Que los
negros esto o que los negros aquello. Que los negros. Es el gran problema
nacional –de acá, pensando que la Nación es donde está uno, que no es uno sino
estos unos- y quita el sueño. Porque hoy un negro te afana la moto, te salta la
reja, te pueden robar hasta el perro. Es que el negro no trabaja, y si trabaja
es un trabajo de mierda que lo hace rencoroso y malo. O es un planero y te
quiero ver, se vuelve altanero. Te envidia porque no puede tener lo que tenés
vos.
- ¿Y cómo no
la va a cagar si es un negro de mierda?... él y toda la familia, son negros y
hacen cosas de negros (señora hablando a los gritos al celular en una vereda de
Belgrano. Aclaramos: la señora pese a su tez marrón cobriza era descendiente de
escandinavos).
- No quise
tener hijos yo, porque soy consciente. Los negros se llenan de hijos, total
cobran. Y te digo porque yo trabajo en el hospital de Lanús y a mi no me la
cuentan, la veo. Es de no creer lo que hacen, de no creer… qué querés, son
negros; las cosas que vi yo, las cosas, de lo peor (señora sin hijos por
estricta justicia divina, hablando con otra en el subte llegando a Retiro).
- ¡Vayan a
laburar, negros de mierda! (jóven medio en voz alta, animándose, en Av de Mayo
ante el avance de una columna de trabajadores del neumático).
De la
oscuridad cutánea podemos pasar –así, sin respirar y en el mismo párrafo- a
países limítrofes que no son Chile (podría ser Chile si el comentario se
hiciera en la Patagonia contigua). Cuántos votos tendría Trump acá, si se
presentara. Todo les viene mal. Que se quedan con el trabajo de los argentinos
porque trabajan por dos monedas y claro, el que lo dice estaba dispuesto a eso
y justo le vino un arrastrado nacido en otro lado, putamadre. Que van a los
colegios del Estado, están llenos de villeros y extranjeros (notables
sinónimos) y nosotros los bancamos con nuestros impuestos (si no los evadimos a
como de lugar, pero bué). Que llenan la universidad porque en su país tienen
que pagar y acá todo es gratis. Y que les usan los hospitales, los bondis. Como
cosmopolitas, no hay nada más insular que nuestros ciudadanos de a pie.
Están
desatados. Es que ahora alguien les dijo que si se pude, que no es jodido ser
racista ni xenófobo, que no está mal hablar del abuso de los derechos. Hasta se
puede cuestionar el número de los Desaparecidos. El Proyecto nacional y popular
se acabó, no está más, ya nadie nos apunta con el dedito retándonos porque seamos
medio fachos. Ahora se puede ser fascista sin que venga del todo el fascismo. Y
está bien. Juntos, podemos ser una basura de personas. Una bolsa de caca.
Qué importa
eso de que los argentinos descendemos de los barcos. Era sólo para negar al
indio, no para rescatar al inmigrante. Pero es verdad, la mayoría de los
puteadores vocacionales son descendientes de inmigrantes, sean inmigrantes
europeos o inmigrantes latinoamericanos. Pero ellos no se ven así. La
solidaridad es una especie de debilidad que no debe agarrarlos con la guardia
baja. Siempre andan con pensamientos chiquitos que achican. Acusadores de sus
propios males, no es extraño que voten a los que gritan “¡al ladrón!” para
distraer, mientras la juntan en pala.
Uno a veces,
ya con la cadena salida y en la mano, les dice “boludos” pero es injusto,
porque hay algo de maldad en esa forma de ser boludo. Cuando el lenguaje
discrimina es porque hay una previa en que seguramente se conjugan
frustraciones de grueso calibre. Es cierto que no estamos acá para hacer ni
recomendar terapias masivas, con ganar elecciones sería en principio
suficiente. Pero hay que llamar la atención a la peculiaridad de estos vecinos
–decir “compatriotas” implicaría dar por sentado que se tiene el concepto
“patria” más o menos a mano-, su odio y rabia es mala. Hace mal y enferma al
que la padece y a los que lo rodean. Rumian bilis, tuercen la boca, sueñan con
mandar a cagar a alguien todos los días. Está mal, están mal.
