Todos tenemos un San Martín. Por
lo general, encaja con el que elaboró Mitre en noches de liberal y fecunda
borrachera literaria para enseñarnos al Padre de la Patria, y de paso, decirnos
qué debíamos pensar sobre qué cosa era una patria. Mitre fue el presidente que
llevó a la Argentina -recién estrenada- a su primer conflicto internacional, una
carnicería asqueante llamada pomposamente "guerra del Paraguay" e
inauguró un ejército "nacional" que era la exacta contracara de los
regimientos que comandara Don José. Ejército colonial, ejército Libertador. Y
así comenzaron las representaciones.
El montado en el caballo blanco
que se le movía el brazo con sable, cuando se jugaba a los soldaditos y no eran
yanquis en la segunda guerra. El de la estampita de billiken, serio, con la bandera de
fondo. El de los desfiles militares, el de los militares. Qué cada uno
piense cuál es su San Martín.
A mí el General me pareció
siempre popular, antioligárquico y anti imperialista. Vale decir que los dos
últimos términos no se usaban en su época como pudimos entenderlos de los
sesentas para acá; pero si se condice con las cosas que pasaron. Fue popular si
uno se fija en su obra secreta (ocultada) que fue el gobierno de Cuyo. Realidad
efectiva, banque a los sectores más humildes, integración de indios, altos
impuestos a los pudientes, y todo eso para bancar la guerra de la Independencia
contra España o, mejor dicho, en ese
conflicto que fue una guerra civil entre americanos, unos a favor de España (que algunas veces también
marchaban con tropas peninsulares) y otros a favor de algo difuso pero sentido,
que el General llamaba "la Patria Grande". Remiso y arisco con la
"aristrocracia" criolla, que iba de la mano con los comerciantes
(contrabandistas) de la Portuaria BA... de Rivadavia ni hablar. Y lo de anti
imperialista es más fácil, porque se recita desde la primaria con eso de que liberómediocontinente... del
imperio Español. Y agregamos: y de cualquier
otra dominación extranjera.
Bancador de una clase de gente
especial: de caudillos, que muchos fueron antes de eso sus soldados; de
conjurados y él lo fue en un par de logias; de belgranos, de Belgrano.
Disciplina militar en la tropa, claro, y también viveza criolla en la pelea,
guerra de zapa (o, para buenos entendedores: guerra de guerrillas). A nada de
esto el Gran Capitán le hizo un asco.
Eso de San Martín, Rosas,
Perón puede ser un tanto forzado, una
construcción de la segunda mitad del
siglo XX, es cierto. Pero es infinitamente más sincero y real que un San
Martín, Caseros, Roca. Y nunca va a ser San Martín, Uriburu, Videla. Nunca.
Entonces...
San Martín también te llega. Mire
usté, la patria estaba en ruinas -como cada tanto- y apenas la bandera flameaba
en algún lado. Uno había perdido la fe en la Patria que inventó San Martín. Y
apareció uno, que no era libertador, ni puede desde ya empardarlo, pero
apareció de la nada y, a mi, me devolvió
la Patria de San Martín con creces. Fue en mayo también, pero del 2003. Porque
la Patria es una esperanza.
¿De qué lejano exilio volverá en
la próxima? Pasa que San Martín siempre vuelve, y la venia hoy se la hacemos
con los dedos en V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario