Así definía Libertario Ferrari, dirigente de los trabajadores estatales, el Comité Central Confederal de la CGT del 16 de octubre de 1945. Así y todo, como marcandonos la línea a todos los que creemos sentir y conocer al pueblo, esa CGT decretó el paro general y la movilización para el 18 de octubre.
Así es la gente, desprolija con sus dirigencias. Claro que una cosa es dirigir y otra muy diferente es conducir. El diecisiete en la plaza a eso de las once de la noche un fulano que ya no aspiraba a las palmas de general de la Nación, se recibía con honores en ese oficio indispensable y único. Nacía el idilio que contagia y sigue contagiando, en una relación en la que las dos partes dirigieron y las dos se subordinaron al otro. Los trabajadores y Perón. Nosotros y Perón.
El peronismo -que según muchos nació el diecisiete, vaya uno a saber- le dio entidad ciudadana y un lugar en platea adelante a la clase obrera, los trabajadores y los humildes. Son tres, no uno. El obrero industrial que el marxismo sobrevalora, los de servicios y otras yerbas y los desposeídos. Para los últimos faltaba un poco y llegaba la rubia demoledora que en seis años de vida política los dignificaría para siempre. Todo en el mismo movimiento.
Estuve años con un montón de boludos buscando la revolución europea en la Argentina. Hasta que un felíz día, y ya lo dije, pude sentir eso de que la patria iba a volver a a ser grande y el pueblo felíz. Ahora, ya pasado de rosca, me pregunto ¿cómo carajo se hace para no ser peronista?
A nosotros nos toca ahora compañeros, sin Perón, sin esa clase obrera, sin esa Argentina que iba a ser peronista... Los K y nosotros somos un poco como la selección del diego: no se sabe qué van a hacer, no parecen un equipo, aparecen tarde, siempre están con excusas, pero cuando pisan el cesped aún en las cagadas, la ponen y cuando las papas queman, aparece la gloriosa. No siempre sale, pero.
Felíz día a todos (y a mi también).