martes, 18 de abril de 2017

¿QUÉ HACEMOS CON CRISTINA?

La plaza llena, las diagonales, la vieja avenida de Mayo, las calles que hacen de pasadizos al corazón de la capital. Llenas. Y era una despedida, con todo el clamor y dolor, con los llantos por los absurdos de la democracia, pero si, no daba para pensar en nada. Sólo una herida como bandera en el momento que no había que bajar ninguna. Y así fue para los que nos habíamos citado sin redes, sin boludeo.

Empezaba una historia desconocida, porque nunca se repite. Y se fue haciendo de silencios, contrariedades inaguantables, traiciones esperadas y traiciones de las de verdad totalmente inesperadas. Empezaba la movilización y también los de la cabeza en un agujero. Pero todo eso va, pasa aunque esté pasando. La historia que hoy me interesa es la de la Señora que se fue ese día, sin entregarle banda y bastón al que no iba a jurar por la Patria...

Ella brilló esa noche como nunca. Y partió. La trajo de vuelta un juez del que no habrá memoria en unos pocos años, y volvió a estallar allá en la ciudad judicial que no fue, de una Justicia monárquica. Bajo la lluvia. No hubo 17 de octubre ni cruce del Matanza, sencillamente porque esas cosas ya se habían hecho y los pibes se merecen leyendas propias, aunque nuestros relatos luchen por opacar de tanto no aceptar que todos vamos a morir y el mundo seguirá como si nada.

Nunca nadie recibió tanto bombardeo, salvo los que fueron bombardeados en la Plaza, salvo la Abanderada nuestra que se ajustó el rodete mientras una pared vivó al cáncer, y rompían vajillas, quemaban sábanas, asaltaban hogares de tránsito, desarmaban ciudades de niños. Nunca nadie salvo un viejo General que caminó en círculos los dieciocho años de extrañeza, con sus estatuas arrastradas, sus libros quemados,  sus hijos desheredados. Después viene ella en el cuadro de honor del odio. No es poca cosa. Y siguió, sin cargos, sin fueros, sin matones. Sola con nosotros, fijáte.

No se cae, no se dobla -como los radicales que se doblaron hasta el piso, salvo Moreau y sus correligionarios-, no se achica. Si le duele, si la silencian de tanto en tanto, si se abate aunque después reaparezca más fresca, más en línea. Y de golpe, aparece en las encuestas sin haber dicho que iba a ser candidata a nada. Sin decir que no iba a ser. Y ahí empieza el tema.

Están los convencidos, están también los gurkas que suelen ser más papistas que Francisco. Están los que dudaban y están los que no les convenía traicionar.  También los que a la primera de cambio se fueron a la mierda. Los que siempre quisieron estar en otro lado.

Y están los compañeros -muchos les dicen innecesariamente pejotistas ya que no ocultan ser del pj- que agacharon la cabeza muchos años viendo que las listas se las arreglaban en otro lado, que la lapicera no se compartía ni un momento, que salían a bancar todo porque debían hacerlo, o simplemente que querían algo más manso y tranquilo. Los que pensaban que el movimiento obrero organizado merecía un poco más de paciencia, sobre todo porque los "burócratas" también arrastran votos y de cómo movilizar al subsuelo de la Patria saben un rato. Hay que entender, y uno lo  dice desde ese lugar en el que si se duda se lavan los trapos en casa y se discute entre compañeros. Siempre tenés dudas aunque le pegués para adelante. Errores hubo, pero hay uno que no se podía cometer y era perder. Y ocurrió.

Uno se lo está achacando a la Señora, y vamos con la herejía... Lo cierto es que no hay dirigente peronista que tenga la llegada (feeling), el vínculo emocional desbordante, que signifique esperanza porque se hizo y se hizo mucho, que ella. Es Cristina. Y de verdad que uno quisiera que no tuviera que ser candidata, que el movimiento produjera muchos candidatos de ese tamaño enorme. Pero no es así, ninguno le llega al taco de la bota. Y hay algunos buenos (cada uno sabe).

Entonces, ¿qué hacemos con Cristina? Para algunos es como tener un elefante en el living y temen. Y uno piensa que tuvimos demasiado de "sabios y prudentes", pero que esto tampoco es la revolución bolchevique  como para jugar al todo o nada (la revolución bolchevique tampoco jugó ese juego engañoso). Uno -yo- quisiera que fuera algo así como una consultora de lujo -de plebeyo lujo que suele ser el que nos queda mejor-, una referencia altísima y decisiva. Pero que no tenga que poner el cuerpo. Porque le tiran basura a diario el gorilaje, y porque nunca falta el compañero tarado que le falte el respeto (ay Cristina ya fue, se termino... manga de energúmenos).

Y entonces salen con Néstor. Y qué, se me llenan los ojos de lágrimas de sólo escribirlo. Lo hacen para achicarla. Es bueno tener referentes, es bueno tener héroes, pero no se me escapa que lo acompañamos bajo otra lluvia en un auto negro y en una caja de madera. El problema de la Señora es que de verdad está insoportablemente  viva.

Y va a hacer lo que quiera, porque puede. Es posible que cuando haya que definir candidaturas allá por junio ya lleve el procesamiento número... Más allá que la habrán intentado encanar, o lo habrán hecho (dudo).  Y verá. Pero nada es lo que era. Tampoco ella. Tampoco se repiten las cosas, estamos condenados a seguir camino y no sabemos qué es lo que sigue.

Cristina es un fenómeno político inédito en esta maltratada democracia postDictadura. Y también arrastra odios, vaya que los arrastra. A eso se le dice "techo", y se repetirían las condiciones de aquella fatal elección, dicen. No sé, no creo. La verdad es que hay dos modelos de país (y de personas) en pugna. Seguro que puede haber más, otros como esos que piensan en avenidas del medio, en la tercera vía de la vía del medio... eso ya lo inventó Perón hace mucho y Cristian es el producto más acabado y presente, así que.

Qué se yo cómo sigue. La cuestión es que es insoslayable esta mujer para suerte de algunos, para desesperación de otros (y acá las cosas no se dividen entre liberales y peronistas, suele mezclarse un tanto como toda nuestra historia).

Pienso cosas. En don Manuel del Corazón largando ese "ay Patria mía" y yéndose por una Buenos Aires que lo olvidaba a propósito. En el gran Capitán lejos en su invierno francés. En don Juan Manuel diciendo en la casona de Palermo "entonces, se van a cagar" y no escuchando más nada mientras en el patio bailan los negros. En la Gran Señora que no estrenó La Pródiga porque tenía que hacer otros estrenos, hablando con Paco de vestidos y viendo más allá de todo y de todos. En el Perón de la cañonera, en el Perón paseando los caniches en Puerta de Hierro. En el Perón en pijama de Gaspar Campos. Y tantos otros momentos sin fotos.

En Néstor temblando por adentro ante el micrófono de la Esma mirando fijo a las Madres. En Cristina que tiene que ver qué carajo hace.

Y en nosotros que tenemos que saber qué carajo tenemos que hacer, porque no hay mal que dure cien años ni  cuerpo que lo aguante. Es fácil escribir todo esto en un blog, lo difícil es pasarla allá afuera y ser dueño de toda la intemperie y el desamparo.

Hace mucho tiempo fui a votar por primera vez con mi hijo mayor a upa. Yo tenía que votar es cierto, pero él tenía que ver y entrar al cuarto oscuro porque esa era toda la revolución que le pudimos conseguir. Creo que ellos lo valoran más que uno.


Señora, disculpe las sinceridades. Suyo como siempre. Viva Perón.

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