lunes, 18 de junio de 2018

A FONDO


El próximo miércoles 20 de junio el Fondo Monetario Internacional daría luz verde a la Carta de Intención y Memorandum de Políticas Económicas y Financieras enviada por el gobierno argentino. En esta frase hay una barbaridad y un error. La barbaridad es que el magno evento caiga justo en el Día de la Bandera, que es el de la muerte de Manuel Belgrado, para la aceptación de un plan de ajuste y entrega. El error, es que el actual gobierno neoliberal tenga algo de argentino.

Es duro lo que uno dice, es duro. Pero veamos por qué. No es sólo por recurrir al organismo multilateral de crédito de triste y reciente historia en nuestro país, del que nos habíamos deshecho con mucho esfuerzo y tras una brillante gestión económica de la Presidencia Néstor Kirchner (algo que suena a “realismo mágico” a estas alturas). El FMI no es malo por carácter ni por esencia, porque la vida política no se divide entre buenos y malos, pero volver a él con los antecedentes que acumula es  sinónimo de estupidez o una confesión de partes. Es imposible no pensar que los que lo hicieron una vez –muchas figuras de este gobierno son el antecedente visible de la crisis del 2001 y del jaqueo de los Fondos Buitres después-, no volverán a hacerlo ahora. Y lo hicieron. Inútil es rebatir argumentos que hablan de que el Fondo cambió (para bien) o que se le pide auxilio para evitar un golpe de estado (Carrió dixit, encima aludiendo a los actores). Se va al organismo internacional porque es como volver a casa, porque este plan económico no va a ningún otro lado que a la cueva más notoria de la especulación financiera. Un modelo que privilegia la burbuja financiera sobre la producción y el mercado interno (que tiene que ver con la vida de la gente), lleva irremediablemente a estas cosas.

Veamos que dicen los diarios sobre la Carta de (mala) Intención y los compromisos que este pobre país asume (otra vez) …

El tema cambiario con un sistema de flotación sin intervención del BCRA (dicen); en lo que va del año el tipo de cambio acumula un 52%, en el que “acumula” va por “devalúa” el peso. Dejemos de lado el tema de los funcionarios de reemplazo de aquel mejorequipodelosúltimoscincuentaaños, que agrava la perspectiva dada su actividad en mesas de dinero y timba financiera internacional, y vayamos a la realidad de que se entró en una devaluación continua de la moneda nacional frente a la moneda del Imperio (que cada vez es menos la moneda internacional, y si no pregúntele a China y Rusia). La alternativa, de no frenar la trepada del dólar por ejemplo, podría ser la dolarización del sistema financiero. En medio de eso, el Fondo.

Vender las acciones de grandes empresas y títulos en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del ANSES, otro punto. Tal vez el más ingrato. Ellos (los neoliberales funcionarios) hasta te hablan de acciones y títulos incautados a las empresas por el gobierno anterior, entendiendo que no había ningún derecho a posar las pezuñas sobre la propiedad de las empresas, más allá de que eso fuera un botín de la guerra de las AFJP truchas que cobraban comisiones en la timba de la Bolsa y dejaban para el Estado el sostenimiento de las jubilaciones. Con esto se encontró Néstor Kirchner y Cristina FK hasta que también se encontraron con un fulano llamado Boudou que propuso un plan para terminar con el saqueo de la Seguridad Social (y por eso está siendo juzgado y por ninguna otra cosa). Con el FGS fueron posibles muchas cosas que hacen a  la justicia social, y no solamente –pero también- bancar los aumentos reales a los jubilados y pensionados. Es un fondo anticíclico pensado para aguantar ataques y embates especulativos, y que el hilo deje de cortarse por lo más débil. Y por todas estas razones, debe ser liquidado; para que la plata mal habida vuelva a sus legítimos ladrones.

Se menciona también una “reforma jubilatoria” dentro de las propuestas de ajuste, para supuestamente mejorar el sistema y hacerlo “sustentable”. Esa puerta entornada da para que entre el viento y una posible suba en la edad de retiro, la vuelta encubierta (o no) del sistema de capitalización, o que no sea un beneficio para todos (otra cosa que nos hicieron creer)… Como sea, al FMI el tema le interesa.

No podía faltar el tradicional achique del Estado (que los ultraliberales parangonan con agrandar la Nación) que se traduce en un mayor ajuste del empleo público echando gente, reduciendo o eliminando funciones del Estado, congelando vacantes y contrataciones ya mismo. Nada difícil cuando se plantea un Estado mínimo que se desinteresa por el control de la economía y de su función social.

