viernes, 4 de febrero de 2011

EGIPTO, aquel viejo aliado

Mientras escribo, una multitud sigue convocándose en la plaza Tahrir (“de la Liberación”) de El Cairo, para exigir la renuncia del Presidente Mubarak y su régimen. Según lo que se difunde por cadenas internacionales el conflicto, que lleva (en este caso) casi dos semanas, cuenta con alrededor de 300 muertos y mas de un millar de heridos.

Es difícil para occidentales como nosotros comprender y mucho más, analizar, estos acontecimientos del mundo árabe. Inmediatamente imponemos nuestras categorías –de derecha o de izquierda, pero todas tributarias más o menos lejanas de la Ilustración y la Revolución Francesa- y, para peor, con nuestras propias taras remanentes de una mentalidad colonial que está en el sustrato inconsciente –que en algunos aflora desvergonzadamente- de nuestra cultura. Sobre estas dos cuestiones cabalga la ignorancia, los temores y prejuicios, y la propaganda convertida en relato hegemónico (que llevan adelante los EEUU, Israel y muchas potencias europeas). Hecha la salvedad –de la cual tampoco me salvo del todo- voy a lo que venía…

Leo en la Red Voltaire (para ver el artículo completo, del cual provienen las citas que siguen, moleste con el cursor
acá): “Hace una semana que los medios de prensa occidentales vienen haciéndose eco de las manifestaciones y de la represión en marcha en las grandes ciudades egipcias. Esos medios establecen un paralelismo entre estos hechos y los que desembocaron en la caída de Zine el-Abidine Ben Ali, en Túnez, y hablan de un aire de rebelión que recorre el mundo árabe. También según esos medios, este movimiento puede extenderse a Libia y a Siria y debe beneficiar a los demócratas laicos, no a los islamistas, …”

Para desmentir estas afirmaciones, el artículo señala una serie de argumentos, de los cuales me quedo con algunos que ayudan a comprender un poco la situación:
“… las manifestaciones de Egipto comenzaron hace meses. Los medios de prensa occidentales no les prestaban atención porque pensaban que no llegarían a nada. Los tunecinos no contagiaron a los egipcios sino que les abrieron los ojos a los occidentales sobre lo que está sucediente en la región.” (…) “los tunecinos se rebelaron contra un gobierno y una administración corruptos que poco a poco comenzaron a expoliar a toda la sociedad, privando así de toda esperanza a un número cada vez mayor de categorías sociales. La rebelión egipcia no está dirigida contra ese modo de explotación sino contra un gobierno y una administración que están tan ocupados en servir a los intereses extranjeros que no les queda energía para responder a las necesidades básicas de su propia población.”

En la múltiples manifestaciones anteriores a este estallido, las consignas y motivaciones fueron de diversa índole y sobrepasaron la crítica puntual a la prolongación de un gobierno autoritario: “Los manifestantes se refieren simultáneamente a los acuerdos de Camp David, el bloqueo contra Gaza, los derechos de Egipto sobre las aguas del Nilo, la división de Sudán, la crisis de la vivienda, el desempleo, la injusticia y la pobreza.”

Es que para los medios occidentales, “…los ‘malos’ son los gobiernos que se oponen –o que parecen oponerse– a la política occidental. Sin embargo, para los pueblos, los tiranos son quienes los explotan y los humillan.”

Y sabemos de memoria que los “malos” son “extremistas islámicos” (los extremistas evangélicos a la yanqui, extremistas católicos, sionistas ultraconservadores y demás por supuesto no existen). Por eso es interesante este párrafo: “Los pueblos del Medio Oriente no aspiran a reemplazar las dictaduras policiales o militares que los oprimen por dictaduras religiosas. No existe un peligro islamista. Simultáneamente, el ideal revolucionario islámico, que ya dio lugar al nacimiento del Hezbollah en el seno de la comunidad chiíta libanesa, está influenciando ahora al Hamas en la comunidad sunnita palestina. También puede ser capaz de desempeñar un papel en los movimientos que ya se encuentran en marcha, y ya lo está haciendo en Egipto.” Una cuestión de matices en el análisis que está ausente en el discurso de muchos “especialistas” criollos (todólogos mediáticos).

No se trata del “que se vayan todos” ni de promover la llegada al poder de opositores aceptados por Occidente. Sobre esto, ilustra la nota de la Red Voltaire: “… en realidad sólo existen dos organizaciones de masas, implantadas en la población, que se oponen desde hace mucho a la política actual: los Hermanos Musulmanes por un lado y la iglesia cristiana de los coptos por el otro…” (…) “Unas elecciones beneficiarían a los Hermanos Musulmanes y a los coptos. De ellas saldría un gobierno que abriría la frontera con Gaza y que liberaría al millón de personas allí encerradas.”

De producirse un desenlace tal, y más allá del desarrollo posterior de los acontecimientos, sería un problema real para la política colonial de EEUU e Israel en la región.

No se trata de encontrar “buenos” y “malos”, ni de adivinar cómo se insufla el vivificante oxígeno “democrático” en las sociedades de Medio Oriente. La cosa a remarcar es que los pueblos siguen debatiéndose en un contrapunto de “liberación o dependencia”. Algo que, con particularidades y procesos diferentes sigue uniendo a los Países del (viejo) Tercer Mundo, que alguna vez preocupó a los imperialismos por aquello de “No Alineados”.

Ojalá la situación se resuelva con el menor costo (no más que el ya registrado) y que Egipto pueda alumbrar un período de democracia popular y justicia social, que sólo podrá ser posible en el tiempo si es “a la egipcia”. Y ahí, deciden ellos.

1 comentario:

  1. con tan bueno posteo la verdad que ahora perdí las ganas de comprarme el leMonde.
    un abrazo!

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