Comparten con
la Antropología el objeto de estudio. El “otro cultural” los desvela, pero
ellos creen que el “otro” es eso que los puede y seguramente va a
reemplazarlos, a despojarlos. Como si fueran a dejar de existir porque existen
otros.
Ahora,
resulta que… vos sos un poco negro, también medio grasa… pero da igual, porque el negro es el otro. Y en esto reside
toda la plataforma de la derecha para los sectores subalternos. Fin, o plin,
caja.
El que no
encaja es el otro y nosotros vinimos con esa cara de arcángel a decirles
"la patria es el otro". ¡Esta! No creen ni saben qué carajo es la
patria y menos que sea el otro. Los insulta, los subleva. Quieren presidentes
blancos, con familias blancas y perfectas como decía la otra boluda que está
tan fuerte como turra.
A veces uno
piensa cómo es que esto no es peor, o cómo fue que llegamos a ser gobierno
alguna vez... Le digo: por miedo señor, por miedo. Cuando las papas queman y
todo se va a la mierda, hace falta un peronista. Usté dirá qué clase de
peronista por lo del Carlos, pero se cumple, ahí también había miedo. Un
peronista te salva, te da de comer, te cura y te educa. Después cuando estás
medio recuperado, a la mierda el peronista. Salen a la calle con banderitas naif
a vivar a un liberal cualquiera. El liberal siempre tiene otra oportunidad en
nuestro triste país, así como que el peruca siempre es sospechoso de chorro.
Uno diría que
es gente de mierda. Si, lo es. Pero fíjese que no es toda la gente y hasta
alguno tiene remedio (tal vez a la larga). Pero que jode, jode. Y no hay que
poner cara de martir y repetir mantras con lo popular. No señor, el pueblo
también se hace, se construye y se politiza. Nada nace de un repollo (salvo los
niños).
Puede haber
períodos en que una parte de la gente tenga estas patinadas, que se quieran
parecer a los espejos que deforman y los muestran rubios, puros, blancos, con
plata, exitosos, gastadores, reconocidos. Cuánto más suban en la fantasía de
más alto se caerán, es cuestión de tiempo (y sufrimiento, que ponemos sobre
todo nosotros).
El tema con
el que no se puede andar negociando es eso de volverse casi nazi, despreciativo
con todo lo que suene a popular, discriminador, xenófobo. No se puede, no se
debe, entender al odio como una opinión a respetar. Excluir no es otra manera
de pensar, es comenzar a ser mala gente. Y la mala gente hace mal, reitero.
Una comunidad
no puede basarse en valores que dejan afuera a otros, que resaltan la
diferencia para establecer jerarquías y no para festejar lo diverso. Es el
mejor camino al fracaso y no solo como condición humana, también en lo
personal. Inconsciencia de clase, voracidad por el éxito solitario sobre los
demás. Es miedo, solamente miedo inducido por fulanos que tienen todo para
perder.
Porque fíjese lo curioso de la situación...
Uno no puede decir que estas cosas aparecieron ahora, tal vez estuvieron
siempre, pero se manifiestan cuando se desarrolla un proceso popular, eso que
la docta ignorancia nombra como "populismo", cuando se explicitan
derechos y se resalta lo injusto para comenzar a remediarlo. Cuando se
reconstruye algo que se había destruido; cuando se redime. Cuando se libera. El
error es equiparar esos tiempos solamente con un mayor acceso al consumo
-imprescindible para pasar a temas más densos, desde ya- y se deja de lado la
escala de valores con los que se construye una comunidad organizada. Es ahí
cuando el Poder reacciona, son sus giles y nosotros no se los vamos a sacar.
Habrá que
retomar, o habrá que empezar de nuevo. Porfiadamente, siempre. No está en
nosotros rendirnos ante la mediocridad de la derecha ni existe un lugar en el
cual uno pueda desentenderse.
Porque este
es el tema con la Patria, no queremos ver la bandera flameando sobre sus
ruinas. Ni ahora, ni nunca.
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