Un mercado interno generoso y en avance, con leves altibajos
tras las crisis de afuera, asimetrías del Mercosur y/o tradicionales
incongruencias del desarrollo capitalista desigual y espasmódico de nuestro
país. Pero mercadointernismo al fin e inducido por el Estado, en virtud de una
decisión política para que así fuera. Para eso la implementación de subsidios
(y no entramos a ver alcances y límites, que es entrar en la letra fina del
tema), los precios que había que cuidar, las promociones, las paritarias
puntuales empardando -superando en algunos casos- índices inflacionarios.
Decisiones políticas se dice y era cierto, ya sea por acción
u omisión. Resulta que el Estado es siempre intervencionista, lo que hay que
saber ver bien siempre es a favor/y en contra de quiénes. Decisiones también
son las de incluir sectores. Los viejos, favoreciéndolos con dos aumentos de
jubilaciones/pensiones por año (y por ley); los pobres nacidos y por nacer
ampliando el derecho a los que no cobraban asignación familiar; ayudar a
estudiar, a recibirse. Integrar, aunque más no sea a la sociedad de consumo y a
la "maravilla" pero imprescindible oportunidad que da un título
secundario.
Plantar universidades locales, peleándole el privilegio a la
UBA casi como una segunda reforma universitaria para horror de progres a
derecha y también a izquierda. Darle bola a las pequeñas y medianas empresas,
darle crédito, darle un banco como guía, darle algo.
Después también las cuestiones que son más para los que
gustan enterarse de las cosas y leer el diario de verdad cada tanto (no digamos
a diario) y no escucharlo por la tele. Matrimonio igualitario; respeto de
género (del género femenino); algo de eso que está rodeándonos y parece que era
Latinoamérica y no Europa o Miami. Samba; Tecnópolis; Derechos Humanos y
exEsma; Arsat. No es un resumen, inclusive le faltan cosas. Era lo que había.
Es lo que se tira a la basura el 22 de noviembre (2015).
Al menos, al votante del gobierno actual, el presidente les
viene cumpliendo una reivindicación fundamental: no está Cristina. Con el culo
bien roto, pero no está Cristina. Lo demás como que te lo debo… Y no es que uno
trate al electorado como si fueran tontos porque votan algo que uno no votaría
ni mamado, no, estamos tratando a algunos de hijos de puta también. Algo así, y
encima con heridas autoinflingidas. Pero bueno, ya está, a llorar a la Iglesia
(me gusta más a la Llorería como ponía en su blog una compañera).
¿Era mucho para algunos argentinos el gobierno de Cristina?
Cualquier intento tan subjetivo de respuesta sería injusto casi con seguridad.
Mejor preguntarse otras cosas. Para el país era poco; necesitábamos mucho más
tiempo y mayor intensidad para recuperarnos y ser otra cosa, por ejemplo un
país en serio. Ir reformando el famoso “modelo”, adecuarlo continuamente a un
proyecto nacional. Eso representaba Scioli, o cualquier otro candidato del
postkirchnerismo, pero fue ese así que ponemos Scioli. Ir regulando, apurando o
atrasando la marcha para no irse del camino o más, si de repente se está
haciendo camino mientras se marcha. En algunas cosas fue así, lástima que no en
todas.
Vamos a tirar algunas frases a la basura… Este no es un país
federal, para lograrlo habría que poner una carrada de plata y desarrollar en
serio muchas provincias, deshacerse de potestades centralistas y establecer
polos regionales con toda la personalidad y marca registrada. Por decir un
algo. Otra: la cultura política de nosotros (por nuestro pueblo) es de media a
baja, no al revés. La gente cuando avanza se vuelve un sorete, no siempre pero
se da demasiado cuando se pone todo el énfasis en el famosísimo esfuerzo
personal y nada de nada en lo que hace un gobierno para que el esfuerzo valga
algo. Muy dicho, cierto.
"Margaritas a los chanchos" y después de decir
esto, a fundar la agrupación “Todos a la Puta”, cerrar la puerta y listo. Los
chanchos no comen margaritas, por empezar. Algo le sucede a nuestro peronismo
que se la pasa creando y engordando sectores medios y los señoritos te dan
vuelta la cara como si nunca te hubieran visto (a ver si uno anda contando de
dónde los conoce todavía), y encima lo dicen bien fuerte como para que escuchen
los de arriba. Uno dice, desagradecidos de mierda y salta el progre (a der/izq,
como se dijo) con eso de que es un derecho y nadie te lo tiene que dar, que no
tenés que estar agradecido. Siga mordiendo la mano del que le da de comer hasta
un buen día viene el fenicio que los toma de perra de cría y vas a ver… Hay que
ser conscientes de los derechos y de las necesidades (que van al revés, como
decía una Señora mucho más tremenda que Cristina). Hay que ser agradecidos.
Hay que tener un concepto de patria, porque en el fondo
todos lo tenemos. Algunos, que son los menos, lo tienen y es otra patria, no esta.
Pero la mayoría cree que la patria como otra boludez, y se les estruja el
corazón por sentimientos encontrados con la Patria que llegan casi a la
grasada, pero son genuinos. ¿Y entonces? La patria estaba más cerca, y se pone
en peligro de nada porque apenas somos un paisito tercermundista con mucho,
pero mucho territorio.
Mire, acá se putea mucho al prójimo y es porque se quiere
coincidir. Al prójimo se lo necesita, sea porque es un voto o porque uno se
termina encariñando. O porque es uno en otra versión. La vida suele darse en
una gama interminable de grises, sin que uno deba pensar que está perfecto que
de noche todos los gatos sean pardos. Ser apasionado y binario es una mala
combinación.
Sigue siendo válido lo del General Cangallo "esto lo
arreglamos entre todos, o no lo arregla nadie", el problema siempre ha
sido saber quiénes serán "todos", hasta dónde llega (a quiénes
abarca) y cuáles son los límites (quiénes hacen que "todos" suene
mal). Todos jamás han sido todos, pero da idea de que son muchos, casi todos.
En esto deberemos pensar para las próximas elecciones y las que vendrán, y
mucho más si el "vamos a volver" se transforma en realidad para
felicidad de (casi)todos.
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