Esa fue la frase que descargó el
Papa Francisco en Medellín en una misa multitudinaria y ante la iglesia
colombiana, en su reciente visita a ese
país.
Y más allá de vericuetos
escatológicos, vale lo dicho para meterse en cuestiones más que interesantes...
Es tradicional la crítica de la Iglesia Católica al lucro (en la Edad Media se oponía al cobro de
interés por considerarlo usurario, a la par que acumulaba propiedades donadas
por la nobleza), al consumo deidificado, a la vanalidad del ascenso social
desenfrenado como guía para la realización personal. Algo de razón tienen, pero
no toda.
El peronismo es la doctrina y
realidad (efectiva) que más se ha preocupado por el ascenso social vía aumento de salarios y
posibilidades para las clases subalternizadas (por la oligarquía y sus secuaces
a lo largo de la historia contemporánea). Le ha metido plata en el bolsillo a
mucha gente, y ha tratado de mostrar el camino de la realización individual en
la única posibilidad deseable de la realización social. Es eso de que nadie se
realiza en una comunidad que no se realiza. Exactamente lo contrario al liberalismo depredador que impulsa siempre
una carrera insolidaria en la que debe haber si o si, ganadores y perdedores.
El último peronismo (el peronismo
K, tan denostado hoy en día) duplicó el número de fulanos y fulanas que pueden
considerarse como de "clase media". Por ingresos, por nivel
educativo, por acceso a los deleites de
un mundo globalizado... ¿Se olvidó de los valores? Un tanto, si no dígame cómo
se explica que tantos energúmenos
piensen que su esfuerzo personal es omnipotente, que de hacer velas y practicar
el trueque en el 2001 hayan pasado a auto, vacaciones, mejor laburo, y más...
Algo falló.
Ascender socialmente no es sólo
poder consumir más, es cierto. Pero es imprescindible poder consumir más o
simplemente consumir las cosas que un mundo globalizado muestra hasta partir la
cabeza por todos los medios digitales a su alcance y a tu alcance. La gente se
entera que hay otra vida... y que no es la de ellos. Eso genera esa
desagradable idea de que uno "no está adentro". Y rencor. Ahora, la
cosa es que también generó rencor el haber consumido, rencor hacia los que
posibilitaron que el famoso esfuerzo personal (romperse el culo o el lomo, como
prefiera) vale porque hay una sociedad más igualitaria en la que eso
"vale".
El peronismo siempre regala, por
ejemplo regaló hasta el cansancio la normalidad de una situación que nunca fue
normal en la Argentina. Lo del país con oportunidades... una mierda, sólo con
el peronismo hubo oportunidades. La derecha jamás dio oportunidad a nadie que
no fueran los que estuvieron siempre llenos de oportunidades. La victoria de
los ganadores. Y encima...
Nos la pasamos hablando de
derechos, de conquistas y todo eso. Y a veces me anda pareciendo que no queda
claro qué queremos decir. Aún muchos beneficiarios de los "derechos"
se vuelven como perros rabiosos hacia la mano que les dió... Pasa. Y entonces
es en ese momento en que estoy de acuerdo con la frase de que el diablo entra
por el bolsillo. No es por el dinero, sino por la fantasía de la
autorrealización en soledad, en contra de otros.
Hay déficit de
"predicadores", como esos que Perón envió por los caminos desde la
Secretaría de Trabajo y Previsión hace mucho, hace milenios. Porque la
militancia, con todo su enorme valor, no puede suplir a una porción importante
de la población convencida de estas cosas de los derechos, la justicia y la
solidaridad social, y que de tanto estar convencidos, van y las enseñan. No
están convencidos y no lo estuvieron en estos doce años. La fácil es pensar que
la culpa ha de ser de Cristina, como lo del huracán Irma y el calentamiento
global, Hotesur y la trágica muerte de Kennedy.
La difícil -porque nos involucra-
sería ver que al pueblo en general, y no en particular, se lo conquista en cada
época y que no se tiene la vaca atada. Y también que somos muy gente
difícil, nosotros incluidos.
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