por lo que viene, por cuidar lo que se hizo, por nosotros, por los que no están y están, por el fulano que sigue sin abrocharse el saco...
una Patria Grande
un Pueblo Felíz.
La política como actividad incluye las “internas” de todo tipo y estas se dan generalmente entre compañeros, entre los que dicen compartir un mismo proyecto. En un país políticamente “normal” esta afirmación no asustaría a nadie. Esto es un asunto y poder verlo en detalle –para lo cual es necesario recabar mucha y variada información, que no es el caso- pondría ante los ojos profanos una diferenciación de métodos, construcciones sociales y aún de metas que darían para el asombro. Casi, casi rozando los bordes de lo que podríamos llamar “compartir un mismo proyecto”.
Lo que está pasando de un tiempo a esta parte, creo que tiene que ver con otra cosa (y volvemos a las dicotomías de la Patria en constante estado de necesidad). Desde la desaparición física de Néstor –y tras un breve período concedido a la viudéz y al dolor manifiesto e inocultable de millones- el proceso iniciado en mayo del 2003 volvió a estar en la mira. Y esta vez –como se podía intuir en la “crisis” del llamado campo- comenzaron a disparar.
Comenzó con el ataque de una patota al servicio de la burocracia ferroviaria de Pedraza contra trabajadores “tercerizados”, dirigidos por el Peó. Los troskos son inchapelotas, qué duda cabe. Pero los animales fueron a matarlos, se llevaron la vida de uno y dejaron a dos muy mal heridos. Curioso tema el de “dirigentes sindicales” que tienen –per se o por testaferros- empresas que tercerizan servicios (una genialidad de la precarización laboral que infiltró el menemismo), manteniendo “empleados” sin convenio, con contrataciones basura, sin derechos, sin estabilidad y a discreción de la caprichosa voluntad de punteros (perdón, de “referentes”).
Continuó con el “enfrentamiento” de la valiente policía formoseña con miembros de la etnia Qom. Resultado, un policía y dos indígenas muertos. Heridos, detenidos, expulsados. El tema es de larga data: tierras y derechos no reconocidos de comunidades originarias. Gildo Infrán afirma que su policía actuó correctamente. Infrán es un gobernador que se dice “kirchnerista”, pero que tiene mucho más que ver con Roca que con Kirchner.
Se agravó mucho con las “tomas” de predios. Los “ocupas” (xenófobo y racista zócalo mediático con que se los denota) acamparon en el Parque Indoamericano, y en siete locaciones más en lo que parecía ser una toma masiva de tierras y un desborde multitudinario de ocupantes sin vivienda. Desalojo con la Federal y la Metropolitana, dos muertos, reacción de los “vecinos”, otro muerto. Gendarmería, negociaciones, desalojo voluntario. El tema de fondo, la falta de vivienda. La no construcción de viviendas que porfiadamente exhibe como política el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Aún hay “tomas” vigentes, sobre todo la del Club Albariño que mezcla punterismo rancio, avivadas, dinero de subsidios, necesidad(es) básica(s) insatisfecha(s).
En estas acciones se intentó la metodología del saqueo a supermercados, pero no prendió.
Ya casi sobre la Navidad, otro quilombo en Constitución (y van…). Supuestos “tercerizados” ferroviarios (también encolumnados con el Peó) que cortan vías en Avellaneda. La gente que se agolpa en Constitución sin poder volver a sus hogares en el lejano Sur, el extremo calor, el agobio, las fiestas que se vienen. Un grupito organizado que tira literalmente la piedra y el desmadre violentísimo de algo visiblemente armado para tirárselo por la cabeza al Gobierno. La tele (sobre todo CrónicaTV y C5N, claro que TN) mostrando los incidentes sin solución de continuidad durante horas, muchas veces sin mencionar (o con un miserable cartelito que aparece y desaparece mágicamente) que se trataba de “imágenes ya emitidas”, cosa que parezca una especie de guerra suburbana que duró casi un día.
En el medio el gobierno porteño con un Macri que insiste en revolear la media y darle siempre a Cristina. Agresivo, fascista, amenazante, con los ojos celestes acerados diciendo “yo no fui, son ellos”. En el medio Schiavi, un ex jefe de campaña de Macri devenido en K y responsable de las líneas ferroviarias del sur que no pega una pero habla demasiado.
Y también un Gobierno que crea el Ministerio de Seguridad, coloca allí a Nilda Garré –la mina de los trabajos pesados- y ratifica que las fuerzas de seguridad no van a reprimir (a los tiros, como quieren tantos) el conflicto social. Ni siquiera el “armado” como en muchos casos. Ojo, no dijeron que no van a hacer inteligencia ni que no van a usar como corresponde la Justicia.
Entre tanto humo y tanto río revuelto, se ven dos actitudes y más de dos actores. Allí está la candidatura de bocatorcida Duhalde, lanzada impúdica e irrespetuosamente un 20 de diciembre con una mal aprendida coreografía de pastor protestante yanqui. Están también los “peronistas” que, como Ritondo, cofundaron el PRO macrista y saben un poco de cómo utilizar y hacer plata con los pobres y armar quilombos.
