viernes, 24 de mayo de 2013

LA GANADA


"Sabemos que estamos ante un final de época; atrás quedó el tiempo de los líderes predestinados, los fundamentalistas, los mesiánicos. La Argentina contemporánea se deberá reconocer y refundar en la integración de tipos y grupos orgánicos con capacidad para la convocatoria transversal en el respeto por la diversidad y el cumplimiento de objetivos comunes."


Es cierto que no se debe creer todo, ni todo el tiempo. Que tanto choque de frente finalmente ha hecho de uno un ser más sensato a la larga. El fanatismo fue a las mazmorras y padeció intermitentemente de olvido, y a veces algún mal galeno lo dio por ido. Pero faltaba todavía algo, cuando nada hacía presagiar más que la monótona decadencia de los días.

"(…) Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que lo puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales."

Volver a creer, qué locura. Qué peligroso. Ojalá… (se pudiera). Los descreídos vagan con su fe fantasma encadenada, almas despenadas sin el consuelo fantástico del ateísmo. Me caigo y me levanto, decía un pariente por no putear. Igual. Por no putear.

Una vida opositora, una vida reclamante, una vida antisistema, una vida dibujando imposibles en el mantel. ¿Entonces? Estar de acuerdo puede convertirse en una traición. Aceptar que un reflejo de lo extraordinario puede ocurrir esta semana, puede ser el comienzo de un inexplicable sentido de realidad (tan parecido a la corrupción). Algo así como reflejarse en los espejos, ser visible a los vecinos, que alguien nos conteste cuando hablamos en el baño. No se, una sensación rara e incómoda. ¿Qué pasa?

"Venimos desde el Sur del mundo y queremos fijar, junto a ustedes, los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver.”

Si no dijo nada. La verdá, nada. ¿Es muy distinto a todo lo ya dicho? No, sólo que esta vez si, que con él si. ¿Y…?

Este es el país en el que gana Menem, y después se baja de la segunda vuelta porque presumiblemente perdía por afano. Pero no ocurrió y se fue invicto, esas simbologías tontas y perversas. Este es el país del silencio y de la dictadura. Del mundial y el sentido común de los pelotudos. En alguna parte, este también es nuestro país de mierda.

“A comienzos de los 80, se puso el acento en el mantenimiento de las reglas de la democracia y los objetivos planteados no iban más allá del aseguramiento de la subordinación real de las Fuerzas Armadas al poder político. La medida del éxito de aquella etapa histórica, no exigía ir más allá de la preservación del Estado de derecho, la continuidad de las autoridades elegidas por el pueblo. Así se destacaba como avance significativo y prueba de mayor eficacia la simple alternancia de distintos partidos en el poder. En la década de los 90, la exigencia sumó la necesidad de la obtención de avances en materia económica, en particular, en materia de control de la inflación. La medida del éxito de esa política, la daba la ganancias de los grupos más concentrados de la economía, la ausencia de corridas bursátiles y la magnitud de las inversiones especulativas sin que importara la consolidación de la pobreza y la condena de millones de argentinos a la exclusión social, la fragmentación nacional y el enorme e interminable endeudamiento externo."

Pero uno lo hace otra vez, sin saber (tal vez es la última). Uno sale a bancarlo a la calle y recibe el saludo sorprendido por la media ventanilla del renault importante. Quéseyo, poray esta vez la pegamos. El pensamiento menos marxista que pude tener: desearnos suerte.

Y la tuvimos. Porque como todos sabemos el pueblo -nosotros- luchamos toda la vida, y esto es el emergente de blableblabloblibla… de una enorme casualidad. Las condiciones objetivas estaban maduras y además Duhalde se pegó el resbalón de su vida (equivocarse a lo grande). La de boludeces que piensa uno para explicarse la felicidad y hacerla un poco amarguita (parecido a eso tan lindo del Cielo para ahuyentar la muerte amiga y compañera). Somos como chicos.

"En este nuevo milenio, superando el pasado, el éxito de las políticas deberá medirse bajo otros parámetros, en orden a nuevos paradigmas. (…)…concretar el bien común, sumando al funcionamiento pleno del Estado de derecho y la vigencia de una efectiva democracia, la correcta gestión de gobierno, el efectivo ejercicio del poder político nacional… (…) imponiendo la capacidad reguladora del estado ejercida por sus organismos de control y aplicación. (…) Discursos, diagnósticos sobre la crisis no bastarán ni serán suficientes. Se analizarán conductas y los resultados de las acciones. (…) Concluye en la Argentina una forma de hacer política y un modo de cuestionar al Estado.”

