martes, 4 de octubre de 2016

MARGARITAS A LOS CHANCHOS



Un mercado interno generoso y en avance, con leves altibajos tras las crisis de afuera, asimetrías del Mercosur y/o tradicionales incongruencias del desarrollo capitalista desigual y espasmódico de nuestro país. Pero mercadointernismo al fin e inducido por el Estado, en virtud de una decisión política para que así fuera. Para eso la implementación de subsidios (y no entramos a ver alcances y límites, que es entrar en la letra fina del tema), los precios que había que cuidar, las promociones, las paritarias puntuales empardando -superando en algunos casos- índices inflacionarios. 

Decisiones políticas se dice y era cierto, ya sea por acción u omisión. Resulta que el Estado es siempre intervencionista, lo que hay que saber ver bien siempre es a favor/y en contra de quiénes. Decisiones también son las de incluir sectores. Los viejos, favoreciéndolos con dos aumentos de jubilaciones/pensiones por año (y por ley); los pobres nacidos y por nacer ampliando el derecho a los que no cobraban asignación familiar; ayudar a estudiar, a recibirse. Integrar, aunque más no sea a la sociedad de consumo y a la "maravilla" pero imprescindible oportunidad que da un título secundario. 

Plantar universidades locales, peleándole el privilegio a la UBA casi como una segunda reforma universitaria para horror de progres a derecha y también a izquierda. Darle bola a las pequeñas y medianas empresas, darle crédito, darle un banco como guía, darle algo. 

Después también las cuestiones que son más para los que gustan enterarse de las cosas y leer el diario de verdad cada tanto (no digamos a diario) y no escucharlo por la tele. Matrimonio igualitario; respeto de género (del género femenino); algo de eso que está rodeándonos y parece que era Latinoamérica y no Europa o Miami. Samba; Tecnópolis; Derechos Humanos y exEsma; Arsat. No es un resumen, inclusive le faltan cosas. Era lo que había. Es lo que se tira a la basura el 22 de noviembre (2015). 

Al menos, al votante del gobierno actual, el presidente les viene cumpliendo una reivindicación fundamental: no está Cristina. Con el culo bien roto, pero no está Cristina. Lo demás como que te lo debo… Y no es que uno trate al electorado como si fueran tontos porque votan algo que uno no votaría ni mamado, no, estamos tratando a algunos de hijos de puta también. Algo así, y encima con heridas autoinflingidas. Pero bueno, ya está, a llorar a la Iglesia (me gusta más a la Llorería como ponía en su blog una compañera).

¿Era mucho para algunos argentinos el gobierno de Cristina? Cualquier intento tan subjetivo de respuesta sería injusto casi con seguridad. Mejor preguntarse otras cosas. Para el país era poco; necesitábamos mucho más tiempo y mayor intensidad para recuperarnos y ser otra cosa, por ejemplo un país en serio. Ir reformando el famoso “modelo”, adecuarlo continuamente a un proyecto nacional. Eso representaba Scioli, o cualquier otro candidato del postkirchnerismo, pero fue ese así que ponemos Scioli. Ir regulando, apurando o atrasando la marcha para no irse del camino o más, si de repente se está haciendo camino mientras se marcha. En algunas cosas fue así, lástima que no en todas. 

Vamos a tirar algunas frases a la basura… Este no es un país federal, para lograrlo habría que poner una carrada de plata y desarrollar en serio muchas provincias, deshacerse de potestades centralistas y establecer polos regionales con toda la personalidad y marca registrada. Por decir un algo. Otra: la cultura política de nosotros (por nuestro pueblo) es de media a baja, no al revés. La gente cuando avanza se vuelve un sorete, no siempre pero se da demasiado cuando se pone todo el énfasis en el famosísimo esfuerzo personal y nada de nada en lo que hace un gobierno para que el esfuerzo valga algo. Muy dicho, cierto. 

"Margaritas a los chanchos" y después de decir esto, a fundar la agrupación “Todos a la Puta”, cerrar la puerta y listo. Los chanchos no comen margaritas, por empezar. Algo le sucede a nuestro peronismo que se la pasa creando y engordando sectores medios y los señoritos te dan vuelta la cara como si nunca te hubieran visto (a ver si uno anda contando de dónde los conoce todavía), y encima lo dicen bien fuerte como para que escuchen los de arriba. Uno dice, desagradecidos de mierda y salta el progre (a der/izq, como se dijo) con eso de que es un derecho y nadie te lo tiene que dar, que no tenés que estar agradecido. Siga mordiendo la mano del que le da de comer hasta un buen día viene el fenicio que los toma de perra de cría y vas a ver… Hay que ser conscientes de los derechos y de las necesidades (que van al revés, como decía una Señora mucho más tremenda que Cristina). Hay que ser agradecidos.

Hay que tener un concepto de patria, porque en el fondo todos lo tenemos. Algunos, que son los menos, lo tienen y es otra patria, no esta. Pero la mayoría cree que la patria como otra boludez, y se les estruja el corazón por sentimientos encontrados con la Patria que llegan casi a la grasada, pero son genuinos. ¿Y entonces? La patria estaba más cerca, y se pone en peligro de nada porque apenas somos un paisito tercermundista con mucho, pero mucho territorio.

Mire, acá se putea mucho al prójimo y es porque se quiere coincidir. Al prójimo se lo necesita, sea porque es un voto o porque uno se termina encariñando. O porque es uno en otra versión. La vida suele darse en una gama interminable de grises, sin que uno deba pensar que está perfecto que de noche todos los gatos sean pardos. Ser apasionado y binario es una mala combinación. 

Sigue siendo válido lo del General Cangallo "esto lo arreglamos entre todos, o no lo arregla nadie", el problema siempre ha sido saber quiénes serán "todos", hasta dónde llega (a quiénes abarca) y cuáles son los límites (quiénes hacen que "todos" suene mal). Todos jamás han sido todos, pero da idea de que son muchos, casi todos. En esto deberemos pensar para las próximas elecciones y las que vendrán, y mucho más si el "vamos a volver" se transforma en realidad para felicidad de (casi)todos.




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