
La estación
“Ministro Carranza” (a la altura de Avenida Santa Fe 5300 de la orgullosa BA)
se llama así en homenaje a Roque Carranza, que fuera ministro de Obras y
Servicios Públicos y más tarde de Defensa en el gobierno de Raúl Alfonsín. Pero
el señor tenía pasado…“El
15 de abril de 1953 Carranza participó de la organización y ejecución del
atentado terrorista en la Plaza de Mayo, el que consistió en la detonación de
dos bombas mientras se realizaba un acto organizado por la CGT frente a la Casa
de Gobierno. Como resultado murieron seis personas (Santa Festigiata D’ Amico,
Mario Pérez, León David Roumeaux, Osvaldo Mouché, Salvador Manes y José Ignacio
Couta) y más de 90 quedaron heridas, entre ellos 19 mutilados. Las bombas
fueron colocadas en la estación Plaza de
Mayo de la línea A de subterráneos y estallaron mientras Perón se dirigía a los
trabajadores desde la Casa Rosada. Los terroristas también habían colocado
bombas sobre la azotea del edificio del Banco de la Nación, con la intención de
que la mampostería se desplomara sobre la multitud apiñada en sus cercanías.
Afortunadamente, estas bombas que hubieran causado un número mucho mayor de
víctimas no estallaron.”
“Tras el atentado los
responsables fueron detenidos y procesados por la Justicia ante los jueces
competentes, con acuerdo a todas las
garantías de la Constitución y de la ley. Roque Carranza fue detenido como
autor material del atentado. Carranza negó haber colocado las bombas, aunque
reconoció haber conocido el lugar donde las mismas se armaban…”
Un “comando civil”. Pregunte a
usted a viejos peronistas sobre el concepto y recibirá como respuesta señas
sobre del inicio de la violencia contemporánea en la Argentina, del brutal desprecio
por todo lo vinculado a lo popular que es lo que significa el mote de “gorila”.
Un desprecio que se transformó en crimen y terrorismo. La bomba preparada en
los treintas, detonada en los cincuentas y multiplicada en los setentas. Los
“comandos” fueron los abanderados de la venganza oligárquica, miserables al
servicio de los amos consuetudinarios de la Argentina. Y su odio concentrado,
se dirigió siempre en contra la causa popular que los combatió desde mediados
de los cuarenta y que se llamó “peronismo”.
La estación de subte originalmente se iba a llamar “General Savio”, la
antítesis del personaje que finalmente ligó los honores:
“…el General Savio puso su principal preocupación y actividad en el
desarrollo de una industria siderúrgica pesada en el país. Fue autor de la ley
12.709 de 1941 de creación de la Dirección General de Fabricaciones Militares,
de la que fue designado director. En esa función fundó los Altos Hornos Zapla,
en Jujuy, aprovechando los yacimientos ferríferos allí presentes. Bajo su dirección,
dichos hornos realizaron el 11 de octubre de 1945 la primera colada de arrabio.
Desde Fabricaciones Militares impulsó la industria química pesada, creando las
plantas químicas de Río Tercero, José de la Quintana y Tucumán.(..) Diseñó
también el plan de producción de caucho natural y sintético y un proyecto de
ley para proteger las industrias de materias primas básicas. Creó el Plan
Siderúrgico Argentino aprobado por Ley 12.987 de 1947, conocido como Plan
Savio. Por dicha ley se creó SOMISA, de la que Savio fue el primer presidente.”
Savio fue un
patriota y también uno de esos hermosos soldados de San Martín, un fulano que
lució el uniforme con honor al servicio del pueblo que le confió las armas. Se
merece al menos una estación de subte.
La iniciativa
pertenece a un legislador del Frente para la Victoria que termina su mandato
(corto, ya que asumió tras la partida de Cabandié) en diciembre, se trata de
Jorge “Quito” Aragón y es el compañero que dirige la Corriente Nacional Martín
Fierro. Bien ahí, Quito.
Las citas corresponden al expediente n° 855/2015,
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La foto que ilustra esta
nota es de la estación de subte Plaza de Mayo, en la cual detonó una de las
bombas colocadas por los comandos civiles en 1953.