No mintió. Y lamentablemente es absoluto, rotundo. No mintió, y ya no puede desdecirse. Pero si hiciera falta, ahí está lo hecho. Cómo decirlo si igual muchos no van a entender, simplemente porque no pueden sentirlo (que es mucho peor que no estar de acuerdo). Estos son los diez años felices, los años  en que la realidad se me hizo pariente.

Algunos dicen (la Señora por ejemplo) que es una década ganada. Es cierto, pero es poco. Lleva inmediatamente a que hay una década perdida o varias. A qué dudarlo, la década menemista perdida. Pero ¿para quién? Para muchos a los que les anda sobrando el dni y la nacionalidad, esa fue la década ganada (con el sudor de nuestra frente). Y la dictadura, son ocho años, pero casi se puede decir otra década (si contamos desde la muerte del General, casi, porque no jodamos Isabel nunca fue Perón). Entonces hay más de una década perdida. Por decir.

"Se trata, entonces, de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo. (…) Para eso es necesario promover políticas activas que permitan el desarrollo y el crecimiento económico del país, la generación de nuevos puestos de trabajo y la mejor y más justa distribución del ingreso. Como se comprenderá el Estado cobra en eso un papel principal, en que la presencia o la ausencia del Estado constituye toda una actitud política. (…) Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona. (…) Es el Estado el que debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los más vulnerables de la sociedad, es decir, los trabajadores, los jubilados, los pensionados, los usuarios y los consumidores. Actuaremos como lo que fuimos y seguiremos siendo siempre: hombres y mujeres comunes, que quieren estar a la altura de las circunstancias asumiendo con dedicación las grandes responsabilidades que en representación del pueblo nos confieren. (…) A la Constitución hay que leerla completa. La seguridad jurídica debe ser para todos, no solamente para los que tienen poder o dinero.”

Una vida ganada, hermano, qué una década. Recuperar la dignidad, esa manera de levantar la vista y sostenerla sin hacer fuerza ni ponerse malo. Dignidad como la de antes (la que me  contaron de chico, pero que vi muy de vez en cuando). Y laburo, y panza más llena. Porque solamente medio lleno se puede disfrutar la dignidad. Cagado de hambre y digno, es un candidato al martirio (basta de mártires).

Pero como en todo, hay dos dignidades. Está la otra que nos tiran en la cara como un guante que nos reta a duelo, los muy cacatúas. Llenos de dignidad forra buscando el negociado, tirando mierda con escupidera y todo. Unos porque están más jugados que la lotería y otros porque padecen de guardapolvismoblanco (y se creen santos). Hiposdeunagranputa, piojos resucitados. Se les pasa siempre la macrocorrupción, la que hizo ganaderos, milicos y después empresarios siempre sobre el laburo sin derechos de la gente (que debería ser su gente). Así es, así son.

“Queremos ser la generación de argentinos que reinstale la movilidad social ascendente, pero que también promueva el cambio cultural y moral que implica el respeto a las normas y las leyes. (…)…los problemas de la pobreza no se solucionan desde las políticas sociales sino desde las políticas económicas."

Y más porque como en todo, es cuestión de sentimientos y mucho menos de política. A  mi me pasó, sólo cuando ver la foto de Evita me hacía lagrimear como un pelotudo es que me hice peronista. Antes sólo lo entendía. Y contra eso nada vale. Se podrá conseguir un voto (ese que lo perdés y lo recuperás todo el tiempo) pero el alma, eso es otra cosa. Es más difícil, y más lindo.

Qué ganas de reir a carcajadas me da ver las fotos de Néstor. Porque al mismo tiempo me parte el alma y se me parte porque yendo de su mano comencé a recuperarla. Es así (y qué). Lo dijo y quisimos creerlo:

"Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada."

Ahora somos nosotros los que no podemos tiradas por ahí. Cuando te devuelven la dignidad ocurre algo también: hay que saber qué hacer con ella. Pero ese ya es tema nuestro (de los argentinos).

"Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo. Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra."

*Las citas son del discurso de asunción del Presidente N. Kirchner el 25-05-2003, tomado de: "Discursos del Presidente Néstor Kirchner 2003-2007 (primera parte)"; Cuadernos de la Militancia n° 2; Ediciones Punto Crítico, BA; 2011, págs 15 a 28.




martes, 21 de mayo de 2013

MARCOS PAZ


Penal de Marcos Paz. Me gustaría ir a contármelo, me gustaría caerme y pararme en esa mañana del 24 cuando había salido a reconocer la calle (esa que nunca volvería a ser la de la primera adolescencia). Me gustaría hacerme una seña entre las esquinas de milicos parapetados tomando posiciones, invitarme a tomar un café y decirme solamente "Marcos Paz".

