viernes, 8 de abril de 2016

HAVEN

En inglés se dice “haven tax” y nosotros lo conocemos como “paraíso fiscal”. Ahora resulta que la traducción correcta de “haven” es “refugio”, y tiene también la acepción de “guarida”. ¿De dónde sale “paraíso” entonces,  que pudiera ser la malintencionada confusión con “heaven”, es decir en español “cielo”? De la manipulación semántica, como ya apuntara certeramente la ex presidenta Cristina FK en una de esas charlas (no sé si fue en cadena nacional o no) que tanto disgustaban a los amantes de las novelas.


En lugar de continuar llamando despectivamente “cabeza de termo” a los conciudadanos que nos han regalado el gobierno liberal que tenemos, usemos este ejemplo para ver de qué manera se llenan esos termos. Más allá de entender que la mayoría no sabe un pomo de inglés (y no es obligación, la verdad) y que estas cosas entran como con vaselina (extraordinaria metáfora), la palabra “paraíso” en si misma convoca imágenes celestiales y buenas. Dios promete el paraíso y vive en él, afortunados seríamos de conseguir un lugar allí. Lo de “fiscal” le añade un algo que desagrada, es cierto. Evoca impuestos y esas cosas con las que nadie quiere cumplir. Para algunos, todo lo fiscal suena a exacción, expropiación y palabras pesadas que remiten a un Estado omnipresente y despótico.

Pero todos saben o deberían saber, que los “paraísos fiscales” sirven para ocultar dineros que no se desea (o no se puede) explicar cómo se obtuvieron y que además, no pagan impuestos o lo hacen de manera irrisoria (siempre muy por debajo de lo que deberían en sus países de origen). Para un importante periodista, esta cuestión simplemente “forma parte de la dinámica empresaria mundial”.*
Es común armar empresas fantasmas, ocultar dinero, lavar dinero proveniente de ilícitos de todo tipo. Suena corrupto pero pertenece a “ese mundo real” que prefigura el capitalismo.

Y ese es el tema subyacente. El capitalismo necesita de paraísos fiscales tanto como de la legalidad burguesa, lo que en realidad son las caras de relucientes monedas.

Eso en cuanto a los paraísos; y qué decir de las guaridas… Los animales tienen guaridas y en un mundo sin piedad los animales han sido incorporados a lo no civilizado. El crimen, el delito, pertenecen a esa categoría que retrotrae a la animalidad. También lo oculto. Nadie con abiertas y francas intenciones (permítase la humorada) usa uno de estos sitios para hacer negocios como los pensaba Adam Smith (al menos como lo escribió). Lo oculto se relaciona con asuntos que no deben ser conocidos por el gran público; ese gran público que vota en elecciones, por ejemplo.

Les decimos que es un paraíso y no una guarida, ni siquiera un refugio para evadir impuestos y a la justicia. Para qué preocuparlos con cosas que no entenderían…

Es entonces que aparece el grinpis del idiota útil, esos que quieren salvarlos de toda responsabilidad pensando que están engañados, que no saben o que son medio pelotudos. Guarda, son responsables de no querer saber en muchos casos, de no querer escuchar, de elevar la necedad al rango de la virtud. Hay muchos dispuestos a corroborar lo que pensaban desde siempre: por ejemplo, que cualquier peronista es un chorro por naturaleza y dado que –aunque le pese a algún peronista conservador- el kirchnerismo es un peronismo, los kirchneristas son corruptos por definición. Ahora, la misma situación pero estando involucrado un liberal o un opositor al kirchnerismo (o un antiperonista, para simplificar) cambia y mucho. Seguro que es inocente.

En otras épocas corría un chiste: De la Rúa entraba a un banco con un pañuelo tapándole media cara, armado y una bolsa en la mano y apuntaba a los cajeros. Uno de los clientes le comentaba al de al lado “mira, me parece que es De la Rúa que viene a hacer un depósito”. Era la época en que el mencionado dirigente radical había recién asumido como el primer Jefe de Gobierno de la Ciudad de BA y la luna de miel con los porteños era así de almibarada. Casos similares, esperemos que no con el mismo resultado.

Es lógico entonces que un empresario (difícilmente un pyme) acuda a un “paraíso” fiscal para hacer negocios, conformar empresas que no va a usar y que no funcionan, ser a la vez directivo de esas empresas y no tocar jamás un centavo. Es de lo más común. Lo que no debiera ser común es que el común se lo crea y lo justifique.

Será la hegemonía cultural de la burguesía. Será el “tiempo” que se le da al gobierno de los que no piden permiso.


*Ricardo Kirschbaum, “Despertador en Comodoro Py”, Clarín del 08-04-2016, pág. 2.


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