¿Quién era esa mujer?, lo que
para la época y los ajenos era decir ¿cómo pudo pasar?, que no es lo mismo.
Se da determinadamente; como todo lo
que la rodea. Uno puede hablar de lo que Eva no es hasta cansarse; destrozar la
calumnia y rehuir el mito… pero ¿es lo más interesante? Eva y el peronismo
componen una biografía en paralelo, porque en ambos casos, ocurre lo que había una
tremenda necesidad de que ocurriera (aunque nada sea obligatorio ni fatal).
Los peronistas -que no lo eran-
van al encuentro de Perón; y Perón, que venía por ellos como por tantos otros,
queda atado para siempre a los trabajadores –esos que renunciaron a la
independencia de clase y se quedaron con la de él- y todos fueron peronistas. Ellos y
también Perón. Eva llegó justo cuando todo estaba empezando y se les mezcló de
tal manera, que todo tuvo que empezar.
La vida política de Evita dura
seis años: viaje a Europa, la pelea por el voto femenino, la relación con la
CGT y los sindicatos, la Fundación y la acción social. No pudo proyectarse más
allá porque no le quedó tiempo y entonces, los verdaderos deudos la trajeron hasta
acá. Es eterna porque esa turba llevó una y otra vez su nombre como una bandera a
la victoria. Y cuando tocó derrota, la levantaron otra vez, otra vez, y
otra vez.
Eva adjura del feminismo y al mismo
tiempo afirma el rol activo de la mujer como nunca; hace política
desaforadamente, hostiga, divide, pero también compone, disculpa, arrima. Acata
verticalmente a Perón a la par que lo matiza, lo discute, lo actualiza permanentemente. Es
inescindible de Perón y a la vez, opera como la puerta de entrada privilegiada al
movimiento nacional. Su figura cuestiona, afirma, arremete, aún al mismo
movimiento, aún a los dirigentes. Salvo a Perón.
Evita es como el peronismo. Un
movimiento que no es y es partido; una doctrina clavada entre el capitalismo y
el marxismo que forma parte del primero y se atreve a levantar las banderas del
segundo. Una marcha y contramarcha que siempre va para adelante. Una parada en
el camino, un refresco para el alma, una caricia para el herido. Una mujer que
no fue madre y tiene millones de hijos. Por eso el gorilaje no entenderá nunca
al peronismo ni a Eva; son otros los lenguajes, otras utopías que requieren de
un orden absoluto e imposible en la vida real.
Nos hemos formado a su sombra y
detrás de su aliento, sin poder atraparlo nunca. Hemos estado muchas veces dos
pasos atrás, casi por alcanzarla como si fuera posible (que no lo es). Y a pesar
de eso, uno tuvo muchas veces la sensación de su presencia, la veneración de la
cotidianeidad. Hizo escuela. Enormes minas de
rodete aún sin hacérselo, las “tías” de la Resistencia, las doñas de los
barrios y la Básica, las que están siempre y Esa otra, la que llegó más alto
que todas y la puso en el billete de cien.
Ahora es fácil Evita, casi folclore, hasta para turistas. ¿Y si hubiera vivido más? ¿cuántas Evitas que
pueden no habernos gustado hubieran aparecido? ¿cuántas opiniones con el peso
de su gigantesca autoridad?... Habría que haberla conocido para saber, habría
que haber charlado y discutido con ella, habría que haber estado allí para
plantarse detrás de su figura y bancar todo, aún lo que creemos que no se
podía. Porque ella lo hizo.
De todos los títulos, le quedaba
mejor el de ser el puente entre Perón y el pueblo, entre los anhelos del pueblo
y las manos hacedoras de Perón, como lo dijo. Y todos pasamos sobre ella para
llegar a la Patria libre, justa y soberana. Así lo quiso.
“Los opositores dicen que esto es fanatismo, que soy fanática de Perón
y del pueblo, que soy peligrosa porque soy demasiado sectaria y demasiado
fanática con el General Perón y con los descamisados de la Patria.
Yo les contesto con Perón: el fanatismo es la sabiduría del espíritu.
¡Qué importa se fanático en la compañía de los mártires y de los héroes!
Al fin de cuentas, la vida alcanza su verdadero valor no cuando se la
vive de manera egoísta, nada más que para uno mismo, sino cuando uno se entrega
a la vida toda íntegra, fanáticamente, en aras de un ideal que vale más que la
vida misma. Yo contesto que sí soy fanática de Perón y de los descamisados de
la Patria.”
Felíz cumpleaños, Señora… Evita.
*Citas y consultas de “Evita”,
de Marysa Navarro; Edhasa; 2005.
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