Está también alguna izquierda imbécil, catalogada así no por no apoyar al kirchenismo sino por servir sin desmayos al enemigo, creyendo (con seguridad que sus militantes lo creen y son honestos en esto) que lo enfrentan.
Está la derecha. Uno recuerda lo que decía el valiente Rivas (ese socialista) que de los Kirchner lo que más le gustaba eran sus enemigos. A uno le gustan algunas cosas más, pero vale lo dicho. Cuando toda esa calaña y esos intereses se ensañan con este Gobierno, macho ¿no te dice nada? ¿es una pelea intraburguesa? ¿vos sos pelotudo?
El asunto de fondo es que tienen que evitar un tercer período, que comenzaría a consolidar conquistas de los últimos años y daría un aire de continuidad por demás peligroso para esos intereses.
Veamos lo que hay que “evitar”: el avance del trabajo genuino y en blanco; la incorporación lenta pero continuada de vastos sectores sociales sumergidos al empleo, consumo, salud y educación; la consolidación del superávit fiscal como política de Estado (y no verso neoliberal logrado con el enfriamiento de la economía); el reestablecimiento de la participación de los trabajadores en la redistribución del ingreso (el fistifisti de Néstor); la reaparición del Estado como regulador y orientador de la actividad económica; el progreso del bloque americano en el MERCOSUR y la UNASUR jugando como un actor de peso en la discusión de la política global; el triunfo de la Justicia y los Derechos Humanos y la derrota definitiva de la impunidad; la recuperación de las FFAA como el brazo armado del pueblo…
Y la dignidad. Lo peor es que continúe este proceso intenso de que nos sintamos orgullosos de ser argentinos. De aceptar al Che como el héroe de esta época, que cada vez más pibes se pongan remeras con la cara de Eva para que les abrace el corazón y los cuide, de que buena parte de la Historia en serio empiece con Perón, de que lloremos con la desazón de Belgrano y nos levantemos con él cuándo nos mira desde la pantalla y nos dice ¡viva la Patria!
Es que la derecha sabe que todo comenzó un día cuando un fulano desgarbado que no conocía nadie se calzó el traje estrambótico del Eternauta, porque la lluvia de nieve ácida nos estaba calando los huesos.
La Historia no es lineal, pero muchas veces puede recomenzar.
Estimados oficiales, suboficiales, soldados; personal civil de las Fuerzas Armadas y del Ministerio de Defensa:
Quiero que este mensaje de cierre de mi gestión sea entendido también como agradecimiento y reconocimiento a la profesionalidad de aquellos y aquellas de ustedes que acompañaron con convicción las iniciativas de cambio que promovimos durante estos cinco años intensos que pasé al frente de la cartera de la que hoy me despido.
La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, volvió a honrarme con su confianza al depositar en mí una nueva y compleja responsabilidad, esta vez al frente de la fuerza pública que tiene a su cargo velar por la seguridad de todos los ciudadanos que habitan en nuestro suelo, mandato que está inscrito en el preámbulo mismo de nuestra Constitución Nacional.
Dejo el cargo de Ministra de Defensa que me confiriera por primera vez el ex presidente Néstor Kirchner en diciembre de 2005, habiendo cumplido en gran medida con su mandato: lograr el fortalecimiento de la relación de las Fuerzas Armadas con la sociedad sobre la base de la memoria, la verdad y la justicia, así como recuperar las capacidades militares degradadas colocando a la Nación en condiciones de encarar los dilemas que plantea a la defensa de sus intereses vitales el siglo XXI.
No fueron pocos los retos que tuvimos que encarar para llevar adelante la transformación institucional indispensable, que resolviera los déficits y deudas de la Democracia en esta materia.
Completamos la arquitectura legal de la Ley de Defensa, con su reglamentación pendiente desde 1988, dictamos la Directiva sobre Organización y Funcionamiento de las Fuerzas Armadas y la convocamos por primera vez al Consejo de Defensa Nacional. Finalmente concretamos el dictado la “Directiva de Política de Defensa Nacional” que puso en marcha el Ciclo de Planeamiento Militar de corto, mediano y largo plazo, cuya última etapa finalizará en breve el Estado Mayor Conjunto.
Funcionarios y militares de todas las jerarquías colaboraron durante estos años para superar obstáculos internos, tales como la resistencia al cambio y los reflejos corporativos, así como otros externos, tal el caso de la debacle financiera internacional de 2009, por citar un ejemplo.
Quiero aprovechar para señalar cuáles entiendo que fueron los logros más significativos de nuestra acción, no porque desconozca que también hubo déficits, pero, permítaseme la inmodestia de creer que la Historia hará el balance de unos y otros, y el saldo final será positivo para la Nación.
