
martes, 23 de marzo de 2010
sábado, 20 de marzo de 2010
ROMERO

Homilía del domingo 23 de marzo de 1980. Monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de ese año por la dictadura salvadoreña, cuando consagraba el pan y el vino en el altar.
A cada uno de nosotros nos está diciendo Cristo: si quieres que tu vida y tu misión fructifique como la mía, haz como yo: conviértete en grano que se deja sepultar, déjate matar, no tengas miedo. El que rehuye el sufrimiento se quedará solo. No hay gente más sola que los egoístas. Pero si por amor a los otros, das tu vida como yo la voy a dar por todos, cosecharás muchos frutos, tendrás las satisfacciones más hondas. No le tengas miedo a la muerte, a las amenazas. Contigo va el Señor. El que quiera salvar su alma, es decir, en frase bíblica, el que quiera estar bien, el que no quiera tener compromisos, el que no se quiere meter en líos, el que quiere estar al margen de una situación en que todos tenemos que comprometernos, ése perderá su vida. Qué cosa más horrorosa haber vivido bien cómodo, sin ningún sufrimiento, no metiéndose en problemas, bien tranquilo, bien instalado, bien relacionado políticamente, económicamente, socialmente. Nada le hacía falta, todo lo tenía. ¿De qué sirve? Perderá su alma. Pero el que por amor a mí, se desinstale y acompañe al pueblo, y vaya en el sufrimiento del pobre, y se encarne y sienta suyo el dolor, el atropello, ése ganará su vida, porque mi Padre lo premiará.
(Homilía 1 de abril de 1979, VI p. 249).
El Espíritu de Cristo nos ha ungido desde el día de nuestro bautismo y formamos entonces un pueblo que no se puede equivocar en creer. ¡Qué consuelo me da esto, hermanos! Ustedes no se equivocan cuando escuchan a su obispo y cuando acuden, con una constancia que a mí me emociona, a la catedral a escuchar mi pobre palabra. Y no hay un rechazo, sino al contrario, siento que se acrecienta más en el corazón del pueblo la credibilidad a la palabra de su obispo. Siento que el pueblo es mi profeta.
(Homilía 8 de julio de 1979, VII p. 61).
¡Monseñor Oscar Arnulfo Romero, pastor nuestro, presente en tu pueblo latinoamericano!
viernes, 19 de marzo de 2010
LOS MISERABLES: El Extranjero.

El Colorado dice que es peronista aunque no lo parece. A menos que se reivindique ese “peronismo empresario” que perdió la pulseada tras el Congreso de la Productividad (1955), ante las Comisiones Internas de la base social indiscutida e indiscutible del peronismo. No es cuestión de hacer uso del peronómetro, son sólo asuntos de la Historia.
Así y todo ganó una elección en la provincia de Buenos Aires, por poco pero ganó. No es un dato menor, trae a la memoria la alianza fatal del menemismo: los más ricos votando junto a parte de los más pobres. ¿Es así?, compañeros mejor capacitados para esto deberán investigarlo. Pero suena a eso y preocupa, claro.
Tiene un plan, guarda. Parece que nunca nos lo va a contar, pero dice que lo tiene. Arrancó con el tema (manoseado hasta la mugre) de la “seguridad”, nos cansamos de verlo (al menos) en enormes carteles por Panamericana en la ruta norte a los countries y barrios cerrados. Lo único concreto fue la página web en la que cada mal parido podía denunciar a su vecino y/o al vago del barrio que le caía mal, sin ninguna prueba y sin que nadie le pida justificación. Una especie de escrache contra la “delincuencia”.
¡Y este gobierno que no hace nada!, parece decir en su mueca que va de la indignación estudiada a la gélida sonrisa burlona. Tiene ese contenido desparpajo de los lúmpenes con guita. Es otro hombre de la derecha al que le cayó la ficha de que hay que arrastrar peronismo. Sacárselo al adversario (Cristina y Néstor) y tenerlo de base social (alfombra, tapiz, adorno de cazadores en el living).
Tiene un plan, tiene empresas, tiene ambición, tiene poder. Ahora se sube el precio pretendiendo la candidatura máxima y haciendo bardo entre los barones de la derecha. Pero no se va a poder por ese asunto constitucional que todos sabemos… Dice la carta magna: “a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino.” Y eso lo inhibe definitivamente.
domingo, 14 de marzo de 2010
LOS MISERABLES: El Cabezón

El bañero de Banfield. El hombre de la “renovación” que le había torcido la boca a Cafiero para irse a la aventura con Menem. Don Corleone, la merca como pago político como te contaban todos los vecinos en voz baja (y la corto acá con esto porque uno no tiene las pruebas y tampoco el cinismo de
Un hombre desagradable y tributario de tantos punteros conservadores de la provincia de Buenos Aires que abonaron el primer peronismo, no por identificación con el coronel líder de los trabajadores, sino por odio al yrigoyenismo “corrompido y obrerista” que les sacó la administración nacional en virtud de la ley Sáenz Peña. Ese “peronismo” de la tradición, la “famiglia” y la propiedad privada en que se refugian también hoy reaccionarios de toda laya.
De todas maneras, no es algo personal. Es estructural. Recordemos cuando el Senador se hizo cargo del Ejecutivo flamígero entre el humo del 2001, su mejor perfil. No había llegado por los votos (que siempre le son y le serán esquivos) pero finalmente había llegado. No hay que ser hipócritas (no hay que parecérseles): casi todos respiramos aliviados, alguien se hacía cargo del barco perdido. Comenzó a tomar medidas, a poner paños tibios, a componer el desastre. Respiramos aliviados pero así y todo hay que ir por partes, que no son detalles menores.
Con la pesificación asimétrica el ingreso de cada argentino se redujo a una tercera parte, una meta que las patronales no vislumbraban ni en su mejor utopía. Las empresas –y más que ninguna, los bancos “acorralados”- licuaron sus deudas de la noche a la mañana. Corrieron “salvatajes” estatales, de esos que el liberalismo no quiere oír hablar o, mejor dicho, de esos que son la función especial que el liberalismo le otorga al Estado: privatizar las ganancias, socializar las pérdidas. Hecho esto, el notable Mendiguren dejó el ministerio de
Planes para los piqueteros, planes para los Intendentes. Colchón a la bronca y poco a poco la “revolución asamblearia” se extinguió junto a su ideología de lavandina. Todo se fue haciendo más o menos normal, el robo a gran escala del neoliberalismo (alias “la década del noventa” de la que el Senador Presidente había sido protagonista insustituible) también.
Hasta hubo tiempo para ponerse duro de nuevo y soltar los perros. El perro Franchiotti por ejemplo en el puente Avellaneda. Dos piqueteros muertos. Zafarrancho de la política y vergüenza de la democracia. El Senador torció la boca y se achicó el “mandato”. Otra causa al viento.
Lo de “la producción” vino después. El Movimiento Argentino Productivo y la verborragia como si se tratara del Primer Plan Quinquenal, pero sin el ímpetu industrializador y redistribucionista de Perón. Una mueca de Perón.
Y allí está, con muchos menos amigos, con mucho menos manejo, pero con mucha capacidad de daño. Rumiando rencores, lamiéndose heridas. Detrás de cualquiera porque no puede estar al frente. Diciendo que lo obligan a volver, que debe llevarse al “monstruo” que trajo (a Néstor), que nadie como él interpreta al Justicialismo. Y quién pondría en duda que representa a ese Justicialismo “disidente” en derrota, anacrónico y patéticamente conservador.
jueves, 4 de marzo de 2010
LA JAURIA
