Está mostrando las alas un
monstruo que hemos subestimado por demasiado tiempo. Fue fácil atribuir todo a
un anti peronismo cavernícola, y más sencillo aún ridiculizar a sus eventuales
propagadores. Parecían ecos de un drama transformado en farsa, como para estar
a tono con el señor alemán de izquierda.
Pero no, esto va más abajo, al
lecho profundo que debe tener el Riachuelo, putrefacto, sobresaturado de
químicos y con la flora y fauna degenerada por tanto agente invasivo. Tal vez
el anti peronismo sea la aleta visible desde lo lejos, seguramente.
Es la verdadera batalla cultural
que vamos perdiendo, si no es que ya la hemos perdido hace rato. Sin duda reconoce
un momento importante en el espanto por el peronismo original y la alegría
malsana por su derrocamiento. No creo que sea el punto de partida, a éste lo
imagino aún más lejos… El anti peronismo era el nombre del odio contemporáneo.
El otro momento imprescindible–aunque
de mero ajuste- fue la Dictadura. En tal caso, de ese punto parten ellos,
cuando ponen esa cara de “ynosé” como para ir aceptando la argumentación de que
el país era un quilombo, que los guerrilleros -que los subversivos- mataban a
troche y moche, y que había que poner orden. Primera justificación de un
genocidio… orden. Ahora también hay que poner orden después de la aventura K,
orden por la inseguridad, orden por la corrupción, orden porque la gente es
mala y comenta. Y tuercen la boca mal. Digámoslo… ¿o acaso la Dictadura no tuvo
algún consenso? Claro que lo tuvo, era esa “mayoría silenciosa” que nos
enrostraba Martínez de Hoz. Estos son los hijos y los nietos de aquellos.
Un par de aclaraciones… La
Dictadura es la “Dictadura Cívico, militar y eclesiástica” porque ahí nos
paramos y desde esa mirada hablamos. Y la “mayoría silenciosa” no era
mayoritaria, pero bastaba. Como ahora.
Hay odio por las garantías
constitucionales, que quedan amputadas en “garantías” como una mala palabra,
también subversiva, de irresponsables o terroristas que van soltando
delincuentes y que hacen pesar más los derechos humanos de éstos que los de las
víctimas. Y no pienso salir de este párrafo con el atajo fácil de la cuestión
social para justificar cualquier cosa. El contexto social regresivo, de movilidad
social negativa como el presente, claramente favorece la emergencia de
delincuencia y de ninguna manera se dice con esto que todo aquel que se queda
sin laburo se le ocurre salir de caño.
La cosa es más compleja, tiene
que ver con la rémora monárquica de la
Justicia más que con las leyes, con un servicio penitenciario
corruptísimo, con policías y fuerzas de seguridad plagadas de cárteles y bandas
internas. En definitiva, con una matriz corrupta que corrompe y mata. Pero, lo
complejo es enemigo de esta gente que opina para sus adentros y que ahora lo
hace en alta voz. Lo complejo es obviamente subversivo.
Entonces, vamos recapitulando
temas en disputa: dictadura-guerrilla; inseguridad; corrupción política. El
período K fue la suma de todos los miedos: guerrilleros o amigos de
guerrilleros que, por populismo, demagogia, repartieron planes, liberaron
presos peligrosos (como hizo Cámpora en el ‘73) y se robaron todo, pero todo
todo. Pasa que el que se quemó con Perón, ve un derecho y llora. Volvemos a lo
del peronismo… Los tres gobiernos
peronistas de los Kirchner los volvieron absolutamente locos de odio y rabia.
Uno no puede entenderlos, la verdad es que no. Uno piensa que les jode soberanamente
la igualdad y por eso sienten que les falta libertad.