Es algo personal, no político. Ellos lo hicieron personal. Formatearon un país de mierda, o mejor dicho, juntaron toda la basura desde los españoles para acá, la dividieron en grupos de tareas y la soltaron sobre la vida nuestra. Se llevaron esa vida. ¿Quién quedó entero después de estos animales?, aún los que nunca saben nada se partieron. La mugre corrompe todo a su paso y los damnificados siempre son, simplemente víctimas.

Y como es algo personal, hay que hablar de esos otros que sin ser ellos no eran nosotros. Los bancadores de cualquier turrada. Esos que te mostraban -casi con orgullo personal- el titular "Todo está dicho"… y dicen que le comentó un conocido que el gobierno se va a la mierda (a la madrugada). No importa que sea un mal gobierno, tener la primicia cuenta. Ruido de tanques, movimiento en los cuarteles, estado deliberativo (de los que tampoco deben deliberar ni gobernar). Crecí con esas "novedades", los milicos –los de entonces y los de antes- estuvieron en todos y cada uno de los momentos.

Los santulones merecen un párrafo aparte (y es este). Los que leyeron "Imitación de Cristo" porque él lo leía, o porque lo habían leído y les parecía apropiado. Los que mintieron una religión mentirosa,  los sepulcros blanqueados, los mercaderes del templo. Esos, los que promovían la sangría para formar mejores cristianos. Hoy se envuelven en sus inciensos y sus putrefacciones, pero ya tuvieron la fiesta y su danza macabra. Ahora, silencio, se callan de una vez (y algún día deberán pagar su iglesia, devotos del orto en vez de que banquemos los colegios y la vida casta). Siempre hay que decir que: esto lo dice un creyente que se cansó profundamente de sus compañeros de rezos y los mandó a la reputamadrequelosparió. Saludos.

Vuelvo. Ganaron la batalla en lo militar y la perdieron en lo político y cultural. Eso se dijo-sedijeron. Una pajaronada muy turrita. Porque no hubo batalla, salieron de cacería. Eso de "político y cultural" es que no les besaran el culo y les agradecieran con actos en las plazas… Y no es que no hubiera gente dispuesta, porque del besamanos al besaculos hay apenas una flexión más pronunciada, si se quiere. Ganó la subversión entonces. Esa que enseñó derechosumanos en los colegios, a niños que hoy ya son grandotes. Debe ser esa que los enjuició (y tuvo que recular, vaya a saber y a decir cómo era la cosa). O esa que los disculpó sin quitarles la mancha (viene a ser el indulto).

La cuestión es que estaban sueltos (nunca libres). Y a la mayoría no le pasó como al granputa de Astiz que lo cagaban a patadas cada dos por tres. No, la iban de vecinos respetables. El general tal, el coronel, el almirante, el brigadier. Y una comparsa de soretes que nunca falta cuando no se lleva la bolsita y la pala.

Hasta que vinieron los pibes con ese invento puto del aerosol y les pintarrajearon todo el frente con un implacable "Acá vive un asesino" y barbaridades por el estilo. Eran los hijos, los hermanos, los que…cómo que los dejaron vivos (pero cabo ¿ud es pelotudo?).

Porque en este país no había justicia. Por mucho tiempo la impunidad mayor, la de ellos intocables, amparó la impunidad de todos. Le juro que el choreo del más tonto reloj está emparentado con esto, doña créame. Y un día sin querer, el hecho maldito vino desde el sur y les cagó la vida.

Se metieron en la ESMA (nos metimos con la ESMA). Vi felíz -aunque no se si era muy edificante- a mis hijos de saqueo en el primer piso, tirando cosas por la ventana. Y a los compañeros cantando la marcha en el patio con ventanales de vidrio repartido. Trofeo de otra guerra, esa cultural que perdieron. Trofeo, si.

Se voltearon los biombos tras los que se escondían al lado nuestro. Quedaron a la vista y la gente (que había dejado de ser pueblo) los empezó a ver. No hubo más remedio que llevarlos presos, que juzgarlos. Alguna cámara les demoró otro poco más, todo lo que se pudo. Pero, no se pudo. Desfilan, ahora si que desfilan como nunca lo hicieron. Pasan por los juzgados, hacen la pasada de honor frente a los Familiares, paran ante el palco oficial sin que nadie espere la respetuosa venia. Son los reos. Los condenados y los que esperan condenas. Son los milicos asesinos, sin errores ni excesos.

