La plaza llena, las diagonales,
la vieja avenida de Mayo, las calles que hacen de pasadizos al corazón de la
capital. Llenas. Y era una despedida, con todo el clamor y dolor, con los
llantos por los absurdos de la democracia, pero si, no daba para pensar en
nada. Sólo una herida como bandera en el momento que no había que bajar
ninguna. Y así fue para los que nos habíamos citado sin redes, sin boludeo.
Empezaba una historia
desconocida, porque nunca se repite. Y se fue haciendo de silencios,
contrariedades inaguantables, traiciones esperadas y traiciones de las de
verdad totalmente inesperadas. Empezaba la movilización y también los de la
cabeza en un agujero. Pero todo eso va, pasa aunque esté pasando. La historia
que hoy me interesa es la de la Señora que se fue ese día, sin entregarle banda
y bastón al que no iba a jurar por la Patria...
Ella brilló esa noche como nunca.
Y partió. La trajo de vuelta un juez del que no habrá memoria en unos pocos
años, y volvió a estallar allá en la ciudad judicial que no fue, de una
Justicia monárquica. Bajo la lluvia. No hubo 17 de octubre ni cruce del
Matanza, sencillamente porque esas cosas ya se habían hecho y los pibes se
merecen leyendas propias, aunque nuestros relatos luchen por opacar de tanto no
aceptar que todos vamos a morir y el mundo seguirá como si nada.
Nunca nadie recibió tanto
bombardeo, salvo los que fueron bombardeados en la Plaza, salvo la Abanderada
nuestra que se ajustó el rodete mientras una pared vivó al cáncer, y rompían
vajillas, quemaban sábanas, asaltaban hogares de tránsito, desarmaban ciudades
de niños. Nunca nadie salvo un viejo General que caminó en círculos los
dieciocho años de extrañeza, con sus estatuas arrastradas, sus libros
quemados, sus hijos desheredados. Después
viene ella en el cuadro de honor del odio. No es poca cosa. Y siguió, sin
cargos, sin fueros, sin matones. Sola con nosotros, fijáte.
No se cae, no se dobla -como los
radicales que se doblaron hasta el piso, salvo Moreau y sus correligionarios-,
no se achica. Si le duele, si la silencian de tanto en tanto, si se abate
aunque después reaparezca más fresca, más en línea. Y de golpe, aparece en las
encuestas sin haber dicho que iba a ser candidata a nada. Sin decir que no iba
a ser. Y ahí empieza el tema.
Están los convencidos, están
también los gurkas que suelen ser más papistas que Francisco. Están los que dudaban
y están los que no les convenía traicionar.
También los que a la primera de cambio se fueron a la mierda. Los que
siempre quisieron estar en otro lado.
Y están los compañeros -muchos
les dicen innecesariamente pejotistas ya que no ocultan ser del pj- que
agacharon la cabeza muchos años viendo que las listas se las arreglaban en otro
lado, que la lapicera no se compartía ni un momento, que salían a bancar todo
porque debían hacerlo, o simplemente que querían algo más manso y tranquilo.
Los que pensaban que el movimiento obrero organizado merecía un poco más de
paciencia, sobre todo porque los "burócratas" también arrastran votos
y de cómo movilizar al subsuelo de la Patria saben un rato. Hay que entender, y
uno lo dice desde ese lugar en el que si
se duda se lavan los trapos en casa y se discute entre compañeros. Siempre
tenés dudas aunque le pegués para adelante. Errores hubo, pero hay uno que no
se podía cometer y era perder. Y ocurrió.
Uno se lo está achacando a la
Señora, y vamos con la herejía... Lo cierto es que no hay dirigente peronista
que tenga la llegada (feeling), el vínculo emocional desbordante, que
signifique esperanza porque se hizo y se hizo mucho, que ella. Es Cristina. Y
de verdad que uno quisiera que no tuviera que ser candidata, que el movimiento
produjera muchos candidatos de ese tamaño enorme. Pero no es así, ninguno le
llega al taco de la bota. Y hay algunos buenos (cada uno sabe).
