Veamos un poco. Una vez le escuche a Hernán Brienza una
cuenta interesante que voy a repetir y completar un poco.
Con un criterio amplio (en algún caso “amplísimo” y piadoso)
podemos decir que Gobiernos populares, es decir, que hayan gobernado para las
mayorías y teniendo en cuenta algo parecido a un Proyecto Nacional, siguieron
un derrotero más o menos así:
- § Mariano Moreno, secretario de la Primera Junta (25-05-1811 al 04-03-1811): casi 1 año
- § Gobierno de los Caudillos Provinciales (en cada provincia), de 1820 a febrero 1826 (hasta la presidencia de Rivadavia): 6 años
- § Manuel Dorrego, gobernador de BA (agosto 1827 hasta su asesinato en diciembre 1828): 1 año y 5 meses
- § Juan Manuel de Rosas, gobernador de BA, Encargado de los Asuntos Exteriores y Defensa de la Confederación Argentina (varias veces), de 1829 a 1832 y de 1835 a 1852: 22 años
- § Justo José de Urquiza, presidente de la Confederación Argentina (con la provincia de BA escindida del país), de 1854 a 1860: 6 años
- § Hipólito Yrigoyen, presidencias (1916 a 1922 y 1928 a 1930): 8 años
- § Juan Domingo Perón, presidencias (1945 a 1952, 1952 a 1955 y 1973 a 1974): 9 años y 10 meses
- § Raúl Alfonsín, presidencia (1983 a 1989): 5 años y 6 meses
- § Néstor Kirchner, presidencia (2003 a 2007): 4 años y 5 meses
- § Cristina Fernández de Kirchner, presidencias (de 2007 a 2011 y de 2011 hasta la actualidad): serán 8 años, van 6.
Es decir, Gobiernos que podemos considerar como del “campo
popular” ocupan 70 años y 2 meses y cuando termine el mandato constitucional de
Cristina serán 72 años y 2 meses.
En el otro “campo”, se destacan dos bloques importantes. Por
un lado, los “gobiernos oligárquicos” que duraron desde 1860 hasta 1916; 56
años continuos. Y para completarla, los gobiernos de facto de las “dictaduras
cívico militares” que se descomponen (literalmente) de la siguiente forma:
- § Uriburu, setiembre de 1930 a febrero de 1932: 1 año y 6 meses
- § Revolución del 4 de junio (Rawson-Ramírez-Farrell), junio de 1943 a 1946: 3 años
- § Revolución Argentina (Onganía-Levingston-Lanusse) junio 1966 a mayo de 1973: 7 años
- § Proceso de Reorganización Nacional (Videla-Viola-Galtieri-Bignone) marzo de 1976 a diciembre de 1983: 7 años y 11 meses
Fueron 19 años y 5 meses.
Completando el argumento, uno dice que de 203 años de
historia independiente fueron 133 años de gobiernos antinacionales y sólo 70 de
gobiernos populares.
Por supuesto, que alguno no acordará con todos los períodos
“populares” y dirá que habría que fraccionar los momentos en que tiraron para
el pueblo y los que pactaron con los grandes poderes y demás. Pasó de todo en
nuestra historia, pero a groso modo y por más que usté quite y ponga, creo que
la tendencia se mantiene. La verdad es que el sinuoso y tortuoso camino de un
Proyecto Nacional para la Nación Argentina ocupó mucho menos de la mitad del
tiempo de existencia de la famosa Nación.
Estamos más acostumbrados a que todo salga mal, que se la
lleven los de siempre, que tengamos que ir ventajeando para no perder. A que
los poderosos sean poderosos, y digan para dónde se debe ir. Eso es un país
normal, aunque nadie lo admitiría porque decir que eso es la verdad, también es
confesar que uno es un pelotudo, un pusilánime, un cobarde. Un sirviente.
Hay algo mejor que tener tanta autocrítica o tan poca auto
estima. Y es pensar de uno como un colonizado. Claro, que si se admite la
colonialidad entonces estamos frente a un algo de conciencia. No es el caso. El
gataflorismo suele encubrir el quejoso gesto cansado del sirviente colonial,
sólo que en vez de lamentarse a solas en su habitación de dospordos, lo hace en
voz alta, en barra y equivocando siempre el objeto de su odio.
Es un clásico autóctono arremeter contra los únicos que
tratan de beneficiarnos, o mejor dicho, de reivindicarnos. Es que esos, que
vienen a ser los de los 70 años, no siempre aciertan con el lenguaje, el
cuidado y la manera de dirigirse a tipos tan quisquillosos. Es difícil hacer
migas con perros apaleados.
A veces se descubre (si te lo andan diciendo todo el tiempo
al oído) que los “populares” no siempre son tan prístinos, inmaculados como deberían.
A veces distan muchos de los príncipes azules que van al rescate de princesas
(convertidas en sapos). Imagínese a príncipes peronistas y la hacemos completa.
La cuestión es que el ideal no se parece al real. Ocurre que
lo más conveniente para el sujeto víctima de los verdaderos saqueadores, es
reconocer al que defiende sus intereses más allá de los modales, porque si no…
Si no. No es raro pensar que en incontables oportunidades
una porción importante del pueblo ayudó a sus victimarios, a los parásitos que
viven a costillas de la mayoría, a los poderosos. Pasa. En nuestro país ha
pasado muchas veces.
