Cuando era chico, la patria era
un desfile por la 9 de Julio. Soldados, tanques, banderas de ceremonia, la
venia al palco que también estaba lleno de militares. El Cardenal Primado
bendecía el comienzo de la parada y la fanfarria arrancaba marcha tras marcha.
Que era como estar en el colegio en un acto. Pero ahí ves, la patria era un
poco más celeste. French y Beruti repartiendo escarapelas, los fulanos de la
colonia que pasaban vendiendo velas, un gordito con la cara pintada con corcho
quemado daba el "negro". La señora de las empanadas. "Las doce
tranquilo y seeeereenoooo".
La Historia era así. Monumentos
que te miraban desde arriba, muchos pero muchos milicos, la bandera que entra y
no hay que aplaudir, que no se puede doblar, que no se puede lavar... complicadísima
la bandera. Y las promesas (aunque en colegios de curas, mucha promesa a la
bandera digamos que no...), los discursos y alguno que se colaba hecho por los
alumnos más grandes y bueno, alguna vez le tocó a uno.
Pero pasó que en los setenta la
Patria, la conmayúscula se nos apareció en la calle y estaba de fiesta. Era
como el desfile pero desordenado, un quilombo de gente cantando hacia Gaspar
Campos. Conocí a la Patria Peronista y a una prima que tenía, la Patria
Socialista. Ahí empezamos a hablar de verdad de la Patria.
A mí de la Patria me habló Perón.
Y mi viejo en su discurso sin ninguna palabra, en sus ojos celestes chiquitos y
su laburo de todos los días. La familia de laburantes me enseñó de qué estaba
hecha la Patria y si bien los vagos poníamos al mango el combinado con rock en
ingles, lo cantábamos bien en castellano tirados en la plaza.
Yo marché de pendejo con la
Patria, así, de puro curioso, de asombrado por la Juventud Maravillosa que me
llevaba algunos años. Los banderones, las fogatas, las cañas, los brazaletes.
Los bombos, que eran como los órganos mayores de la Patria.
Entonces aparecieron los Caudillos...
y el sueño de la Patria que era San Martín, Belgrano siempre corriendo. Y
Rosas, para garantizártela por las buenas o por... Algo que seguía en ese
momento, porque había que Liberar la Patria. Del Imperialismo, de la puta
Oligarquía.
Cuando se cayó el cielo sobre
todos nosotros -que éramos tan jóvenes- la Patria se hizo un pañuelito y nos lo
guardamos en el bolsillo. Guardada a las apuradas, mal doblada. No tenían que verla
los que estaban traicionándola. El desfile esa vez terminó en Malvinas.
Uno se hizo grande, consiguió un
laburo, otro, cambió, armó familia, hasta tuvo un coche que iba seguido al
taller. Se fue el viejo, las tías, una abuela, se perdió el mundo
extraordinario aquel del barrio y el lechero. Fuimos teniendo una video,
llegaron los chicos. La vida comenzó a ser de uno. Y hasta parecía que el país
también, pero no.
Un día me pareció ver a la Patria
en un cuarto oscuro mientras le dejaba tocar las boletas a uno de mis hijos que
iba a upa. No sé, pensé que tal vez por ahí... algún día.
El pañuelo que había sido la
Patria iba atado en las cabezas de unas Viejas que no pararon de dar vueltas,
hasta que uno se vio tantas veces dando vueltas con ellas. Atrás de ellas, como
aprendiendo a caminar otra vez. Y los chicos nuestros aprendieron en esos días
que por allí quedaba lo que quedaba de la Patria.
Pero eran raras apariciones,
sospechas, verla y perderla entre los días. Nada que pudiera uno agarrar y
estar del todo seguro. Alguno que otro se habrá preguntado si eso que llamamos
la patria existía, y seguro que a otro fulano el alma se le había apagado, que
de tanto tragar saliva y ver cómo se cagaban en la patria, como la entregaban
una y otra, y otra y otra y otra vez. Digo, por ay la patria era ese sueño de
San Martín en el colegio y está. Fue.
Vos sabés que hubo revancha.
Volvimos a la Plaza pero esta vez
era nuestra. Nos convocó un loco alto y flaco, virola, despeinado, que se llevó
puesta una cámara y jugó con el bastón.
Nos trajo de vuelta y gritamos que creíamos en la Patria porque la Patria había
vuelto. La habíamos tenido en el bolsillo todo el tiempo, si seremos
distraídos.
Todos los veinticinco se hizo
costumbre el encuentro, la choripaneada, los humitos, las banderas, los
vecinos, las columnas, la alegría. Era eso lo que había que saber. La Patria es
una fiesta, sí señor, es una fiesta. Y los chicos que iban creciendo, fueron
viendo. Porque esta vez, la Patria anduvo suelta doce años.
Ya sé que esto es parcial, que la
Patria es más grande y de todos. Pero, nosotros la tuvimos que vivir
apasionadamente, fanáticamente, y la vimos bailar en el aire alto muy alto
vestida de blanco.
Ya no la vamos a guardar, y
además es imposible olvidarla. Uno se puso la Patria como escarapela en el
pecho y sale orgulloso. Existe si el coso que no pudo jurar por la Patria
porque no la entiende, porque le parece una pelotudez tanto patriotismo. Allá
él...
Entonces, a lo que iba. Libres o
muertos, jamás esclavos. Patria si, colonia no. Patria o muerte. Venceremos. La
Patria siempre es lo que seremos, eso extraordinario que todavía no pasó, pero
que sabemos bien de dónde viene.
¡Feliz día de la Patria!, contra
todo, pese a todo, por nosotros.
Y viva Perón, como siempre.
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