Son los milicos del Proceso. No son todos los milicos. Porque tenemos todavía algunas cuestiones por delante. Quién sabe si habremos sabido formar otras generaciones que puedan recuperar el uniforme apoliyado de San Martín. Jóvenes marciales que tengan la inquietud de levantar de su sueño al héroe y pedirle que los guíe por los Andes de nuevo. Contarle que estaban perdidos y que sólo un Padre de la Patria puede encontrarlos, como un Padre de la Plaza. Y hay que encontrarlos, a estos también hay que encontrarlos. Y laburar para que algún día -y no muy lejano- cuando los juicios hayan concluído, cuando toda la bosta haya sido limpiada, un día de esos se de el abrazo de tan lejos necesario. Hay que decir estas cosas, porque para eso también son la verdad y la justicia.

Entonces volvería, como pensaba antes, y le diría a ese pendejo que soy yo en un susurro "Marcos Paz" y lo dejaría ir libre. Si con eso fuera posible disolverle las barricadas, devolver a los compañeros sus compañeros. Que ese 24 fuera un día más. Pero eso no se puede.

Suena estúpido aquello de que las celdas deben ser limpias, que deben respetar la dignidad humana, que la prisión es para reeducar y resocializar al reo y no para su castigo… ¿y en este caso qué? Están aferrados a su silencio sublimando patriotismo. Son los cruzados de la fe que combatieron por occidente y vencieron a la subversión marxista. Son los que impidieron con su sacrificio el ondeo insultante de un sucio trapo rojo.

Son los chorros que se hicieron con las cosas, las casas, los muebles, los televisores y los hijos de los que chupaban. Son los guerreros que se avivaban con embarazadas atadas de pies y manos. Una prisión no sería suficiente castigo.

Primero la prisión, después el country en prisión (militar), luego la prisión domiciliaria. Pero cuando ganamos la década (que merecíamos) fue la prisión, a secas. Y un día lo sacan de la casa esposado. La simple prisión. Limpia, cómoda, común por delito común. Porque el genocidio no deja de ser la puesta en acción de  una espantosa pero posible capacidad humana. Esto era lo aterrador y también lo impensable, la caída de los dioses.

Que no se quejen, son los excesos de la democracia eso de humanizar ahí donde la humanidad fue negada. Agradezcan el verdadero cristianismo de las Madres y Abuelas que reclamaron verdad y justicia y no se vengaron.

Agradezcan que no agarramos a este pervertido sanmartín suyo y lo cagamos a patadas, no lo picaneamos, no le pusimos una bolsa de plástico en la cabeza. No lo baleamos por la espalda. Hubiera sido comprensible que así hubiera sido. Pero no fue lo que pasó, terminó preso y murió a los 87 años por causas naturales.

La democracia -en el fondo- se llama “marcos paz”.
Cuando un chico se despierta sudado a la noche con las pesadillas mordiéndole la sábana, “marcos paz”. Nada va a pasarte mi chiquito. Marcos Paz.
El futuro puede existir, ahora lo se porque nosotros escribimos la historia.

Dios se cansó de los rezos, de las velas comidas, de los reptiles de la cruz y la espada, y debe haber mirado para abajo diciendo también “marcos paz”. Porque finalmente, lo mando a cagar. Literal, como es Dios.



lunes, 13 de mayo de 2013

EL DESCONFÍO




"Conviene remontarse un poco a la historia para entender de dónde viene este proceso de la bimonetización de la economía argentina, que consiste en esta tendencia de la gente a preferir el dólar al peso, a guardar sus ahorros en dólares en lugar de la moneda nacional." (…) "El funcionario distinguió tres etapas en la historia de la 'bimonetización'. La primera va desde el golpe de Estado que derrocó a Perón, en 1955, hasta el golpe de 1976. (…) "Están la devaluación del '55, del 80 por ciento, la del '58 con Frondizi, de 347 por ciento; la del Plan Pinedo del '62, del 29 por ciento, de Lanusse en el '71, y el Rodrigazo, en 1975, del 719 por ciento. Fueron megadevaluaciones que ocurrieron durante la etapa de la industrialización, cuando la economía crecía fuertemente y necesitaba acrecentar sus importaciones, lo que producía un ahorcamiento de la balanza comercial,…" (…) "Después hubo otra etapa que fue la desindustrialización, que se inició en el '76. Ahí también ocurrieron periódicamente devaluaciones. La de la salida de la tablita de Martínez de Hoz, del 226 por ciento; la hiperinflación del '89, del 2038 por ciento, y por último, la de Duhalde, de 214 por ciento. En esta época el problema era financiero, faltaban dólares para pagar los servicios de la deuda, …" (…) "…esas devaluaciones significaron una gigantesca pérdida de valor de la moneda doméstica y una consecuente transferencia brutal de ingresos. Cada vez que se aplicó una devaluación, se desencadenó un proceso inflacionario, por el efecto directo sobre las mercancías importadas y también sobre los bienes que el país exporta, en general alimentos. Esto impactó en el salario real y en la participación de los asalariados en el ingreso. Aumentaron el desempleo y la pobreza." (…) "La historia de las devaluaciones generó en muchos argentinos la tendencia a refugiarse en el dólar esperando algunos de estos acontecimientos."

