martes, 21 de junio de 2011

BELGRANO ES UN PAIS

La Revolución. Todo el tiempo la Revolución. Un sueño imposible y devorador, impostergable. Podría haber tenido una enorme carrera en la Administración Colonial (y la tuvo mientras se la bancó), cabeza no le faltaba.

Desde el despacho de Hacienda, el abogado de Salamanca escribió el Estatuto de los Hacendados, sus teorías de desarrollo agrícola y temprana industrialización. Escribió sobre los verdaderos dueños de estas tierras y cómo debían ser tratados. Escribió. Sabemos… o por lo menos lo podemos buscar, debe haber millones de sitios para enterarse más, recortar alguna frase más o menos célebre, poner una foto. Pero se trata de otra cosa.

Belgrano cuesta la vida. Un abogado, un periodista, un político que hace la guerra. Y es así. Arrastrando un pueblo en una peregrinación hacia la nada, porque no había una patria adonde ir. Las fronteras se movían todo el tiempo (y tampoco se quería una frontera). La Patria era un sentimiento y una idea que se rodeó de cuchillos. De mate en mate, de caña en caña, la Patria daba vueltas en un fogón.

El Paraguay pareció darle la espalda y se quedó rumiando los gestos, las miradas y las inagotables palabras del Comandante. Su “derrota” se hizo programa de liberación y Paraguay partió de la mano del Dr. Francia a un destino fabuloso.

En Tucumán supieron de él. Monarquía inca, reivindicación de los paisanos indios, respeto a las comunidades y la propiedad comunal de la tierra, acceso al gobierno en pie de igualdad con los huincas. Un proyecto al que apostó San Martín y Guemes, entre otros tantos.

Un señorito que termina más pobre que su tropa. General victorioso y también fracasado. Buenos Aires y su “aristocracia” de mercachifles (cuyos herederos hoy curiosamente gobiernan la Ciudad Autónoma) traicionó uno a uno a los hombres de la Revolución, y Manuel no fue la excepción.

El país liberal lo iba a encerrar en ese misterioso féretro inalcanzable en el patio exterior de Santo Domingo. Le tiraron un ferrocarril, miles de calles y algunas avenidas. Contaron muchas historias y crearon un fulano que nunca fue. Mitre le acercó el mito y lo confinó a un bronce. Billiken lo hizo figurita.

¿Quién eras Manuel y cual fue tu maldición de Patria? Caímos en tu hechizo. Desgraciados hijos de causas perdidas. Hasta que las guerras finalmente se ganan, pero es tan alto lo que se paga y lo pagan tantos que ni sabían del costo…

¿Vale la pena Manuel?

La bandera sube lenta. Es solemne y ni hablar del Monumento que habrá, del Rosario hermoso que habrá para que demos un paseo y comamos algo en la costa. Sube lenta y no hay Patria.

La Patria a veces es una gaviota, otras un chimango. Pero vuela. Se lleva a Belgrano. A los negros y a los indios de los ejércitos de la Guerra de la Independencia, a los hijos de los hijos de las Guerras Civiles contra Buenos Aires, a los montoneros de los Caudillos infames, a los desertores de la Guerra del Paraguay, A los obreros que se juntan con banderones negros y rojos el Primero de Mayo. A los ametrallados de los Talleres Vasena y la Semana de mierda. A los que desafiaron el Centenario. A los que organizaban sindicatos en la Forestal. A los obreros armados que resistieron en el Puerto de Buenos Aires, La Boca y Barracas. A los compañeros que salieron a defender a Perón en la Plaza de Mayo el 16 de junio. A los milicos que honraron a Dorrego y tenían como jefe a Valle. A los militantes comunes de los basurales de José León Suárez y otros basurales. A los perseguidos y muertos de las Tres A. A los compañeros caídos. A los desaparecidos. A los combatientes que quedaron en Malvinas. A los que les volaron un tiro el 19 y 20 de diciembre. A los del Puente Pueyrredón. A todos, la Patria se los lleva en ráfagas.

Y Manuel los mira cuando llegan sucios, en shock, desacostumbrados. Les alcanza un mate, les hace señas para que se sienten de una vez. En sus ojos se lee claramente, que si, que vale la pena. Y que aún para él (que es nada menos que Manuel Belgrano), esto es siempre un descubrimiento reciente.

Viva mi Patria.

3 comentarios:

  1. Bello y conmovedor, como mate con espumita

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  2. Muy bueno pa, te felicito, me encanto. Es una peculiar y hermosa forma de verlo a Belgrano. Gracias

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  3. que lindo che, estás muy poeta y eso me parece que muestra una muy respetable y compartida admiración por Don Manuel...
    Guille

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