Promovimos el robustecimiento de la organización y acción conjunta remozando el Estado Mayor Conjunto. En sintonía con aquello creamos la Escuela Superior de Guerra Conjunta, instancia superior en la formación de oficiales.
Implementamos una transformación de la estructura ministerial creando una Subsecretaría de Innovación Científica y Desarrollo Tecnológico para jerarquizar el área y las actividades que realiza el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Defensa (CITEDEF).
Para garantizar que los procedimientos de contrataciones se ajustaran estrictamente a la normativa que rige la Administración Pública Nacional y al mismo tiempo optimizar costos, establecimos una Dirección de Logística Conjunta y un régimen de Transparencia, a cargo también de recibir denuncias.
Encaramos la reforma de los programas de formación de la carrera militar integrando materias indispensables para una capacitación integral y democrática, como historia argentina, derecho constitucional y administrativo, y derechos humanos, entre otras.
Derogamos el Código de Justicia Militar anacrónico que excluía a los militares del goce de derechos que la justicia garantizaba al resto de los ciudadanos, para lo cual fue necesario reformar el Código Penal y el Código de Procedimientos. En simultáneo promovimos un nuevo sistema disciplinario para la Fuerzas Armadas, en el que la sanción es la última ratio.
Implementamos políticas de igualdad de género y de lucha contra la violencia doméstica y el acoso laboral, que fueron decididamente acompañadas por las Fuerzas. En la misma línea de inclusión en derechos ciudadanos de los hombres y mujeres de armas, creamos una Coordinación de Bienestar a cargo de unificar las políticas de salud de las Fuerzas Armadas, apuntalando las obras sociales que estaban al borde de la quiebra y aumentando sustancialmente los aportes del Estado. También atendimos los reclamos de déficit habitacional de oficiales, suboficiales y soldados, destinando para ello líneas de créditos hipotecarios del IAF y cupos del Plan Federal de Viviendas.
En el orden internacional, aportamos a la integración regional en el sector afianzando las relaciones entre Ministerios de Defensa de los países de la UNASUR. Asimismo apostamos a potenciar el Consejo de Defensa Suramericano, sumando en cada foro el apoyo de nuestros países hermanos a la reivindicación de nuestros derechos soberanos sobre las islas Malvinas.
Por otra parte, el aporte que nuestra gente de armas hace por la paz mundial, en particular en la hermana república de Haití, constituye un capital de la Nación que no pasa desapercibido a la comunidad internacional.
De los logros con mayor visibilidad pública, destaco la reconquista de las industrias naval y aeroespacial a través de la recuperación del complejo de astilleros Tandanor y Almirante Storni y de la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” de Córdoba.
Hoy en esas empresas del Ministerio de Defensa se reparan y construyen buques y aviones, civiles y militares. En cooperación con otras agencias del Estado, universidades y privados, contribuimos a dominar la tecnología de radares para la aviación comercial y militar, avanzamos en la construcción de vectores, cohetes y misiles, mientras técnicos de las Fuerzas están fuertemente involucrados en la construcción de satélites.
Creo que en este lustro hemos afianzado una institucionalidad sustentable con pivot en la transparencia, como nunca se había intentado antes en el Ministerio de Defensa, ejecutor de la conducción política del Sistema.
Creo haber logrado instalar al Hombre y la Mujer concretos, tanto civiles como militares, en el eje de las transformaciones de la jurisdicción. Hoy el concepto de soldado es indisociable del de ciudadano y de funcionario público especializado en el manejo de sistemas de armas.
En síntesis, hemos dado los primeros pasos firmes hacia la modernización del Sistema de Defensa. Este es un capital de la sociedad toda, más permanente incluso que las más duraderas gestiones en el Ministerio de Defensa.
También creo haber dejado inscrito el mensaje de que no es posible la Defensa eficiente de la soberanía territorial de la Argentina, si su sociedad está debilitada internamente por la inequidad social, razón por la cual el Sistema de Defensa no puede estar desvinculado del proceso general de desarrollo económico.
Para finalizar, quiero que sepan, hombres y mujeres militares que tuve el orgullo de conducir durante cinco años, que valoro el empeño que Uds ponen por transformar a las Fuerzas Armadas, subordinadas al poder político legítimo, que es el que surge de las urnas.
Hemos tenido momentos gratos, situaciones de tensión, diferencias de opinión, pero siempre compartiendo la misma plataforma de respeto a la Constitución y la democracia.
Sé que responderán a las nuevas autoridades con el mismo compromiso y la misma profesionalidad de la que he sido beneficiaria.
Por todo aquello, vuelvo a agradecer a todos y a todas, Sres y Sras militares y civiles del Sistema de Defensa. Me despido con gran emoción en la que los recuerdos se amontonan mientras me centro en los nuevos desafíos, y los convoco a renovar nuestra obligación con la Nación, como siempre, inspirados en el espíritu emancipatorio y ejemplar que heredamos del General San Martín.
¡Viva la Patria!
Nilda Garré