Son declaraciones de Axel Kicillof (secretario de Política Económica), aparecidas en el Página 12 del 10-05-2013 ("Una devaluación empobrece", pág. 2), durante la defensa del proyecto de ley de blanqueo de ahorro en dólares que hizo hace días el equipo económico en el Senado. Valen -más allá de la oportunidad- para refrescar la memoria de algunos y anoticiar a otros.

Habla claramente acerca de la base real de temores, desconfianzas y cuasi certezas de muchos compatriotas y apoya el argumento -nunca convincentemente demostrado- del "ciclo" de diez años (o 9. u 8, o 7) en que todo se va al carajo. Porque es así. Increíblemente y de golpe, la economía se pone estable, mejora, crece…pasan los diez años (o menos, o más) y comienzan los problemas, hasta la debacle final. Y en esa debacle te incautan los depósitos, tu plata no vale, simplemente quedás culoparriba. Vos, nosotros, los otros no (los del gobierno menos, los que siempre se salvan tampoco). Y ahora se está cumpliendo el "ciclo".

Más todavía… nadie parece saber por qué en el inicio del "ciclo" las cosas se asientan y aún, mejoran. Veamos lo que se dice. El viento de cola, por ejemplo, es decir que a pesar de no hacer nada (el gobierno), el país se ve beneficiado por una situación externa. En el caso de estas épocas K, son los extraordinarios precios de los comodities, sobre todo el precio de la soja (aunque no siempre subió). A fuerza de retenciones, se pudo acumular guita (y afanar sin que se notara, se agrega haciendo hombrito). Es lo que se piensa y lo que se difunde. Y esa explicación burda sirve también para dar pistas sobre el "agotamiento del ciclo", es decir cuando pasan esos años (10, 9, 8 o más de 10). Como el gobierno no tomó las medidas que había que tomar, todo se va al carajo. Le agregaríamos ahora que todo era una "burbuja" que, simplemente, reventó. En lugar de razonar sobre estas cosas se instala el pánico, los rumores de corridas del dólar, la temida (y acariciada por algunos mercaderes) posibilidad de la devaluación. Se impone refugiarse en la moneda real, la del valor que no se pierde, el dólar.

Y este gobierno, no te deja. Prácticamente han prohibido ahorrar en la moneda verde, "atesorar" le dicen técnicamente deslizando un toque peyorativo, porque todos sabemos que en Argentina los únicos que "atesoran" son los chorros del gobierno (y dale que va, total). Los demás, simplemente tratan de salvarse.

Algo se escapa sutilmente: ¿cuáles son las medidas que habría que tomar y el gobierno no toma? Acompáñeme y hagamos una listita (o memoria): tomar crédito externo (es decir, deuda) a las tasas usuales (es decir muy altas); invertir en consultoras, algo en producción recapitalizando empresas (que fugarán del sistema esos capitales frescos traducidos a dólares); permitir que las provincias hagan otro tanto; garantizar las deudas privadas de empresas privadas. ¿Suena a algo? Si todo esto -por esas casualidades- trae descapitalización del país, liquidación de reservas, incompetitividad en el comercio exterior, destrucción de mercado interno, destrucción del salario y luego del empleo (es decir, desocupación)… es una desgracia que de ninguna manera debe adjudicarse a las políticas que debían tomarse (no se, a mi me mandaron, yo no fui). Total, en unos años más uno hasta puede ser senador por el mismo partido y criticar a los que hacen lo contrario y notablemente les va bien.

