Se te mete la muerte por la ropa buscándote el alma, para asfixiarla hasta ese minuto en que uno da un respiro y zafa. Y ahí se queda, por un rato. Tendrá sus días, esperándote en casa para saltarte adentro; pero como somos los que se quedan… la muerte se da sus fiestas con los que duelan.
Encima acá, en Argentina, con un velorio a cuestas y tan poco tiempo que se le parece (qué poco es algo más de dos años). Qué cosa los pueblos, como los gobernantes se les van pareciendo, uno ve más rápido, más claro que hacemos las mismas cosas, lloramos igual, sentimos igual, caminamos y hacemos cola igual, y aparece “patria”, “lealtad”, “amor” tan seguido, tan parejo. Son las palabras que entienden y practican los biennacidos. Y entonces, nos entendemos. Claro.
Los hombres providenciales no existen (y si existen, no deberían), porque son las condiciones políticas, sociales, económicas, y eso que dan con los hombres que les dan curso… son boludeces. Esos hombres existen (y creo que han nacido casi todos en esta América), te los manda Dios -y vaya a saber qué piensa cuando hace eso- y los ligas así, sin esperarlo. Y cuando te los quitan, ay… uno empieza con que no se van, con que no se mueren. Y si, se mueren y no están más. Y mañana no estarán. Y hace días que me despierto y Chávez no está en ningún lado. El legado, la revolución, las tareas, si. Si. Pero Chávez no está en ningún lado nunca más. Que soledad más fea hermano.
Y a la vez, qué suerte hasta la borrachera todo esto. Justo cuando uno se había jubilado de esperar, todavía faltaba la firma final para comenzar a cobrar en el banco. Faltaba este tiempo. Y eso que nos dimos cuenta cuando nos tocó en casa, pero la verdad es que Este había empezado solo. Solito en medio del shoping, la soberanía del bigmac y el halloween del Imperio. Cuba estaba envejeciendo, bloqueada y pobre, sin las viandas de laurs, desabastecida, arrinconada a ver se hundía de una buena vez en el Caribe playero y soleado. Con Fidel envejeciendo también. Pero Cuba sabía abrazar, con eso no contaban.
Y entonces un día en la tele el morocho de boina, estampa de comando, decía que el movimiento no triunfó en la capital, que no pudieron tomar el poder y se iba en cana. El milico de boina roja con su golpe fracasado. Sabés cómo se lee eso, ¿no?, en una Argentina que no quiere más dictadura ni milicos, un país con conciencia democrática pero sin justicia, con la República a salvo y la conciencia no. Pero dos años después lo eligen presidente. Los teóricos del populismo -que es como decir el tío solterón que te arruina un cumpleaños- se hacen la panzada, las izquierdas desorientadas se pierden otra vez (y van…).
Darse cuenta por los enemigos (así como dijo Rivas). Los encargados de entregar la renta petrolera a sus dueños, como se acostumbra. Golpe. Paro. Cosas en la prensa. Indignación. Gente que se va a Miami, otros que les agarra el escándalo y se brotan. La división, provoca la división de los venezolanos (y de tantos lados). Será que decir “pueblo” no es un sinónimo de habitante, y menos me temo que de “ciudadano”, será que “la República” es la de Platón, llena de esclavos (y parientes), será que la Civilización llamó “barbarie” a sus asesinados y barrió bajo la alfombra sobre la que se juraron las constituciones y se festejaron los cumpleaños (de la puta oligarquía). Siempre hay esas gallinas indignadas porque un bravucón echa al zorrito que viene de parte de animal planet.
Eso malinche de muchos. Porque qué saben de política los morochos, pasto de la demagogia. Dictadura con muchos votos. Y algunos morochos asienten, y algunos blanquitos pobres también. Son tantos años de desgracia y tantos los espejos rotos.
Se dan también los paralelismos imposibles, pero bueno. El 17 de octubre en Miraflores rescatando al Presidente. Mar de gente, mensajes tan simples que con la cabeza en otro idioma no se entienden. Al fin uno, te están diciendo, al fin uno. Es este, y se lo guardan pegadito al corazón (y eso suele ser para siempre). Los pueblos se equivocan en muchas cosas, pero no en el amor. Y amor cae del balcón, del saludo a la noche. ¿Dónde está el empresario presidente por unas horas? La historia glotona se lo ha lastrado. Chávezchávezchávez… la noche los enamora.
No hace falta inventar nada, ¿nunca viste “aló presidente”? Estar en todo, de ida, de vuelta, como el cablecarril para que los pobres totales vayan y vuelvan a la casa, vean a un médico, se hagan de la ciudad que no es suya. Tan simple. Hay cifras, hay toneladas de planes cumplidos, casas, cosas, medicina. La gente fue a la mar en coche como acá a Mar del Plata. Acá pasó, es que hace tanto que… acá está volviendo a pasar y los mismos decentes se enojan más y más (qué empeño en no dejar tranquilo al zorro).
Allá las “misiones” tienen cataratas de amor cayendo de a chorros (no por derrame). Estos días escuchamos y vimos cientos de historias que iban pasando por los micrófonos y cámaras de todos los canales. Imposible tantos actores, imposible tantos choris, imposible tanto como para ser un decorado. La revolución es un decorado eterno, en tal caso. Y salú.
Por eso van. Porque hay razones, hay muchas. Por eso van. Rojorrojito, van.
Pero la corrupción. Y siempre algún un negro se mete un peine en el bolsillo. Habláme mejor de la banda de chorros estructurales (blanquinegros, guantiblancos) que hicieron pobres a los pobres. Pero repetís (asustado) que eso es quedarse en el pasado, reabrir heridas, mirar lo negativo. Ellos prefieren mirar para adelante y los rojitos dicen “palante”, que es otra cosa. Hay tres clases de gentes siempre: los buenos, los hijos de puta y los boludos que van de la mano de uno y después del otro y así.
Una revolución es un quilombo. Hay que haberse pegado un pedo por un mina, haberla pasado muy bien en una fiesta, haber perdido el sentido, haber escrito un poema (aunque sea malo), para entender una revolución. Entre otras cosas. Por eso los técnicos no cazan una. Y un socialismo del siglo veintiuno peor, porque decía él Fulano del que hablamos que es algo para adelante, a definir haciendo, al tiempo que se va haciendo. Un horror, después de tanto seminario marxista de la puta madre en la facultad… Pero ves el velorio y pensás que si, se puede hacer, esa gente lo puede hacer. Algún día, cuando quieran, cuando puedan. Ya lo estaban haciendo, ellos sabrán.
Pero ahora están llorando, pese a que está prohibido. Y uno acá, sin tanto color, con tanto dolor dando vueltas por tantos homenajes, nombres, fervor clandestino que no abandona las costumbres. El alma se cuadra y le hacés la venia porque acá no se rinde nadie. Te decís, me digo (nos damos ánimo aparte de estar convencidos).
El amor con amor se paga. Mirá vos, Eva decía que tenía una deuda impagable con los descamisados. Va y viene la deudas va y viene el pago. Y como no se puede ni lo uno ni lo otro, el amor es eterno. El que no entienda… lástima.
Hasta la victoria siempre. La de nosotros.
Amarillo, azul, rojo. Una cascada de estrellas.
Comandante.
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