Odio también con los de afuera,
porque para ellos la extranjería se mide para abajo, hacia esos “otros” que
pueden menoscabar sus derechos, que le pueden robar el trabajo o que pueden
vivir a sus costillas… No hay extranjeros en los empresarios; aman la globalización
que los lleva a remotos destinos del primer mundo. Y es todo mentira, no
quieren al otro simplemente porque es distinto, porque es otro, porque no da el
estándar ario ni el latino triunfadorenmiami, porque les cuestiona algo tan en
su fuero íntimo que los rebela y atormenta.
Son los eternos partidarios de la
mano dura. Quieren que el Estado mate a alguien cada tanto, como un sacrificio
humano para que los dioses no se enojen con ellos. Tienen una violencia contenida
y añeja, síntomas todos de una impotencia y bajísima autoestima
extraordinarias. Y como son medio brutos, la escuela pública no pudo hacer
mucho por ellos o han sido muy mal aprendidos.
Son la base social del fascismo,
si las circunstancias fueran la de aquella Italia. Gente común que les
horroriza ser comunes, no ser especiales, sospechar que no se pertenece…ay,
dios mío cuántos males nos hubiéramos evitado si los valores aprendidos
hubieran sido otros.
Hablemos de valores. Los
compañeros educamos a nuestros hijos con la visión de comunidad, la
intolerancia a la injusticia, la tendencia natural a la solidaridad. A mirar al
más débil primero, a amar y no a amarrocar. A sentir que la verdad es una cosa
importante. Si nos sale bien o mal la trasmisión de estas cosas es harina de
otro costal, de la misma forma de que uno mismo pueda ser un ejemplo bueno,
regular o malo de esta prédica.
Esta gente habla de otra cosa.
Aunque muchos valores se parezcan están acotados a uno mismo, la familia y poco
más allá. El otro es potencialmente dañino y tiene malas intenciones. Gente
atrapada en una glaciación que desconfía de todo lo que no haya estado desde
siempre en la caverna.
Son peligrosos, por el veneno que
portan en sangre y porque en manada pueden animarse a practicar los ritos que
imaginan. Alguien les quiere abrir la jaula…
Los que Mandan, esos de verdad
que no necesitan ser fascistas ni neoliberales porque ya son todo y más, son
los que envenenan, reclutan y dirigen a esta gente. Hay un atrás del odio, una
trastienda del fascismo amateur en donde actúan los Profesionales. Ahí sí que
no hay ensayo y error, se sabe muy bien lo que se quiere y de qué formas se
puede lograr. Esos son el verdadero
enemigo y de cuidado.
La derecha tilinga ha
envalentonado al fascista amateur mientras se envalentonaba; sienten que ahora
si se puede decir todo eso que la mirada progresista condena. Son el subsuelo
de un pantano sublevado, contra nosotros y nuestra “correcta” manera de decir y
pensar. Pero no hay diferencias genéticas ni de DNI con nosotros, y ahí está el
problema; parecen una subespecie, pero no lo son. Muchos compañeros se mueven
en espejo de esta gente, y es una lástima porque estamos para un poco más que la
berretada.
Con estos tipos perdimos hace
rato por ser quienes somos. Ninguna conveniencia económica los hará cambiar
porque su odio es ideológico, social y si fuera posible también racial. El tema
son todos aquellos que a veces les hacen de comparsa, aquellos con los que
estos energúmenos trabajan taladrándoles el alma, y a veces con éxito. El
problema son todos esos otros que están a merced de todos los autoritarismos,
los gestos de desprecio, la mala onda hecha forma de vida, la verdadera
hijaputéz de mala gente. Porque a todos esos otros debemos contenerlos y
devolverlos al lugar que corresponde, que es el apoyo y la participación en una
democracia popular y un proyecto nacional. Y debemos hacer todo lo que haya que
hacer aunque nos cuestione cosas, aunque haya que revisar y dar parcialmente la
razón. El fascismo de entrecasa puede ser aislado, porque el reencuentro
imprescindible es con esa otra gente.
Entre otras cosas, para esto
sirve la política.
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