viernes, 15 de septiembre de 2017

EL DIABLO ENTRA POR EL BOLSILLO

Esa fue la frase que descargó el Papa Francisco en Medellín en una misa multitudinaria y ante la iglesia colombiana,  en su reciente visita a ese país.

Y más allá de vericuetos escatológicos, vale lo dicho para meterse en cuestiones más que interesantes... Es tradicional la crítica de la Iglesia Católica al  lucro (en la Edad Media se oponía al cobro de interés por considerarlo usurario, a la par que acumulaba propiedades donadas por la nobleza), al consumo deidificado, a la vanalidad del ascenso social desenfrenado como guía para la realización personal. Algo de razón tienen, pero no toda.

El peronismo es la doctrina y realidad (efectiva) que más se ha preocupado por el  ascenso social vía aumento de salarios y posibilidades para las clases subalternizadas (por la oligarquía y sus secuaces a lo largo de la historia contemporánea). Le ha metido plata en el bolsillo a mucha gente, y ha tratado de mostrar el camino de la realización individual en la única posibilidad deseable de la realización social. Es eso de que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. Exactamente lo contrario al  liberalismo depredador que impulsa siempre una carrera insolidaria en la que debe haber si o si, ganadores y perdedores.

El último peronismo (el peronismo K, tan denostado hoy en día) duplicó el número de fulanos y fulanas que pueden considerarse como de "clase media". Por ingresos, por nivel educativo,  por acceso a los deleites de un mundo globalizado... ¿Se olvidó de los valores? Un tanto, si no dígame cómo se  explica que tantos energúmenos piensen que su esfuerzo personal es omnipotente, que de hacer velas y practicar el trueque en el 2001 hayan pasado a auto, vacaciones, mejor laburo, y más... Algo falló.

Ascender socialmente no es sólo poder consumir más, es cierto. Pero es imprescindible poder consumir más o simplemente consumir las cosas que un mundo globalizado muestra hasta partir la cabeza por todos los medios digitales a su alcance y a tu alcance. La gente se entera que hay otra vida... y que no es la de ellos. Eso genera esa desagradable idea de que uno "no está adentro". Y rencor. Ahora, la cosa es que también generó rencor el haber consumido, rencor hacia los que posibilitaron que el famoso esfuerzo personal (romperse el culo o el lomo, como prefiera) vale porque hay una sociedad más igualitaria en la que eso "vale".

El peronismo siempre regala, por ejemplo regaló hasta el cansancio la normalidad de una situación que nunca fue normal en la Argentina. Lo del país con oportunidades... una mierda, sólo con el peronismo hubo oportunidades. La derecha jamás dio oportunidad a nadie que no fueran los que estuvieron siempre llenos de oportunidades. La victoria de los ganadores. Y encima...

Nos la pasamos hablando de derechos, de conquistas y todo eso. Y a veces me anda pareciendo que no queda claro qué queremos decir. Aún muchos beneficiarios de los "derechos" se vuelven como perros rabiosos hacia la mano que les dió... Pasa. Y entonces es en ese momento en que estoy de acuerdo con la frase de que el diablo entra por el bolsillo. No es por el dinero, sino por la fantasía de la autorrealización en soledad, en contra de otros.

Hay déficit de "predicadores", como esos que Perón envió por los caminos desde la Secretaría de Trabajo y Previsión hace mucho, hace milenios. Porque la militancia, con todo su enorme valor, no puede suplir a una porción importante de la población convencida de estas cosas de los derechos, la justicia y la solidaridad social, y que de tanto estar convencidos, van y las enseñan. No están convencidos y no lo estuvieron en estos doce años. La fácil es pensar que la culpa ha de ser de Cristina, como lo del huracán Irma y el calentamiento global, Hotesur y la trágica muerte de Kennedy.

La difícil -porque nos involucra- sería ver que al pueblo en general, y no en particular, se lo conquista en cada época y que no se tiene la vaca atada. Y también que somos muy gente difícil,  nosotros incluidos.



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