miserable cartelito que aparece y desaparece mágicamente) que se trataba de “imágenes ya emitidas”, cosa que parezca una especie de guerra suburbana que duró casi un día.

En el medio el gobierno porteño con un Macri que insiste en revolear la media y darle siempre a Cristina. Agresivo, fascista, amenazante, con los ojos celestes acerados diciendo “yo no fui, son ellos”. En el medio Schiavi, un ex jefe de campaña de Macri devenido en K y responsable de las líneas ferroviarias del sur que no pega una pero habla demasiado.

Y también un Gobierno que crea el Ministerio de Seguridad, coloca allí a Nilda Garré –la mina de los trabajos pesados- y ratifica que las fuerzas de seguridad no van a reprimir (a los tiros, como quieren tantos) el conflicto social. Ni siquiera el “armado” como en muchos casos. Ojo, no dijeron que no van a hacer inteligencia ni que no van a usar como corresponde la Justicia.

Entre tanto humo y tanto río revuelto, se ven dos actitudes y más de dos actores. Allí está la candidatura de bocatorcida Duhalde, lanzada impúdica e irrespetuosamente un 20 de diciembre con una mal aprendida coreografía de pastor protestante yanqui. Están también los “peronistas” que, como Ritondo, cofundaron el PRO macrista y saben un poco de cómo utilizar y hacer plata con los pobres y armar quilombos.

Está también alguna izquierda imbécil, catalogada así no por no apoyar al kirchenismo sino por servir sin desmayos al enemigo, creyendo (con seguridad que sus militantes lo creen y son honestos en esto) que lo enfrentan.

Está la derecha. Uno recuerda lo que decía el valiente Rivas (ese socialista) que de los Kirchner lo que más le gustaba eran sus enemigos. A uno le gustan algunas cosas más, pero vale lo dicho. Cuando toda esa calaña y esos intereses se ensañan con este Gobierno, macho ¿no te dice nada? ¿es una pelea intraburguesa? ¿vos sos pelotudo?

El asunto de fondo es que tienen que evitar un tercer período, que comenzaría a consolidar conquistas de los últimos años y daría un aire de continuidad por demás peligroso para esos intereses.

Veamos lo que hay que “evitar”: el avance del trabajo genuino y en blanco; la incorporación lenta pero continuada de vastos sectores sociales sumergidos al empleo, consumo, salud y educación; la consolidación del superávit fiscal como política de Estado (y no verso neoliberal logrado con el enfriamiento de la economía); el reestablecimiento de la participación de los trabajadores en la redistribución del ingreso (el fistifisti de Néstor); la reaparición del Estado como regulador y orientador de la actividad económica; el progreso del bloque americano en el MERCOSUR y la UNASUR jugando como un actor de peso en la discusión de la política global; el triunfo de la Justicia y los Derechos Humanos y la derrota definitiva de la impunidad; la recuperación de las FFAA como el brazo armado del pueblo…

Y la dignidad. Lo peor es que continúe este proceso intenso de que nos sintamos orgullosos de ser argentinos. De aceptar al Che como el héroe de esta época, que cada vez más pibes se pongan remeras con la cara de Eva para que les abrace el corazón y los cuide, de que buena parte de la Historia en serio empiece con Perón, de que lloremos con la desazón de Belgrano y nos levantemos con él cuándo nos mira desde la pantalla y nos dice ¡viva la Patria!

Es que la derecha sabe que todo comenzó un día cuando un fulano desgarbado que no conocía nadie se calzó el traje estrambótico del Eternauta, porque la lluvia de nieve ácida nos estaba calando los huesos.

La Historia no es lineal, pero muchas veces puede recomenzar.

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