Profundicemos un poco más sobre algunos de los argumentos explicitados. Todo Estado actúa, por acción o por omisión, y sus realizaciones (o no realizaciones) son producto de decisiones políticas. Nunca existió el Estado "bobo" (en tal caso fue el Estado "hijodeputa"). Para que un "viento de cola" te eleve por los aires virtuosamente, alguien (este Estado, es el caso) tuvo que parar con algunas horas de gym ese culo caído que nos dejó el neoliberalismo, para que el vientito haga su efecto. Medidas económicas claras, activas, como romper la materno-dependencia con el FMI, renegociar la deuda externa con una importantísima quita (algo que no pasa todos los días, desde ya que no en todos los gobiernos), darle máquina al MERCOSUR negociando palo a palo con Brasil (cosa ardua de a ratos), buscar mercados, llevar de gira a los empresarios (a los de las pymes también), mantener altas las divisas, movilizar los recuperados fondos de ANSES… por poner algo, sabemos que hay más. Entonces, "viento de cola" las pelotas.

El otro "argumento" por el que voy… Eso de que los ciclos se terminan como algo "natural" (nacen, se desarrollan, no se pero por ay también se reproducen, y mueren). No es así, los ciclos de bonomía (seamos cautos y no digamos "bonanza) se terminan porque las variables del comercio-finanzas internacionales varían, siempre y cuando el país sea totalmente dependiente de esas variables. Como el  país pastoríl que alguna vez fuimos y muchos añoran. Y no ignoro que en esta economía capitalista (y casi única, al menos por ahora) globalizada, las variables internacionales, las crisis de otros países (y parece ser que hay crisis en otros países) nos afectan. Que afecten o que sean catastróficas depende de cuán fuerte sea la propia economía, de cuánto se apueste a la producción y al trabajo, de cómo se financia el crecimiento.

No se trata de acordar con este gobierno, porque todos pueden tener sus ideas sobre cómo debe crecer el país, hacia dónde debe ir la economía. Pero no lo contrario -como confesó el triste senador del partido centenario- que nos vaya mal a todos (al país) para que a este gobierno no le pueda ir bien. Y pienso más aún: que le vaya mal al país (a todos nosotros) para que redunde en beneficios de otras economías, de otros países, de intereses que no son los de nuestro pueblo. Los calificativos que corresponden a tal actitud, son los que corresponden y estoy seguro que más temprano que tarde se unirán a sus sustantivos gentilicios (¿no es fino?, todo ese palabrerío en vez de decir "traidores a la Patria").

La ignorancia tiene sus disculpas, con la estupidez es más difícil. Allá todos esos impolutos que se rasgan las vestiduras noche a noche de domingo con el "periodista" de canal 13, allá ellos. Nosotros tendremos que ver cómo se hace para que un proceso complicado de recuperación de la soberanía en todos sus términos, llegue a impedir la más mínima sospecha de corrupción (que de eso se nos acusa). Bien, es una tarea y todos los procesos de cambio la tienen, en todos los países de América Latina que están cambiando neoliberalismo por Nación (y nación popular encima).

Ahora, ser un forro de los poderosos es triste, lamentable y triste. Ojalá tenga retorno.


viernes, 3 de mayo de 2013

LA REPÚBLICA PERDIDA

Hay un hecho que me parece irrefutable: Elisa Carrió es auténticamente representativa de una amplia franja de argentinos (acostumbren votarla o no). La expresión siempre crispada (no encuentro otra palabra), el tono admonitorio, la certeza en el juicio y sobre todo en el pre-juicio, la indignación apenas contenida, la convicción de la verdad, lo accesorio que puede parecer el soporte argumentativo -no hablemos ya de elementos probatorios- a las denuncias de cualquier tipo.

El cualquiercosismo reemplaza al debate político. Sarmiento -ni santo, ni de mi devoción- pensaba en prósperos sectores medios rurales que pagaban sus impuestos, accedían a los bienes culturales, debatían políticamente -como corresponde a todo ciudadano conciente de sus responsabilidades- y eran ávidos lectores de periódicos. La persistente vigencia de la oligarquía arruinó sus sueños y su idea de república.

Como a Carrió, a muchos argentinos -"biennacidos"- les parece de sentido común todo lo que opinan, sobre cualquier tema. Cualquier argumentación en contra, o que relativice sus juicios, forma parte de una conspiración oscura, secreta, sólo visible a los iniciados. Es imposible sugerir la duda, producir algo cercano a la comunicación con fulanos como esos, todo remitirá a lo mismo: la conspiración, de la cual uno mismo se transforma en eslabón necesario, sospechoso de complicidad conciente (y si me dan un minuto, absolutamente culpable). Además es inapelable, ya que todo lo que puede decirse para defender otro punto de vista no hace más que alimentar la sospecha (o la certeza). Es como un fascismo no asumido.

