martes, 21 de mayo de 2013

MARCOS PAZ


Penal de Marcos Paz. Me gustaría ir a contármelo, me gustaría caerme y pararme en esa mañana del 24 cuando había salido a reconocer la calle (esa que nunca volvería a ser la de la primera adolescencia). Me gustaría hacerme una seña entre las esquinas de milicos parapetados tomando posiciones, invitarme a tomar un café y decirme solamente "Marcos Paz".

Es algo personal, no político. Ellos lo hicieron personal. Formatearon un país de mierda, o mejor dicho, juntaron toda la basura desde los españoles para acá, la dividieron en grupos de tareas y la soltaron sobre la vida nuestra. Se llevaron esa vida. ¿Quién quedó entero después de estos animales?, aún los que nunca saben nada se partieron. La mugre corrompe todo a su paso y los damnificados siempre son, simplemente víctimas.

Y como es algo personal, hay que hablar de esos otros que sin ser ellos no eran nosotros. Los bancadores de cualquier turrada. Esos que te mostraban -casi con orgullo personal- el titular "Todo está dicho"… y dicen que le comentó un conocido que el gobierno se va a la mierda (a la madrugada). No importa que sea un mal gobierno, tener la primicia cuenta. Ruido de tanques, movimiento en los cuarteles, estado deliberativo (de los que tampoco deben deliberar ni gobernar). Crecí con esas "novedades", los milicos –los de entonces y los de antes- estuvieron en todos y cada uno de los momentos.

Los santulones merecen un párrafo aparte (y es este). Los que leyeron "Imitación de Cristo" porque él lo leía, o porque lo habían leído y les parecía apropiado. Los que mintieron una religión mentirosa,  los sepulcros blanqueados, los mercaderes del templo. Esos, los que promovían la sangría para formar mejores cristianos. Hoy se envuelven en sus inciensos y sus putrefacciones, pero ya tuvieron la fiesta y su danza macabra. Ahora, silencio, se callan de una vez (y algún día deberán pagar su iglesia, devotos del orto en vez de que banquemos los colegios y la vida casta). Siempre hay que decir que: esto lo dice un creyente que se cansó profundamente de sus compañeros de rezos y los mandó a la reputamadrequelosparió. Saludos.

Vuelvo. Ganaron la batalla en lo militar y la perdieron en lo político y cultural. Eso se dijo-sedijeron. Una pajaronada muy turrita. Porque no hubo batalla, salieron de cacería. Eso de "político y cultural" es que no les besaran el culo y les agradecieran con actos en las plazas… Y no es que no hubiera gente dispuesta, porque del besamanos al besaculos hay apenas una flexión más pronunciada, si se quiere. Ganó la subversión entonces. Esa que enseñó derechosumanos en los colegios, a niños que hoy ya son grandotes. Debe ser esa que los enjuició (y tuvo que recular, vaya a saber y a decir cómo era la cosa). O esa que los disculpó sin quitarles la mancha (viene a ser el indulto).

La cuestión es que estaban sueltos (nunca libres). Y a la mayoría no le pasó como al granputa de Astiz que lo cagaban a patadas cada dos por tres. No, la iban de vecinos respetables. El general tal, el coronel, el almirante, el brigadier. Y una comparsa de soretes que nunca falta cuando no se lleva la bolsita y la pala.

Hasta que vinieron los pibes con ese invento puto del aerosol y les pintarrajearon todo el frente con un implacable "Acá vive un asesino" y barbaridades por el estilo. Eran los hijos, los hermanos, los que…cómo que los dejaron vivos (pero cabo ¿ud es pelotudo?).

Porque en este país no había justicia. Por mucho tiempo la impunidad mayor, la de ellos intocables, amparó la impunidad de todos. Le juro que el choreo del más tonto reloj está emparentado con esto, doña créame. Y un día sin querer, el hecho maldito vino desde el sur y les cagó la vida.

Se metieron en la ESMA (nos metimos con la ESMA). Vi felíz -aunque no se si era muy edificante- a mis hijos de saqueo en el primer piso, tirando cosas por la ventana. Y a los compañeros cantando la marcha en el patio con ventanales de vidrio repartido. Trofeo de otra guerra, esa cultural que perdieron. Trofeo, si.

