viernes, 30 de marzo de 2012

ESE TREINTADEMARZO

La dictadura se la agarró con los laburantes.



Es la verdad, tanto como decir que se intentó con éxito –y siguiendo lineamientos no tan criollos que emanaban de los centros internacionales de poder- reformular las bases de acumulación de nuestro país: la validación financiera en lugar de la productiva. Para lograr ese objetivo también servía golpear a los trabajadores, pero se los (nos) persiguió porque era la manera de solucionar la “situación de inestabilidad política” desde la irrupción aluvional del peronismo. La vieja “solución final” gorila llevada a cabo sistemáticamente y con método (francés).

La represión fue brutal pero no ciega. Más de la mitad de los desaparecidos eran (son) trabajadores. Desde un simple activista y/o delegado de planta hasta uno que otro secretario general de un gremio (como el caso de Oscar Smith de Luz y Fuerza).

El ataque a los trabajadores también fue institucional. Es bueno refrescar la memoria o enterarse de algunas cosas como estas:

* La ley 21.270/76 intervino el Consejo Directivo de la CGT y bloqueó sus fondos, cuentas bancarias y bienes patrimoniales.

* El decreto 9/76 suspendió “transitoriamente” las actividades gremiales en entidades de trabajadores, empresarios y profesionales (con excepción de la administración interna de las mismas).

* El decreto 10/76 prohibió las actividades de las 62 Organizaciones, o de cualquier otra que la sustituyera.

* Otros decretos pusieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional a numerosos dirigentes y otros fueron incluidos en Actas Proscriptitas.

* La ley de Prescindibilidad, que permitió el despido indiscriminado de 200.000 agentes sospechados de disidentes.

* La ley 21.400 impuso penas de hasta 10 años para quienes instigaran a la huelga.

* La 21.297 destruyó la ley de Contrato de Trabajo, anulando numerosos derechos individuales de los trabajadores.

* La ley 22.269 de Obras Sociales, por la cual éstas quedaron desvinculadas de los sindicatos y pasaron a depender del Estado.

* La ley 22.105 de Asociaciones Profesionales, disolvió la CGT y prohibió la actuación de una confederación de tercer grado; prohibió la actuación política de los sindicatos; separó las obras sociales de los sindicatos; impidió la sindicalización conjunta de obreros y técnicos, supervisores y personal jerárquico; impuso como requisito para acceder a cargos sindicales de no tener antecedentes penales ni policiales; proclamó la intervención del ministerio de Trabajo en cuestiones internas de los sindicatos que podía llegar hasta la clausura del mismo, inhabilitar dirigentes, controlar fondos, vetar y modificar estatutos; limitó el derecho de reunión.

Y los laburantes lucharon desde el primer día, como los de IKA Renault por ejemplo, que el mismo 24 de marzo de 1976 bajaron la producción e hicieron pintadas contra el golpe adentro de la planta. En todos los años del Proceso hubo picos de huelgas, medidas de fuerza que iban desde petitorios, “trabajo a reglamento”, huelgas de “brazos caídos”, movilizaciones. Y todo eso en un clima de repliegue y dolor.

Porque el ’76 fue también el año de una enorme derrota política del campo popular. La pelea era desigual y dispersa, a veces con dirigentes a la cabeza y muchas veces no. Hubo de todo en la viña del señor.

La primera “Jornada de Protesta” nacional, convocada por el grupo de los 25, fue el 27 de abril de 1979. Hubo que esperar a noviembre del ’80 para que un grupo de dirigentes levantara de nuevo la sigla de la CGT (que después fue la CGT Brasil). A pocos meses vino el segundo paro general (22 de julio de 1981) y la marcha por “Paz, pan y trabajo” en San Cayetano (7 de noviembre de 1981).

Ese fue el movimiento de las cúpulas sindicales (de las que se movieron, con Saúl Ubaldini a la cabeza). Respondían a su propia interna, a las relaciones ambivalentes con el poder y también al movimiento subterráneo, continuo, multiforme de sus bases. La gente siempre luchó. No toda la gente, pero la que luchó, luchó.

Así llegamos al 30 de marzo, pero de 1982. El movimiento obrero salió a la calle y no la soltó por más carro de asalto, bala perdida, gases en lugar de aire, montada de mierda, azules pedorros que se le pusiera enfrente. Se plegaron otros que no venían organizados, porque los trabajadores cuando se organizan (y tienen razón), arrastran.

Hoy discutimos otras cosas y con otros, porque los pibes se arrimaron (después de tanto tiempo de necesitarlos). Profundizar lo mucho que tenemos, poner la sintonía fina en tanta mala política a granel, defender la base sobre la que construir otras cosas que nos merecemos. Viene bien charlar un poco de dónde y por donde venimos.



Algunos datos vienen de:
Abos, Alvaro: “Las organizaciones militares y el poder militar”.
Pozzi, Pablo: “La oposición obrera a la dictadura”

1 comentario:

  1. Excelente como siempre. Y necesario como de costumbre. Muy buena data cumpa.
    El cumpa E.T.

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