Tal vez sean estas características las que llevan al tema que los embandera y distingue: la corrupción, o mejor dicho, la anti-corrupción. Parece ser que existió un pasado intocado que fue corrompiéndose; hay un destino argentino robado, usurpado. Los nostálgicos de la "era dorada" ven todo como una pérdida continua y catastrófica del país ideal (parecen estar seguros de su existencia, pero en realidad no les importa, basta que les calme la ansiedad).

Sin embargo, el tema es la "corrupción" como sustantivo, con entidad propia, casi queda opacado el objeto de la corrupción (y tiene sus motivaciones este orden y estos olvidos). La "corrupción" impugna a la política y a los políticos en su totalidad, conceptualmente. De eso se trata. Hay palabras que se pretenden universales y se posicionan por encima de los contenidos ideológicos. "Corrupción" es una, "violencia" es otra. Desidiologizarlas y descontextualizarlas es no sólo una postura ideològica, sino un ardid ideológico que busca un efecto. Y el que busca encuentra, tampoco cabe duda.

Hay -como en todo- al menos dos versiones de este fenómeno. Es que detrás de una Lilita suele haber un Pino. No son iguales, es mas, en algunas cuestiones se podría decir que son antagónicos (al menos contrarios). Sin embargo, este tipo de progresistas (o centroizquierdistas, porque progresistas hay de derecha tambièn) suelen estar indignados, y còmo. La megaminerìa, el avasallamiento del medio ambiente, las relaciones clientelares, finalmente la corrupción (todos temas importantes, que después de un rato quedan asimilados a charlas en una peluquería pituca). Puntos de contacto hay, pero sobre todo lo emocional, la desaforada forma de enojarse y personalizar el pecado. En realidad buscan pecadores, el pecado siempre queda impune. Por "izquierda" también surge el costado megalómano que da pie a intrincadas teorías conspirativas.

Bien. Insisto: lo dicho no implica que los temas denunciados, personajes, tramas, y demás sean un invento. No todo, si parte. Se trata de temas serios que no solo deben ser debatidos en serio, sino admitiendo y buscando los contenidos ideológicos, políticos, económicos, sociales que tienen que ver con la vida real de gente real de un país real. Lo que no coincide con nuestras fantasías (me incluyo), no debe ofendernos; es parte del desarrollo de la personalidad la aceptación de la frustración.

Por derecha se encubre que lo que realmente molesta es la lucha por la igualdad; por izquierda imagino que la resultante es un ataque de impotencia o irritación por un imaginario "robo de banderas". De todas maneras no se puede ser tajante, lo se.

Y me parece que a esta altura anda merodeando otro gran tema, hablando de los prejuicios, son los que derivan de una concepción concreta de lo que es la "república" (otra gran palabra).

Así como el imaginario de amplios sectores "medios" (y altos por supuesto, sin suponer ni por un minuto que algunos "bajos" también) sobre el mito del país rural se sintiò agredido por la resolución 125 en el 2008, esos mismos fulanos (no todos, gran parte, culturalmente muchos) se sienten "defensores" de la República (y la piensan en mayúscula). ¿Y de qué se trata esta República? Bueno, división de poderes, respeto a la opinión las minorías (sobre todo la opinión individual), garantías a la libertad de prensa. Creo que fundamentalmente es eso. Sienten que estas cuestiones están siendo seriamente vulneradas. Los que corren por izquierda (centroizquierda, no estoy metiendo a la izquierda trotskista en esto, son un poco mas inteligentes o al menos tienen mas lectura encima), piensan que siempre estuvieron vulneradas, no solamente ahora (y que siempre lo estarán). Nadie habla de la defensa irrestricta del derecho a la propiedad privada -y consiguientemente los derechos de la propiedad privada, sin límites de ningún tipo- como elemento formativo de la idea republicana… Ellos sabrán (sólo algunos, a la mayoría ni se le ocurre).

La República es atemporal, incuestionable, sacrosanta. Con la República no (como si se tratara de un niño a punto de ser violado). La República nos sacó del estado de barbarie. Y es por allí que podemos encarrilar el tema…

Barbarie, eso es perder la república. Esta gente vive perdiéndola, desde la irrupción social y política de los sectores populares (temen muchísimo su "irrupción económica"). El peronismo es para esto la clásica bestia negra (en más de un sentido), pero también -aunque con una convicción bipolar- el yrigoyenismo. Porque la República es patrimonio de la Generación del 80, pivote en el que se referenció hasta el cansancio la última dictadura (tan militar y tan cívica).