Se voltearon los biombos tras los que se escondían al lado nuestro. Quedaron a la vista y la gente (que había dejado de ser pueblo) los empezó a ver. No hubo más remedio que llevarlos presos, que juzgarlos. Alguna cámara les demoró otro poco más, todo lo que se pudo. Pero, no se pudo. Desfilan, ahora si que desfilan como nunca lo hicieron. Pasan por los juzgados, hacen la pasada de honor frente a los Familiares, paran ante el palco oficial sin que nadie espere la respetuosa venia. Son los reos. Los condenados y los que esperan condenas. Son los milicos asesinos, sin errores ni excesos.

Son los milicos del Proceso. No son todos los milicos. Porque tenemos todavía algunas cuestiones por delante. Quién sabe si habremos sabido formar otras generaciones que puedan recuperar el uniforme apoliyado de San Martín. Jóvenes marciales que tengan la inquietud de levantar de su sueño al héroe y pedirle que los guíe por los Andes de nuevo. Contarle que estaban perdidos y que sólo un Padre de la Patria puede encontrarlos, como un Padre de la Plaza. Y hay que encontrarlos, a estos también hay que encontrarlos. Y laburar para que algún día -y no muy lejano- cuando los juicios hayan concluído, cuando toda la bosta haya sido limpiada, un día de esos se de el abrazo de tan lejos necesario. Hay que decir estas cosas, porque para eso también son la verdad y la justicia.

Entonces volvería, como pensaba antes, y le diría a ese pendejo que soy yo en un susurro "Marcos Paz" y lo dejaría ir libre. Si con eso fuera posible disolverle las barricadas, devolver a los compañeros sus compañeros. Que ese 24 fuera un día más. Pero eso no se puede.

Suena estúpido aquello de que las celdas deben ser limpias, que deben respetar la dignidad humana, que la prisión es para reeducar y resocializar al reo y no para su castigo… ¿y en este caso qué? Están aferrados a su silencio sublimando patriotismo. Son los cruzados de la fe que combatieron por occidente y vencieron a la subversión marxista. Son los que impidieron con su sacrificio el ondeo insultante de un sucio trapo rojo.

Son los chorros que se hicieron con las cosas, las casas, los muebles, los televisores y los hijos de los que chupaban. Son los guerreros que se avivaban con embarazadas atadas de pies y manos. Una prisión no sería suficiente castigo.

Primero la prisión, después el country en prisión (militar), luego la prisión domiciliaria. Pero cuando ganamos la década (que merecíamos) fue la prisión, a secas. Y un día lo sacan de la casa esposado. La simple prisión. Limpia, cómoda, común por delito común. Porque el genocidio no deja de ser la puesta en acción de  una espantosa pero posible capacidad humana. Esto era lo aterrador y también lo impensable, la caída de los dioses.

Que no se quejen, son los excesos de la democracia eso de humanizar ahí donde la humanidad fue negada. Agradezcan el verdadero cristianismo de las Madres y Abuelas que reclamaron verdad y justicia y no se vengaron.

Agradezcan que no agarramos a este pervertido sanmartín suyo y lo cagamos a patadas, no lo picaneamos, no le pusimos una bolsa de plástico en la cabeza. No lo baleamos por la espalda. Hubiera sido comprensible que así hubiera sido. Pero no fue lo que pasó, terminó preso y murió a los 87 años por causas naturales.

La democracia -en el fondo- se llama “marcos paz”.
Cuando un chico se despierta sudado a la noche con las pesadillas mordiéndole la sábana, “marcos paz”. Nada va a pasarte mi chiquito. Marcos Paz.
El futuro puede existir, ahora lo se porque nosotros escribimos la historia.

Dios se cansó de los rezos, de las velas comidas, de los reptiles de la cruz y la espada, y debe haber mirado para abajo diciendo también “marcos paz”. Porque finalmente, lo mando a cagar. Literal, como es Dios.



1 comentario:

  1. veo que estás cada vez más poético y cuando más poético escribís, más verdad aparece en tus palabras
    gracias Gaby..
    Guillermo

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