Una ciudad en la que Elisa Carrió
mide más del 40% en la intención de voto, es una ciudad cuanto menos
complicada. Capital Nacional del mal humor, elige justamente a quien mejor
representa la inquina, el odio reconcentrado, un gorilismo acérrimo, bajo la
sospechosa pátina de pretendida honestidad, siempre pronta a juzgar y acusar de
las peores cosas al otro. Tal para cual. No hay una misteriosa Buenos Aires, si
una prejuiciosa y atemorizada. El enojo de la candidata -sus formas mansas y su
infinita violencia- encubre la impotencia y mala entraña de muchos desgraciados
que sueñan con despertar poderosos. Y esto lo dice un porteño -aunque del
puerto de San Isidro, ese antiguo principado eclesiástico- que no será de pura
cepa, pero que lleva demasiado tiempo buscándole virtudes curativas al veneno de
los ofidios. En fin.
Parece que hay novedades en estas
elecciones también, aparte de pesadillas como las reseñadas. Una noticia es que
-siempre al parecer, con los números en la mano hablamos- Unidad Porteña (ex
Frente para la Victoria + recientes amiguitos) se mantiene como segunda fuerza,
y lejos del oficialismo hay que decirlo. Es decir que vuelve al lugar perdido
en la anterior elección, cuando el lucero Lousteau irrumpía como si la 125 se
le hubiera ocurrido a Biondini. Vamos a ver qué pasa ahora; pero si así
ocurriera lo que dicen las encuestas se confirmaría que el peronismo -con
sólido piso del 20% a mano del candidato que fuera- y sus aliados es la segunda
opción en la Capital. Y que tiene todo un futuro que ganar, si alguien
estuviera dispuesto a creerlo.
Por supuesto que esto debería ser
escrito tras resultado, pero de eso habrá demasiado. A mi me gusta la
especulación con aires de anticipación (que le da un toque ¿no?) y de ahí a opinar
como un sanguango.
Un programa peronista para la
ciudad (y aliados progresistas, ocbio) puede garpar mucho y va a ser lo que se
deberá hacer si alguna vez se pretende gobernar esta Aldea. Por los votos, el
peronismo nunca gobernó BA, lo hizo si cuando el presidente mandaba unitariamente
su delegado. Habrá que pensar en otra forma, en otras campañas, en otro tiempo
en el que haya espacio para pensar la Autónoma y no esperar solamente ser ese
veinteporciento que se necesita para volcar a un resultado más grande. Mientras
se discuta a quién parecerse, vamos mal. No damos el piné para ser de los
Pinedo (u otro oligarca dendeveras), ni parecemos progredepuraraza. Y desde ya,
no pasamos por radicales. Somos lo que somos: productivistas hasta la médula,
mercadointernistas, repartidores de superplusvalías, elevadores sociales y
seriales. Punto. Con eso debería bastar para comenzar...
Uno sabe que siempre se buscan
culpables, que el candidato, que la campaña, que esto que lo de más allá, y
bué... Quién sabe si no da un poco de cosa plantearse lo del poder, aunque se
trate solamente del poder político. Pero llegará y esta fuerza -con el
peronismo en el medio y a la cabeza- madurará. Algún día todos (casi todos) te
miran y se dan cuenta que siempre estuviste ahí. Para ese día se hacen las
campañas y milita la gente (no solamente, pero por mucho). Paciencia.
Mientras, en una puta Ciudad
cabeza de un país del tercer mundo, la señora Carrió se caga de risa y muestra
los dientes.
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