sábado, 20 de marzo de 2010

ROMERO


YO QUISIERA HACER UN LLAMAMIENTO DE MANERA ESPECIAL A LOS HOMBRES DEL EJERCITO, Y EN CONCRETO A LAS BASES DE LA GUARDIA NACIONAL, DE LA POLICIA, DE LOS CUARTELES


Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR... Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado... La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...!

Homilía del domingo 23 de marzo de 1980. Monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de ese año por la dictadura salvadoreña, cuando consagraba el pan y el vino en el altar.


A cada uno de nosotros nos está diciendo Cristo: si quieres que tu vida y tu misión fructifique como la mía, haz como yo: conviértete en grano que se deja sepultar, déjate matar, no tengas miedo. El que rehuye el sufrimiento se quedará solo. No hay gente más sola que los egoístas. Pero si por amor a los otros, das tu vida como yo la voy a dar por todos, cosecharás muchos frutos, tendrás las satisfacciones más hondas. No le tengas miedo a la muerte, a las amenazas. Contigo va el Señor. El que quiera salvar su alma, es decir, en frase bíblica, el que quiera estar bien, el que no quiera tener compromisos, el que no se quiere meter en líos, el que quiere estar al margen de una situación en que todos tenemos que comprometernos, ése perderá su vida. Qué cosa más horrorosa haber vivido bien cómodo, sin ningún sufrimiento, no metiéndose en problemas, bien tranquilo, bien instalado, bien relacionado políticamente, económicamente, socialmente. Nada le hacía falta, todo lo tenía. ¿De qué sirve? Perderá su alma. Pero el que por amor a mí, se desinstale y acompañe al pueblo, y vaya en el sufrimiento del pobre, y se encarne y sienta suyo el dolor, el atropello, ése ganará su vida, porque mi Padre lo premiará.

(Homilía 1 de abril de 1979, VI p. 249).

El Espíritu de Cristo nos ha ungido desde el día de nuestro bautismo y formamos entonces un pueblo que no se puede equivocar en creer. ¡Qué consuelo me da esto, hermanos! Ustedes no se equivocan cuando escuchan a su obispo y cuando acuden, con una constancia que a mí me emociona, a la catedral a escuchar mi pobre palabra. Y no hay un rechazo, sino al contrario, siento que se acrecienta más en el corazón del pueblo la credibilidad a la palabra de su obispo. Siento que el pueblo es mi profeta.

(Homilía 8 de julio de 1979, VII p. 61).


¡Monseñor Oscar Arnulfo Romero, pastor nuestro, presente en tu pueblo latinoamericano!

3 comentarios:

  1. Compañero:
    Lo felicito por su blog
    Lo invito a conocer el mío y, si le agrada, podemos hacernos seguidores mutuos y compartir el blogroll.
    ¡Aguante Cristina!
    ¡Un abrazo peronista!

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  2. ME EMOCIONA EL RECUERDO QUE HACES DE MONSEÑOR ROMERO! VIDAS COMO LA SUYA, SU COMPROMISO CON LA JUSTICIA Y SU AMOR A SU PUEBLO, SIRVEN DE INSPIRACION Y DE EJEMPLO ETICO, PARA LOS QUE DESEAMOS UN MUNDO MAS JUSTO, MENOS DESIGUAL, MAS FELIZ PARA LOS "DE ABAJO".

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  3. Trajo un gran recuerdo de una persona que muchos de su misma investidura deberían imitar para darle el verdadero significado al mensaje legado!

    le dejo un abrazo grande en estas horas de recuerdos y ausencias obligadas
    aunque siempre PRESENTES!

    Adal

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