Entonces, ¿qué hacemos con Cristina?
Para algunos es como tener un elefante en el living y temen. Y uno piensa que
tuvimos demasiado de "sabios y prudentes", pero que esto tampoco es
la revolución bolchevique como para
jugar al todo o nada (la revolución bolchevique tampoco jugó ese juego
engañoso). Uno -yo- quisiera que fuera algo así como una consultora de lujo -de
plebeyo lujo que suele ser el que nos queda mejor-, una referencia altísima y
decisiva. Pero que no tenga que poner el cuerpo. Porque le tiran basura a
diario el gorilaje, y porque nunca falta el compañero tarado que le falte el
respeto (ay Cristina ya fue, se termino... manga de energúmenos).
Y entonces salen con Néstor. Y
qué, se me llenan los ojos de lágrimas de sólo escribirlo. Lo hacen para
achicarla. Es bueno tener referentes, es bueno tener héroes, pero no se me
escapa que lo acompañamos bajo otra lluvia en un auto negro y en una caja de
madera. El problema de la Señora es que de verdad está insoportablemente viva.
Y va a hacer lo que quiera,
porque puede. Es posible que cuando haya que definir candidaturas allá por
junio ya lleve el procesamiento número... Más allá que la habrán intentado
encanar, o lo habrán hecho (dudo). Y
verá. Pero nada es lo que era. Tampoco ella. Tampoco se repiten las cosas,
estamos condenados a seguir camino y no sabemos qué es lo que sigue.
Cristina es un fenómeno político
inédito en esta maltratada democracia postDictadura. Y también arrastra odios,
vaya que los arrastra. A eso se le dice "techo", y se repetirían las
condiciones de aquella fatal elección, dicen. No sé, no creo. La verdad es que
hay dos modelos de país (y de personas) en pugna. Seguro que puede haber más,
otros como esos que piensan en avenidas del medio, en la tercera vía de la vía
del medio... eso ya lo inventó Perón hace mucho y Cristian es el producto más
acabado y presente, así que.
Qué se yo cómo sigue. La cuestión
es que es insoslayable esta mujer para suerte de algunos, para desesperación de
otros (y acá las cosas no se dividen entre liberales y peronistas, suele mezclarse
un tanto como toda nuestra historia).
Pienso cosas. En don Manuel del
Corazón largando ese "ay Patria mía" y yéndose por una Buenos Aires
que lo olvidaba a propósito. En el gran Capitán lejos en su invierno francés.
En don Juan Manuel diciendo en la casona de Palermo "entonces, se van a
cagar" y no escuchando más nada mientras en el patio bailan los negros. En
la Gran Señora que no estrenó La Pródiga porque tenía que hacer otros estrenos,
hablando con Paco de vestidos y viendo más allá de todo y de todos. En el Perón
de la cañonera, en el Perón paseando los caniches en Puerta de Hierro. En el
Perón en pijama de Gaspar Campos. Y tantos otros momentos sin fotos.
En Néstor temblando por adentro
ante el micrófono de la Esma mirando fijo a las Madres. En Cristina que tiene
que ver qué carajo hace.
Y en nosotros que tenemos que
saber qué carajo tenemos que hacer, porque no hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo aguante. Es fácil escribir
todo esto en un blog, lo difícil es pasarla allá afuera y ser dueño de toda la
intemperie y el desamparo.
Hace mucho tiempo fui a votar por
primera vez con mi hijo mayor a upa. Yo tenía que votar es cierto, pero él
tenía que ver y entrar al cuarto oscuro porque esa era toda la revolución que
le pudimos conseguir. Creo que ellos lo valoran más que uno.
Señora, disculpe las
sinceridades. Suyo como siempre. Viva Perón.
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