En el rubro inflación, ya sin metas, plazos ni objetivos, el gobierno se somete a una supervisión “rigurosa” del organismo que le indicará qué hacer (porque siempre se puede ajustar un poco más) por si los índices no bajan a un nivel razonable para un país del tercer mundo.

Desde ya que habrá una nueva Carta Orgánica para el Banco Central, que consagre de una vez por todas su “independencia” y la prohibición de financiar al Tesoro. Es decir, que una poderosa herramienta del manejo autónomo de la economía quedará también en manos de otros, y otros “interesados”.

Algunos compromisos más … Como los tarifazos en transporte y energía continuarán, la cosa es que el Estado termine definitivamente con esa costumbre de subsidiar y se reduzca también por esa vía el déficit fiscal. El ajuste fiscal de 19.300 millones de dólares se completará con una marcada reducción en la inversión pública, obras por ejemplo que era uno de los pocos rubros con que se sostenía la actividad económica. Eso unido a menores transferencias de dinero a las provincias, que la ligan de ambas maneras (menos obra pública y menos desembolsos de guita del Estado Nacional).

Entonces y recapitulando, el país recibirá un primer desembolso de 15.000 millones de dólares que irán, una mitad al Tesoro como refuerzo (ahí va la corrida y la timba de lebacs) y la otra mitad al Central como “reservas” (que no son genuinas ya que no vienen de la producción nacional y la diferencia entre lo exportado y lo importado, y se pagarán con intereses). Para utilizar los restantes 35 mil millones del crédito, habrá que someterse a doce (12) revisiones trimestrales del FMI. Cada supervisión habilitará hasta 3250 millones. La primera “visita” será el 15 de setiembre y de allí volverán todos los setiembres, diciembres, marzos y junios de cada año hasta 2021. O podrán tener una oficina en el ministerio de Economía como antaño, hasta que Néstor Kirchner los invitó a desalojar.

Uno piensa y dice “¿hasta cuándo aguanta la gente?”, porque muchos creyeron en los spots de campaña y depositaron una confianza ciega en un voto también ciego. Cuando votas a la derecha siempre le das un cheque en blanco y, si no lo hacías por convicción –sino por publicidad- te debés querer pegar un corchazo ahí. La “pesada herencia” también explica esto, ya que el país quedó tan mal y la gente tan necesitada que una ancha franja de clase media estrenada y/o consolidada gracias a las políticas productivistas del gobierno peronista, tuvo el colchón suficiente hasta ahora para bancar las inclemencias del neoliberalismo, cuyas calamidades aparecen siempre asociadas al clima (no hay responsables jamás). Pero la bonanza (inventada por el “populismo”) se termina y se comienza a correr a la coneja. Ni hablar de los sectores vulnerables, a los que embocan con la más mínima medida antipopular porque no tiene de donde agarrarse.

Así ocurrió con el verdadero relato, ese que la prensa que apoya al gobierno de derecha fabrica hora a hora, en este caso para ver las ventajas de ir al FMI (nunca dicen “volver”, porque salvo para recordar al gobierno anterior, el pasado no existe) y la transformación de estas calamidades en una “oportunidad”. El gobierno ha hecho una profesión de privilegiar el marketing sobre los contenidos, y de esta manera, ha logrado deshacer el discurso opositor ignorándolo, haciéndolo inaudible.

Igualmente, existen límites que son los impuestos por la realidad material. El tema del Fondo no cae simpático a los argentinos en general. Será algo de memoria, desconfianza, intuición, pero nadie iría a darle la bienvenida, salvo para una ínfima banda de arrastrados. La mayoría piensa que el acuerdo es para peor y que la economía no va a repuntar por este camino. Eso se nota ya en la calle, en las charlas haciendo las compras. El tema aparece, sin que uno lo saque de la galera.

Y aunque el grueso del común no vea mucho más allá del día a día, justamente ese es el problema porque el día a día es un espanto, solo menor al espanto que sigue. Y eso, querido compañero, en algún momento surge en todo su potencial y la crisis se convierte en social y en política. En el fondo, una crisis de hegemonía, para los que les gusta pensar un poco.

En este tiempo, tenemos la suerte de tener en el pasado reciente la memoria de un proceso popular que duró doce años, en los comienzos del siglo XXI (por más setentismo en que se lo quiera enterrar).

*Los datos económicos y la estructura de la Carta de intención presentada al FMI fueron tomados de “Ajuste sin miramientos y entrega al mercado”, por Tomás Lukin, Página 12 del 15-06-2018, págs. 14 y 15.



No hay comentarios:

Publicar un comentario