A catorce día de asumido, el Presidente firmó un decreto
ordenando a los nuevos responsables de la Administración Pública la revisión de
los contratados en empleos estatales o que hubieren concursado en los últimos
tres años. Se pensaba (una terrible ingenuidad) que se haría una especie de
“auditoría”, una cuestión hasta lógica desde que se producía un cambio total de
elenco gubernamental por una coalición política de distinto signo que el
gobierno anterior. Eso implicaba suponer que estarían bajo la lupa los
“empleos” sospechados de encubrir algún desliz administrativo, es decir, esa
forma tan curiosa de bancar la política con dineros públicos (y no con dineros
empresariales y/o extranjeros, como algunos creen que es lo correcto). Es
decir, buscando gente que consta en un listado y labura en otro lado o no
trabaja, gente que atiende un local partidario, gente que hace “comparsa” en
actos. Esas cosas. Y por ahí, también se filtraba un tanto de persecución a los
vencidos, un poco de revanchismo altanerizado por ser la primera vez que la
derecha llegaba con votos.
No fue así, en lo más mínimo. Se le dijo (y se le seguirá
diciendo) a la sociedad que el Estado estaba lleno de ñoquis, que el déficit
fiscal tenía que ver con la enorme contratación de gente adicta al gobierno
saliente y más precisamente a miembros de La Cámpora, esa maldita agrupación
seguidora impenitente de la ex
presidenta Cristina F. de Kirchner. Entonces, barremos sin esperar
informes de consultoras, sin atenernos a nada más que el afán de tirar todo por
la ventana. Desguazar el Estado administrado por el kirchnerismo, lamentando
los límites que impone una democracia que se puede torcer pero no violar
sistemáticamente (o si, como es el caso), lamentando que esto no sea el 16 de
setiembre de 1955. Lo hicieron como los tremendos gorilas que son.
Tras la “excusa ñoqui”, lo que hay en concreto es la
destrucción de las políticas sociales del Estado, de las políticas concretas de
control del Estado. Si la idea es achicar el mercado interno, dar vía libre a
las empresas patrocinantes, endeudarse con “el mundo”, ¿de qué serviría un
Estado armado como el kirchnerista?… más bien molesta, si no como impedimento del
desguace (en algún caso, si) al menos como un testigo inconveniente al que hay
que silenciar.
La derecha siempre viene al saqueo; son los boludos los que
asaltan supermercados para tomarse el yogur o distraerse un plasma. El saqueo
es como la historia argentina de la generación del Ochenta (flor de corrupta) y
la Década Infame (jardines colgantes de corrupción). La deshonestidad medida en
teras es de derecha. Nacieron, crecieron y se desarrollaron como ladrones.
Veinticinco mil estatales en la calle, de los cuales se pudo
reinstalar apenas a cinco mil. Veinticinco mil más para fines de marzo. Los
planes de exterminio del Estado Social. Y los exterminadores en sus puestos
para llevar a cabo la tarea. En el medio las historias mínimas, familiares,
sensibleras. Pibes que laburaban en un puesto estatal (algunos concursados),
que cumplían horario, que le ponían las ganas al trabajo, que trabajaban. Que
crecieron y formaron pareja, algunos con chicos ya. A la mierda. Otros, de
largos años de contrato en el Estado, porque el Estado es así de hijo de puta y
la administración kirchnerista (la nuestra) tampoco es que hizo demasiado para
mejorar la situación del laburo precarizado del Estado, dígase claramente. Contratados
de años, decía, que accedieron al bendito concurso de una vez, y a la mierda
porque el concurso es K.
Sobra tilinguería en este gobierno. Sobra turréz. Allí están
con cara de comulgar recién, o de volver de una fiesta cool y te bajan cifras
de la necesaria “modernización”, achicamiento, refuncionalización y todas esas
palabras que se usan para sacarle el trabajo a la gente.
Y hay que hacerlo rápido. Porque ahora está todo fresco, la
sociedad (o gran parte de ella) mira para otro lado como ese perro del bote. Y
van quedando claras algunas cosas…
La primera: la Asociación de Trabajadores del Estado ha sido
el primer sindicato en hacerle un paro nacional con movilizaciones (en plural)
al gobierno liberal. Es así, y quedará para la historia grande o chica.
La segunda: UPCN no se ha mostrado muy defensor del puesto
de trabajo empleado del Estado en esta crucial oportunidad, más bien su
dirigencia espera que alguien haga algo. Por suerte sus bases y dirigentes
intermedios, no. Muchos de ellos acompañaron el reclamo.
La tercera: ATE ha sabido congregar en torno al gremio a
ambas CTA (también la de la tía Michelli tras su furia sojera) y a una
variopinta estela de movimientos sociales. El caso de la TUPAC con el escabroso
tema de la libertad de Milagro Sala (presa política del gobierno de Cambiemos),
es todo un símbolo.
La cuarta: ATE ha logrado ser un eje convocante para
sectores del gremialismo enrolado en las CGT, de mucha base también. De muchos otros
que no tenían cauce ni gremio tampoco. Ha logrado convocar también a los
cultores del voto en blanco, que parecen haber descubierto ahora que no todos
eran lo mismo.
El Gobierno debe tomar nota de este paro y movilización. El
paro seguramente debe haber sido desparejo, como desparejas son las situaciones
lugar por lugar. Igualmente, se han sentido sus efectos. Más aún debe tomar
nota de las movilizaciones que también tuvieron un carácter nacional. Se movió
gente en Córdoba, Mendoza, Salta, Neuquén, Chaco, Tucumán, Jujuy, Río Negro,
Catamarca, Entre Ríos, y seguramente provincias y lugares que no estoy
mencionando. Es un dato objetivo a tener muy en cuenta: carácter nacional y
masivo. Eso quiere decir que pueden existir ejes de aglutinamiento y esa tarea
siempre la cumplieron bien los sindicatos.
Quién lo hubiera dicho… ATE más allá de las declamaciones,
era un sindicato con divisiones profundas, pedorradas, nuevas burocracias,
actitudes progres hasta la exageración, hasta estupidez. Pero también capacidad
de recuperación, cuadros con las ideas un poco más claras, espíritu de lucha y
algo de la mística que quedó de los noventas. La convocatoria partió de la felizmente
recuperada ATE Capital y se extiendió. Por suerte, es bueno tener a todos los
dirigentes a la cabeza, jamás hay que renegar de la consigna imprescindible de
la unidad. Y no porque uno sea un apóstol, sino porque uno no es así de boludo.
Los sindicatos sin unidad no sirven para una mierda.
Y termino. Siguiendo en progresión las medidas que va tomando
el Gobierno y sus efectos en el corto plazo (ni hablar del mediano), es de
pensar que la cosa se va a poner tensa. Y si en febrero te salió el primer
sindicato y resultó esta jornada de lucha… Este es el piso, el humor de la
gente no tiene techo y eso está claro en la historia argentina reciente (de
poco antes de los doce años que muchos tratan de olvidar y desmentir).
Más allá de cómo siga la cosa, le cabe a ATE el honor de
haber sido el que picó en punta, el que interpretó bien a la base, el que estuvo
como había que estar y cuando había que estar. No es poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario