sábado, 12 de agosto de 2017

LAS REGLAS DEL MIEDO

Asusta la posible vuelta del  “populismo”.  Es decir una victoria amplia de CFK en las elecciones… ¿las PASO que eligen candidatos?, ¿las legislativas de octubre?, ¿las de 2019? Vaya uno a saber, pero la cuestión es que asusta mucho. Y de acá que eso explica –cabalmente- que los capitales no quieran asomarse por el país, que no lluevan como se esperaba. Que nada salga como se esperaba, o como prometieron (que no es lo mismo).

Esta explicación para pelotudos que suele usar el conglomerado “político” gobernante, sirve para dos cosas (y mire que encima estamos en tiempos electorales): una, justificar el incumplimiento de promesas light , pero promesas al fin; y dos, llamar la atención sobre el peligro latente y constante del llamado “kirchnerismo”, peronismo K, peronismo de estos años, como usté desee denominarlo.

Seguimos haciendo análisis (balbuceos en realidad) sin tomar en cuenta aún los resultados electorales ya que no se han producido… Ocurre que esta gente vuelca en sus boletines de La Nación o Clarín a diario, la posibilidad de un triunfo de Cristina Kirchner y, en ese caso, su proyección a una segura candidatura presidencial que encolumnaría detrás suyo a todo el peronismo, porque ya se sabe somos una manga de pollerudos. ¿Muy adelante se van, no? Es sospechoso todo ese miedo.

Cuando uno indaga sobre el tema un poco nomás, sale el asunto de las “reglas de juego” económicas, porque son las que cambiarían si volviera al poder el temido “populismo”. Y uno hace memoria y no puede recordar una revolución socialista ocurrida en tiempos recientes, confiscaciones, fusilamientos de empresarios, incautación de bienes, prisión de opositores, qué se yo. No, uno lo que recuerda es un gobierno que puso un poco de orden en una casa que estaba a la deriva, a la que le habían afanado hasta los marcos de las ventanas. El peronismo –versión pingüinos- tuvo la dura tarea de la reconstrucción material y moral del país. Pero eso ya es opinar, y a esta gente no le gusta (que opinemos nosotros).

¿Y cuáles serían las reglas de juego que los satisfacen? Las que hay ahora, piensa uno, con mercados desregulados, con una débil labor de contralor estatal, con un Banco Central que cuida la moneda mirando la tómbola financiera, con la devolución de los privilegios al “campo” y los productores decimonónicos de materia prima. Cosas como esas. Pero no, eso también les suena a “populismo” por lo demagógico de no animarse a llegar hasta el hueso. El Capital quiere cirugía mayor, aunque muera el enfermo (que ya sería culpa del enfermo, viéndolo bien).

Terminar con el “costo argentino”, ese curiosos adicional que debe cargarse a la proyección de gastos de la producción y/o el gran comercio y que tiene que ver con cuánto cuesta un puesto de trabajo según la ley, cuánto cuesta en blanco. Y les parece mucho. Terminar con un sistema jubilatorio solidario que no cierra, dado que no se muere toda la gente que debería, algunos duran por demás y otros tardan un montón en incorporarse al mercado laboral, vaya a saber por qué. Y porque inescrupulosos pseudo empresarios evaden las cargas… no, eso último no. Terminar con un poder sindical que defiende intereses profesionales corporativos, es decir a sus representados (nosotros), manga de burócratas… Modificar –sería fantástico poder directamente “anular”- tópicos abusivos a ojos patronales de los Convenios Colectivos de Trabajo; espaciar o eliminar las Paritarias. Rebajar salarios, incrementar horas de trabajo (a contramano de tendencias europeas que reducen jornadas laborales), flexibilizar tareas. Ese sería un combo interesante, algo que si daría confianza como para invertir…

Faltaría algo y es que el Estado debería poder desarmar, neutralizar en forma permanente la protesta social que seguramente es la reacción segura a un programa neoliberal de semejante calibre. Y para lograr ese objetivo, lo único que hay que hacer es desacreditar, desarticular, reprimir, perseguir, destruir y/o corromper absolutamente al peronismo. He ahí el secreto de las “reglas de juego”, un juego en el que el peronismo y los peronistas, y sus amigos, y sus posibles aliados, y los que alguna vez pudieran ser, no existan. Que el país burgués se libere finalmente de su horrenda maldición.

Los gobiernos mal llamados kirchneristas (son peronistas) han rescatado gran parte del legado del peronismo original, mientras el país entraba con furia en el siglo XXI. Se le pueden hacer estatuas a Perón, total, hasta un presidente liberal puede inaugurar una. Total… “De Perón y de Evita hay que acordarse todos los días cuando se gobierna”, solía decir Néstor Kirchner cuando explicaba por qué no andaba parafraseando continuamente al General como una letanía vacía. De eso se trata y eso es lo que temen.

Entonces no se refieren a una elección, porque se pueden perder elecciones como se perdió la del 2015. Lo que hay de fondo es el malestar constante del poder económico por la vigencia de un pensamiento y un Movimiento que –aún atravesado por todas las contradicciones y con muchos avivados colgando de sus alas- tiene un inocultable vicio de igualdad y rebeldía. El peronismo, aún en el afán cotidiano por ser parte del sistema, nunca perdió su costado contracultural. Ni aún con esa camada de Universitarios Peronistas de los setentas en el gobierno, no se pudo abrochar un saco cruzado, cambiar la bic por una mont blanc, tener un vocabulario sin esas puteadas tan evitistas y estar tan bien vestida a la vez…


Como que Viva Perón ¿no?

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