Haber sido domesticados (educados se diría, quedando bien) por
los que gobernaron la mayor parte del tiempo tiene consecuencias, y de todo
tipo. En primer término, sepamos que la “normalidad” es un país dependiente del
extranjero, vendido, arrodillado, callado, reprimido, colonizado; un país que
necesitó matar lo propio para alcanzar la civilización que venía de afuera.
Esto, que suena tan antiguo está en nuestro ADN. Lo que veníamos diciendo.
Lo “anormal” es el desafío, la alternativa, el cambio, la
ruptura. La incertidumbre también. Sin embargo, hay una porfiada (valiente)
inclinación por emprender otro camino y arriesgarse (son esos 70 años que
tienen de todo, para bien o para mal, pero queriendo más para bien).
Otra consecuencia es que no parecemos ser como pueblo
patriotas ni nacionalistas. Himno, bandera, Patria, trastos viejos y jodidos
que por izquierda le regalamos a la derecha. El patriotismo fue mal mirado por
la izquierda “liberal”, esa izquierda que elegía como prócer a Rivadavia porque
lo veían como el que había intentado la “revolución burguesa” en el Plata
(antecedente necesario para la gran “revolución proletaria”). La Patria quedó
para los Caudillos, la Iglesia y los milicos. Lindo favor nos hicimos.
O se regaló también por otras cuestiones. Cómo creer en la
Patria si siempre te cagan… Desconfiar de todo y de todos. El temor –que es el
verdadero sentimiento en estas circunstancias- vuelve a la gente agresiva,
malpensada y torpe. Para qué pagar impuestos si los de arriba no los pagan, y
se la tragan. El robo universal de nuestra supuesta riqueza es el justificativo
de todas las miserias cotidianas. La solidaridad viene a ser una especie de
boludez para que la crean… todos, porque hay que parecer solidarios. Está bueno
cuando hay una catástrofe, pero si no...
Podemos probar a entender que los poderosos, los “grandes
intereses” y todos esos eufemismos que usamos cuando la claridad no nos sonríe,
atacaron siempre… defendieron sus objetivos siempre. Y su objetivo es asegurar
la máxima ganancia con el mínimo costo en un marco en que la producción se
realiza socialmente y se apropia en forma privada. Chocolate (pero del bueno).
Uno puede berrear por tal o cual medida. Hay derecho, para
eso estamos en democracia. Uno puede pensar lo que quiera y no tiene necesariamente
que acordar con un gobierno porque le esté yendo mejor. Esto pasa mucho, ¿no? Como
cuando, por hablar de algo en concreto, la gente más beneficiada en estos
últimos años por los gobiernos de los Kirchner, odia a estos gobiernos de una
manera poco vista anteriormente (salvo con la Señora de los billetes de cien).
No es imprescindible estar de acuerdo y ponerse una
camiseta. Pero es imprescindible no ser cobarde, no ser hipócrita y reconocer
que se está mejor y que los argentinos deberíamos saber lo que pasa cuando
gobiernan esos 133 años. Lo que nos pasa.
Saludablemente muchos compañeros estamos de acuerdo y nos
ponemos una camiseta. Tampoco por eso dejamos el criterio colgado en la puerta
de casa. ¿Quién puede estar de acuerdo con todo y todo el tiempo?
Las mayorías son volubles. Cuando las tenemos en contra y
también cuando nos favorecen. El kirchnerismo, con toda la buena nueva que
viene siendo desde hace diez años, también pasará. Vendrá otro tiempo con otros
hombres y mujeres en la conducción. El tema es que podamos enganchar el hilo
del proyecto nacional (con minúscula, como para no panfletear) y no lo soltemos
más. Se trata de eso; porque los 133 pesan en el cuerpo y mucho más en la
cabeza.
Llegué algunos días tarde a tu sencillo pero jugoso artículo. Son datos duros, más de dos siglos desde aquél 25 de mayo de 1810 ... Y cuando te ponés a contar los porotos, quiénes gobernaron, durante cuánto tiempo lo hicieron, en qué circunstancias, qué grado de participación popular hubo, con qué grado de libertad ciudadana se contó, en qué forma abrupta y golpista se cortaron TODOS los gobiernos con sesgo popular a excepción de los que retomaron la posta el 25 de Mayo de 2003, ahí te das cuenta de la fenomenal trampa a la fuimos empujados. Y porqué el salvajismo en querer volver a encerrarnos nuevamente en ese pozo.
ResponderEliminarComo recuerdo, vale tener en cuenta la exaltación que hacen algunos "patriotas" del primer centenario, cuando Argentina era una "potencia" con palacetes franceses e italianos sobre una corta avenida lindera con la Iglesia del Pilar y montones de conventillos con miles de pobres laburantes sin derecho alguno, hacinados compartiendo una letrina y un fogón a carbón. Y encima, con estado de sitio y "Ley de Residencia".
Gran parte de los paspados que se quejan de llenos no tienen la más remota idea de nuestra verdadera historia, ya que la que nos metieron en el marote en las escuelas es la falsedad más grande que a alguien se le pudiera ocurrir.
Saludos
Gracias Tilo, coincido con tus expresiones. Habría que difundir sin cansarse la verdadera historia de estos países nuestros lationamericanos que es así como vos lo contás. Saludos, compañero.
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