A nadie le gusta que lo consideren un estúpido. Imagino que
debe ser irritante que venga un fulano (uno, por ejemplo) y le demuestre con
argumentos y datos que lo que piensa es una verdadera pelotudez. Si, si, que lo
engañaron como a un chico; que se creyó todo, pero todo todo. Y que el fulano
que lo mortifica con su prédica, se lo había dicho una y otra vez. En fin, es
la vida…
Ahora bien. ¿A quién le importa ganar una discusión, si el
tipo este va a votar como votó? A mí, desde ya que no. Porque estos individuos
se arremolinan en su convicción, se atercan más y más y finalmente, se les
forma una masa dura en la sesera como para no escucharnos más. Y no nos
escuchan, aparte de no creernos.
Claro que estoy hablando de esa gente que podría habernos
votado y ya no (que tal vez nos votó en el 2011). A los enojados, a los
escuchadores de relatos hegemónicos, a los repetidores de noticias no
chequeadas, a los viajadores del globo mediático sin confirmación. A los que
responderían “lo dijeron en la tele; lo leí en el diario”, agregando sin
decirlo “entonces seguro que es verdad”. Importa muy poco que hayan escuchado
que las imágenes se trucan, que las noticias pueden ser mentiras, importa un
bledo eso llamado “mirada crítica” o también eso llamado “inteligencia”, que
consiste en someter razonamientos a leyes de lógica formal mínimamente, leer
varias versiones de la cosa y entender que hay tantos puntos de vista como
intereses a defender… y que uno, uno debe tener opinión fundada en el
conocimiento y el análisis, templados ambos en el debate. Eso que hace doler la
cabeza o incita al bostezo al principio, tiene que ver con evolucionar y ser un
ser más pensante que antes de iniciar el proceso.
No estoy hablando, entonces, de aquel/aquellos que tenían
una posición “anti” desde el vamos. Radicales que asumieron el gorilismo desde
temprano, guardan un considerable resentimiento, y festejan la caída de
cualquier peronismo y si es por las urnas, mejor. O el anti política y
pronegocio, el garca, el que se salva solo pisando las cabezas de los giles que
no son tan vivos como él.
No hablo del militante de derecha, ni tampoco de los buenos
y buenas señoras de convencida derecha. Estoy hablando del gran resto.
De esos, a algunos no les llegamos nunca y por alguna razón
nos tuvieron tirria desde siempre. Las cosas no hicieron más que corroborar que
estaban en lo cierto. Para ellos, tal vez el tema de la corrupción sea el más
importante. Uno no va a entender nunca (y es una lástima, porque hace falta
entender) cómo es posible que mucha gente considere que los gobiernos
kirchneristas han sido más corruptos que el menemismo… ¿Cómo hacen para
minimizar el descomunal negocio de la deuda, de la venta del patrimonio
estatal? No sé, pero a muchos los convencieron. ¿Es que Lanata, Magneto y Durán
Barba son tan geniales? ¿Será que nosotros somos tan pelotudos? La realidad no
suele ser tan binaria…
Solemos apelar al raciocinio, a la comprensión; queremos
explicar como lo hacía la Señora en las Cadenas (las que nosotros aplaudíamos y
muchos no soportaban). Es lógico, somos gente que necesita entender para ir a
la acción. Y me paro acá para matizar un poco el párrafo. ¿Habemus cabeza de
termo que lo subís a un micro con una banderita? Seguro que sí. Y me consta que
no son mayoría ni mucho menos en cualesquiera de nuestras movilizaciones. Recuerdo
los famosos primeros de marzo cuando la gente bajo el solazo cruel en la Plaza
de los dos Congresos, se quedaba como lagartijas escuchando a Cristina. Eso no
lo logra un billete ni un chori, se trata de algo más. También tenemos
compañeros blanquinegros, a todo o nada, es esto o lo contrario, gente
maniqueísta y con una simpleza de pensamiento abrumador. ¿La ventaja? Están de
este lado, no encuentro otra.
Esta gente de la que venimos hablando tiene otra forma de
percibir las cosas. Parece ser que necesitan certezas y no argumentos. Ver y no
tocar, creer en lo que de alguna manera ya creían. Y allí está el problema…
creo que ratifican en nuestro discurso y nuestra actitud las cosas que les
hacían sospechar desde el pesado toldo mediático. Nosotros éramos los malos de
entrada, sólo había que comprobarlo una y otra vez.
Recibían aumentos de salario, subsidios, servicios, un
sinnúmero de cosas que irán(iremos) perdiendo. Pero seguramente era nada al
lado de la que se llevaba el Gobierno, y el kirchnerismo en general. No hay con
qué darles, no les entra un argumento.
Encima repiten cosas que son tentadoras. Un coso va y te
dice “en este Gobierno hay toda gente nueva”. Cómo le decís lo de Prat Gay, por
nombrar uno. Cada uno tiene antecedentes y estuvo en la función pública no una
sino muchas veces, pero ellos no se acuerdan o nunca lo supieron. Y si se los
recordas (la figura es esa, no es que uno piense que no tenían ni idea), ahí se
te ofenden, como que los tratás de salames. Bueno.