La "república" fue un proyecto de país que aplastó a otros proyectos de país. Fue el que ganó, a sangre y fuego. Sus enemigos partieron al exilio, murieron o se amoldaron. La victoria fue absoluta, completa y asimilante al punto de la aculturación. El problema del revisionismo histórico es que -al menos antes, espero que no ahora- en su posición esencialmente binaria, uno de los términos (pueblo) permanecía intocado y eso, lamentablemente, no es así. La cultura del vencedor "corrompe" todo el universo del vencido, escapar de eso es horrorosamente difícil.

La expresión normativa de esa República es la Constitución. Decía una "vecina" recientemente a la cámara que le ponían en una manifestación ciudadana -vulgarmente conocida como "cacerolazo"- que la Constitución es como la Biblia, lo que se espera de los políticos es que la cumplen y no la maltraten. La biblia (ahora si con minúscula) es un libro primordial del pueblo hebreo que la tradición cristiana elevó a dogma de fe (y no cualquier biblia, para los católicos fue la Vulgata). Se pretende algo similar con la Constitución… la "verdadera" es la de 1853 (parece provenir de una época genial en donde se legisló sobre lo fundamental). Se fue reformando, nadie ignora (creo) que eso está previsto en el mismo texto de la Constitución, pero todo remite a la original. Demás está decir que la reforma de 1949 no figura ni a place (es una aberración , por motivos formales muy parecidos a los que se invocan para impugnar hoy mayorías parlamentarias). Si se enteraran que los yanquis se la pasan votando modificaciones a su carta magna en cada elección, se enferman (pero no hay ningún peligro de que se enteren).

Palabras fetichizadas, objetos de culto. Así viven la democracia y el ser ciudadano, de a uno parafraseando esas barbaridades como que "la sociedad es la sumatoria de todos los individuos", o "el cambio empieza en uno y va sumando así, de a uno". Lo colectivo se les escapa, a algunos en la implementación (jamás participarían en nada que no los reconociera únicamente como ciudadano-individuo), otros en la concepción apriorística de las cosas (no actúan como parte de un colectivo, no lo sienten en la vida cotidiana).

Entonces decir por ejemplo que "nadie se realiza en una sociedad que no se realiza", no les dice nada, absolutamente nada. Porque muchos piensan que no tiene nada que ver una cosa con la otra, y la realidad les muestra que muchos se han podido "realizar" (ven la realización económica como valor) aún en "malas épocas".

En nuestra "corta" historia como "país independiente" contamos con otras alternativas de organización social, previas a la tan mentada "república". En esta nota me propongo reivindicar y poner en valor la idea de la Confederación (cada uno es libre de elegir la manera de volcar, esta es la mía).

Confederación hace referencia a pacto (la república también es un pacto, anque desigual), en nuestro caso de entidades preexistentes: las provincias. Es cierto, en un momento (y después en varios más) las provincias -esas antiguas fundaciones hispanas- acordaron coaligarse porque se reconocían con una historia en común, y distintas de formaciones vecinas. No estuvo claro desde el comienzo, sería bueno repasar las intersecciones con Paraguay y Uruguay por decir un algo. La idea confederal les permitía conservar su soberanía, delegando sólo las relaciones exteriores y los asuntos económicos del conjunto. Ni siquiera se les prohibía tener sus propias fuerzas armadas, cosa que atenta absolutamente con la concepción weberiana de Estado.

Hubo aquí varias formas de concebir la Confederación. Alguno matizará, pero la propuesta artiguista me parece la primera. La de los federales más puros es otra, uno piensa en Dorrego. La pesada y más desarrollada es la rosista, con sus más y sus menos. En algunas estaba prevista la integración de los indígenas (con mayor o menor respeto por sus culturas). Estamos hablando de casi sesenta años de historia argentina, no es poco en un país que acaba de celebrar su bicentenario.
 
Entonces y abreviando (que ya se dijo demasiado): la república es una concepción liberal (en el más o menos y en el peor de los sentidos), nació de un genocidio cometido contra la población indígena (no me jodan con "pueblos originarios", esos serían los primeros sapiens-sapiens) y las capas populares de la ciudad y la campaña, contra los negros, contra los mulatos y mestizos. La república está hecha de bosta de vaca y carne enfriada/congelada en barcos ingleses para Inglaterra; de leguas y leguas de tierra ajena y cercada; de "rangers" y guardias armadas para vigilantear a los laburantes como en la Forestal. La república es una hijaputéz para hijos de puta.

La democracia es lo que los sectores populares lograron hacer con esa república. Empecemos a hablar de eso. Carajo.