Seguramente para algunos, los
compañeros, surgen un montonazo de sensaciones mezcladas. Primero, seguro, una
mística que nos lleva al tanque de agua con la sigla gigante en la calle
Azopardo; a la esquina con el mascarón de proa de una nave invencible y Evita,
en ese cuarto piso en que se la custodió (y del que la robaron los originales
difusores de la grieta).
También amarguras por tanto
traidor, por burócratas que no andamos publicitando ni puteando delante de todo
el mundo, porque algunos creemos que somos familia y esos trapos se lavan en
casa. Otros que no.
Y tenés la historia de la CGT
peronista, la de la resistencia, la extraordinaria de los Argentinos. La CGT de
la calle Brasil frente a la Dictadura. Tenés
a un Vandor, a un Coria, a un Triaca, pero tenés a muchos Framinis,
Borros, Toscos, Ubaldinis, porque la lista es interminable. Y tenés también a
los más conservas que a veces jugaron para acá, en esa cosa tan sin etiquetas
posibles que supera largamente eso de la burocracia o la anti burocracia.
Congresos, delegados, asambleas,
votaciones a mano alzada, cantar la marcha, saludarse con los compañeros, una
mirada compinche, la marcha hacia la Plaza... Pero todo eso tiene una historia
previa.
También están los argentinos que
fruncen la cara porque la sigla asusta, disgusta en tanta tipología del
sindicalista que se roba todo, que hace lo que se le canta rodeado de matones,
y concluye que a lo mejor eso que dicen los patrones (y por ay hasta no imaginan
que lo dicen los patrones) de que no debería existir el sindicalismo es para
mejor. O como siempre, que vayan todos presos, y sanseacabó. Simple, al pedo,
pero simple.
Bueno, se trata de hoy de
recordar a un montón de tipos que llegaron un día con sus organizaciones a
cuestas y con historia encima también. Socialistas, socialistas disidentes que
habían armado eso tan interesante e increíble por su realismo que era la
corriente "sindicalista revolucionaria", algunos comunistas, muchos
anarquistas también que venían pegando la vuelta de tantas vueltas. Tenían
siglas... la Confederación Obrera Argentina (COA) bien socialista, la Unión
Sindical Argentina (bien "sindicalista), los independientes (bichos anarcos
de la Federación Obrera de la Región Argentina del quinto y del noveno
Congreso). Y tenían a la dictadura de José Félix de Uriburu, un general que no
pudo implantar un régimen fascista pero trató, pisándoles los talones.
¿Qué traían encima? Te digo...el
1° de mayo de 1890 por primera vez en la calle, la semana roja de 1909, las
arremetidas del comisario Falcón, la huelga de los inquilinos, la semana
trágica de 1917, las tremendas huelgas del Puerto de Buenos Aires de 1915 a
1922, las luchas y matanzas del ingenio Las Palmas, la Forestal, la Patagonia
Rebelde, el método de golpear y negociar que ensayaron y aprendieron desde
Yrigoyen para acá. La ilusión de imaginar una sociedad sin explotadores ni explotados. Y también la
desilusión. Traían sangre, banderas rojas deshilachadas, cajas de resistencia,
hermandades, sindicatos de oficios, delegados, secretarios, juntas, reclamos, derroche de heroísmo. Historias de
la pobreza y la indiferencia, de crueldades indecibles, de palabras desechadas
e ingenuidades deshechas.
Y siguieron. Fundaron un día como
hoy la Confederación General del
Trabajo, el 27 de setiembre de 1930. Casi a escondidas, casi derrotados. Sin
sede, sin ley. Tenían un mandato, la fe de muchos compañeros, y a veces
estuvieron a la altura. Otras tantas, no.
Es importante. Para mi, para vos,
porque un tiempo después de eso un coronel que se abría la camisa y dejaba de
lado las palmas de general, les dijo que
HAY UNA SOLA CLASE DE HOMBRES, LOS QUE TRABAJAN
Hasta ahora, nadie pudo
desmentirlo sin que eso significara la verdadera corrupción, la verdadera
traición. La que te lleva a olvidar quién es uno.
Entonces, felíz día, compañero.
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