Es una cuestión imposible, reitero la idea porque es
pertinaz, sacarles de la cabeza el tema de la corrupción. Lo traigo de nuevo
porque me parece que hay que hilar un poco más fino. En el caso de los que
piensan (convencidamente) que "son todos chorros" los políticos,
difícilmente se les ocurra que pueden serlo también empresarios, sacerdotes,
titulares de oenegés, a menos que el nihilismo anarco sin utopía que subyace en
ellos supere esos límites de urbanidad burguesa. Además, está la cuestión del
Estado. Hay prejuicios muy difundidos y muy burgueses (históricamente
burgueses) de cuando se planteó la sociedad civil como distinta y contraria al
Estado (monárquico, aristocrático); ese Estado condicionaba el desarrollo del
mercado con trabas impositivas, aduaneras, con tasas de todo tipo. Un verdadero
esquilmador del esfuerzo ajeno. Y si bien alguna vez y en Europa esta postal
pudo ser veraz, no lo ha sido tan así por estas tierras. Hay una larga
precedencia de concepciones subconscientes que remedan percepciones de otras
épocas y sociedades. La desconfianza hacia el Estado (y sus administradores,
los políticos) sin duda encuentra base en las múltiples trastadas que se han
hecho en la Argentina. Es cierto, salvo que ocurrió en períodos en los que
justamente no gobernaban ni Néstor ni Cristina Kirchner. Al contrario, el
Estado de estos últimos años políticos practicó la inclusión social y duplicó
el número de los sectores medios. Cosas que tienen que ver con el trabajo, los
derechos, el mercado interno y el consumo.
En el medio se cometieron errores, pero no fueron por los
que se trata de justificar un voto a Cambiemos. Pero no se gaste, es inútil.
Cada argumento que usté intente desarrollar será interrumpido con un airado
"entonces yo soy un estúpido, es lo que me querés decir". Sería mejor
a veces decirles que sí, que es lo que uno piensa. Y sabemos también que así no
llegamos a nada.
Por un tiempo habrá que moderar el discurso. Quiero decir,
no llevarlos por delante todo el tiempo. Dejar que saquen las conclusiones que
deban sacar, sin correrse de su lado como un copiloto molesto y no elegido.
Decir alguna cosa, callar muchas. Tampoco pintar un panorama aterrador, aunque
usté piense que es precisamente lo que va a ocurrir. Mire, si no ocurre inmediatamente,
al día siguiente a ser vaticinado, le dirán que usté es un alarmista o que
sangra por la herida. Y se generará una nueva discusión en la que
indefectiblemente el tipo se sentida tratado como un estúpido. Yo no le digo
que se calle, mucho menos que no salgamos a defender lo que hay que defender.
Pero todo en su medida y armoniosamente.
El camino con esta parte del pueblo (porque de eso se trata
y ya le dije antes qué parte) va a ser arduo y cuesta arriba. Demandará de una
paciencia oriental y una templanza de santos... Si, lo entiendo, usté los
mandaría a la concha de la lora. Y bueno, a veces no está mal ser absolutamente
sincero. Humaniza, siempre y cuando se pueda volver. La tarea militante no es
solamente cuando nos juntamos en alguna plaza, cuando organizamos cosas y
movidas, es también este fulano a fulano que tanto nos irrita a veces y desmoraliza cuando las cosas salen como
salen.
Sabemos que muchos de estos tipos van a darse cuenta, tarde,
pero darse cuenta de que tal vez no estuvieron tan bien votando como lo
hicieron. Algunos en un colmo de honestidad lo reconocerán, otros dirán que no
lo votaron, otros más le echarán la culpa a cualquiera con tal de no
confrontarse con ellos mismos.
La gente es así. También es como uno, como nosotros, pero
resulta que llegamos nomás al 49, entonces... Por un tiempo, la culpa de todo
la tendrá el Gobierno anterior; la victoria de Cambiemos será la prueba de
verdad de cuanta barbaridad se haya propalado contra el kirchnerismo. Y a
medida que la cosas vaya poniéndose complicada, es posible también que suba la
porfía. Porque a nadie le gusta que lo consideren un estúpido. Y mucho menos,
saber que se ha sido un estúpido.
Entonces, cuente hasta donde le den los números, un poco más
de paciencia y vuelva a intentarlo, a repetir todo más calmo y sin pretender
ganarle. Haga sus críticas generales, plantee las dudas que tuvo en cada
momento (si hay confianza), hágalo mínimamente porque tampoco es cuestión de
dar pasto a las fieras. Humanícese, que lo vean con el fulano que es y no uno
con una pechera. Comprenda y sea duro también, porque siempre es importante ver
a alguien con ideas claras. Diga si se equivocó, no le escape al asunto. Y haga
todo esto cuando lo pueda soportar, pero fíjese que si le dura demasiado, será
difícil hablar con esta gente cabezona.
Piénselo... no son traidores a la Patria, tal vez sean medio
estúpidos.
La tarea militante es lograr que este pueblito adolescente, infantil, llegue a la mayoría de edad. La cosa se va a pudrir más temprano que tarde, y estos tipos no se van a hacer cargo de lo que hicieron. Porque son políticamente adolescentes.
ResponderEliminarLa tarea no era solo implementar políticas públicas, era transformar al hombre y a la mujer argentinos. Politizarlos, emanciparlos. Fallamos escandalosamente.
El camino es tragarse el odio que produce lidiar con tamaños imbéciles y salir a evangelizar, con calma y paciencia. Nuestra ventaja es que la realidad misma nos jugará a favor. El descontento irá sin dudas en aumento y ese es terreno fértil para ganar adeptos.
Muy civilizada la técnica, ¿pero nos quedará país para cuando logremos explicar a esas pobres gentes que se equivocaron? No estamos en campaña electoral ni somos miembros de alguna secta religiosa. Además, los tontos nunca dejan de ser tontos. Es un hecho comprobado. Y buena parte de los que con su voto llevaron el país al abismo son tontos inquebrantables.
ResponderEliminarExcelente!. Lo voy a llevar a la practica. Si puedo. Es que estoy rodeado.
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