“Pan” es un prefijo que viene del griego y significa “todo”.
Se ha usado mucho para componer palabras en ese sentido, y se puso de moda para
referirse al peronismo. Si bien es cierto que también se utilizó para aludir a
la diáspora radical, cuando se dice “panperonismo” pasa algo similar a ese otro
término que nos tiran siempre por la cabeza: “populismo”. Son usos gorilas de
los términos.
“Pan” en este caso abarcaría a todo aquel que reconoce su
origen en el peronismo y está en cualquier lado (o en cualquiera). Por ejemplo,
en el PRO. Lo distintivo sería la raíz peruca, fácilmente discernible si el
fulano es rápido, chamuyero, rosquero, transador, y demás acciones derivadas de
haber hecho un clic mágico que los volvió realistas, pragmáticos, responsables.
Y eternamente se colgarán de la sigla en la que no revistan.
Hay que decir “pan” porque el peronismo es un quilombo, como
todos sabemos. División permanente, peleas por todo (seguramente por plata),
posicionamientos políticos, oportunismo o vulgar traición… a este imaginario liberalote
remite con la terminología. Para el que no quiere al peronismo o en épocas
–como ésta- en que hay que demonizar al peronismo, el “panperonismo” vienen
como anillo al dedo. Fíjese que sirve por izquierda también, en el que un pensativo
fulano se pregunta con aires de suficiencia ¿cuántos partidos hay en el
peronismo?, haciéndole un guiño para que usté piense que a los peronistas nos
junta sólo el hambre por el poder pero pensamos cosas que son contradictorias
(policlasismo, eterno pecado).
Vamos por partes: ¿está dividido el peronismo tras la
derrota del año pasado? Al menos está confundido y a los tumbos, luego de
semejante gancho que no lo volteó pero que le dio al otro la pelea por puntos.
Hay reagrupamientos, sobre todo de los
que tienen responsabilidades de gobiernos locales, tienen que rearmar una
relación una administración que es ajena, vaya que es ajena. Están también las
broncas por el período anterior. Digámoslo de una vez y sin juicios de valor
(que no los tenemos). Muchos quedaron calientes por una conducción –la de
Cristina- muy fuerte, intensa, avasallante. Sienten que hubo hijos y entenados,
y tal vez los hubo. A alguno le gusta que el escudito figure hasta en el papel
higiénico, pero ya lo había dicho Néstor que a Perón no hay que recordarlo en
los discursos sino todos los días cuando se gobierna.
Acá la única gran división fue en la provincia de Buenos
Aires con el asunto del massismo, una verdadera cagada que habrá que solucionar
si queremos volver a ganar. Pero habrá que solucionarlo en base a lo que fue la
experiencia de gobierno peronista más larga de la historia, de la que el mismo
Massa fue partícipe y enorme beneficiario.
A otro le jodió seguramente la “transversalidad” y peló el
peronómetro, como quién se manda un fallido y no se dan cuenta si no se lo
señalan. Problemas de identidad… ¿quién sabe? El peronismo bajo sigla K
entendió el frentismo tradicional del justicialismo ampliamente, relanzando la
idea en el siglo veintiuno y más acorde con los peligros que nos acechan. Digo
yo.
A muchos les urge la unidad de cualquier manera porque se
piensa en las elecciones de medio término y está bien; pero hay que arreglar
primero con la gente que terminó votando cualquier verdura después de doce años
de buena vida, si comparamos con estos meses liberales. No es para una foto, se
trata del peronismo que vendrá y con el legado que tiene y está aún fresquito.
La agrupación “Ignoradores de Cristina” crece y decrece todos los días,
quévasé.
En el radicalismo es cierto lo del “pan”. Es un partido -no
un movimiento- que se hizo mierda y fue reboleado como una media. Uno diría que
lo más parecido al alfonsinismo –esa versión moderna del yrigoyenismo- cabe en
fulanos como Moreau y unos pocos otros, pero claro, están acá en el proyecto
nacional; … y uno no conoce tanto de la política comiteril radicha como para
arriesgar algo. Pero que el partido en manos de un tipo como Sanz o un canalla
como Morales está en la lona, qué duda cabe… y encima con la infección Carrió y
la democratura que le aporta Margarita. Flor de “pan”… me viene ahora que
Partido Autonomista Nacional -el partido de Roca- también era PAN. Qué bajo han
caído tras la siesta de De la Rúa mientras se asesinaba a la gente en la calle.
Muchos radicales ya no volverán porque la nave nodriza explotó en el espacio.
Ahora con el peronismo, la historia es otra. Permanente
recombinación, períodos de crisis que se mide en distancia o demasiada
cercanía, pero resultados novedosos y veloces. Está ocurriendo en este momento.
No voy a recurrir a la remanida humorada de los gatos que parecen pelearse y se
están reproduciendo. Ojalá… Sería imposible pensar que la crisis de
representación que alumbró con el siglo no nos toque aunque sea de refilón.
Algo de eso transita la Provincia, un cansancio y para descansar se tomaron un
vidal. En fin.
Las cosas suelen ser más complejas, para nada fáciles de
sopesar o entender. La vitalidad del peronismo sigue intacta y se recicló desde
el Bicentenario con la incorporación de una nueva camada de militantes que
mayoritariamente se reconocen peronistas. El ejemplo de Néstor –que raya
perfectamente en el heroísmo clásico de los movimientos populares- borró la
imagen desesperante del peronismo liberalizado y claudicante de los noventa. El
movimiento, con setenta años y un poquito de vida plena dista mucho de pasar a
otra cosa y menos de desaparecer en el olvido.
Mal que les pese a los inventores del “pan”.
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