Llevo de oficialista poco más de los últimos doce años. El
poco más vendrían a ser los tres meses de Cámpora, el difícil año de un Perón
monumental que hacia el final volvió a reinventarse y pasó de nuestra historia
a la Historia. En fin, en esa época aún no votaba.
Pueden pasar como oficialismo también otros tres meses de
Ménem hasta la irrupción de los grandes empresarios y la cachetada de los
Alsogaray boys&girls. Y en tren de contar miserias, unos seis meses de
Alianza por qué no, hasta el leve e inconsecuente portazo del Chacho. Acá está
todo a la vista, señores, pasen y vean.
El gran resto de la vida política de uno (imagino que de
unos cuantos) ha transcurrido en la oposición. Clandestina a veces, abierta,
silenciada de muchas maneras, pero oposición. No sería de extrañar que ahora
uno vuelva a ser eso, salvo que estos doce años pasaron y pesaron, cambiaron
hábitos y costumbres, se articularon mucho más que un tiempo transcurrido.
Parece más y parece también que oficialista uno hubiera sido siempre. Entonces,
el llano desgarra aún más y gravita enormemente en el ánimo.
A no enloquecer. No del todo, por decir un algo. Somos
opositores, allí nos puso el electorado que ganó. Claramente, hay un
oficialismo con el cual no compartimos visión, historia, objetivos, métodos,
imaginario ni proyección de futuro. Incómodamente, tenemos que compartir el
país. No somos un “equipo”, las diferencias no se han borrado, importa poco que
graciosos sin gracia y con culpas hablen de “la grieta” o pavadas por el estilo
para encubrir toda una historia en la que proyectos de país se han enfrentado y
confrontado permanentemente.
A ver, ¿qué tenemos? Un bloque de Senadores y de Diputados
que se han expresado con absoluta claridad sobre el hecho de ser oposición. No
poner palos en la rueda, no significa claudicar en la defensa de los principios
y políticas concretas de estos años, dijeron palabra más palabra menos.
Intendentes que con Ferraresi como portavoz han dejado el concepto bien en
claro en presencia de la Gobernadora de Buenos Aires. Un ex candidato a
Presidente que sostiene lo que pregonó en la campaña (y que fue lo que votaron
algo más de doce millones de argentinos).
Un montón de gente se reconoce como oposición. Es un hecho
de mayor magnitud -no de mayor importancia- que la de definir rápidamente
cuáles vendrían a ser los límites y la Conducción de la oposición. Y aquí
vuelven a aparecer los apresurados y sus gemelos, los retardatarios.
Unos pretenden imponer sin discusión alguna a Cristina como
única conducción, otros prefieren ignorarla, y de ser posible, retirarla de la
política. El tema tiene que ver, sin duda, con la confrontación entre
“kirchnerismo” contra “pejotismo”. En primer término se podría decir que es una
falsa opción, muy a gusto de los enemigos del movimiento nacional y popular. Un
gran favor al poder real que usando la herramienta llamada “Cambiemos” se ha
hecho también con el poder político.
En segundo lugar, separemos los términos y veamos. El
“kirchnerismo” efectivamente es más grande que el peronismo. Trasciende sus
fronteras y lo complementa, aún con fulanos que no son peronistas. Es
claramente la construcción de un peronismo frentista (como lo era Perón) que
ocurrió en esta época. El PJ ha podido ser el eje vertebrador y reaseguro final
de una coalición versátil, heterogénea, movilizada y movilizadora, como nunca
ocurrió en la historia argentina. El kirchnerismo ha demostrado ser algo más
que la suma de sus agrupamientos políticos constituyentes, y de allí su dinamismo
(algo que los peronistas practicamos desde adentro en una manera movimientista
de vivir la política).
Ahora bien, “pejotismo” es una descalificación y como tal
fue usada para hablar de esa maquinaria política que se había entregado al
neoliberalismo. Es una terminología histórica y no debería ser utilizada
indiscriminadamente y mucho menos como un sinónimo de Partido Justicialista.
Ofende.
Hay ejemplos a tener en cuenta. Podría hablar de situaciones
provinciales donde el PJ tiene peso y es una realidad militante, pero no voy a
meterme en cuestiones que no manejo aunque conozco. Parémonos entonces en La
Matanza, el lugar desde el que comenzamos a volver según palabra de la
Intendenta Verónica Magario. Ese PJ, con Espinoza al frente, tradicional y blabláblá,
supo enhebrar una síntesis de todos estos años, hablando de peronismo. Así, el
ex secretario de Salud bonaerense, Alejandro Collia, es secretario de Salud
local; el ex diputado nacional y ex secretario de Política Económica y
Planificación del Desarrollo Nacional, Roberto Feletti, quedó al frente de la
secretaría de Economía y Hacienda; la ex ministra de Industria Nacional, Débora
Giorgi, está a cargo de la secretaría de Producción; el jefe de gabinete es
Alejandro “Topo” Rodríguez, ex ministro bonaerense de Asuntos Agrarios; la
cartera de Educación quedó a cargo de la pedagoga y ex directora del Programa
Conectar Igualdad, Silvina Gvirtz. Algunos nombres, múltiples procedencias
representativas del peronismo y el kirchnerismo (peronista).
Ahora bien, “pejotismo” es
una descalificación y como tal fue usada para hablar de esa maquinaria política
que se había entregado al neoliberalismo. Es una terminología histórica y no
debería ser utilizada indiscriminadamente y mucho menos como un sinónimo de
Partido Justicialista. Ofende.
Hay ejemplos a tener en
cuenta. Podría hablar de situaciones provinciales donde el PJ tiene peso y es
una realidad militante, pero no voy a meterme en cuestiones que no manejo
aunque conozco. Parémonos entonces en La Matanza, el lugar desde el que
comenzamos a volver según palabra de la Intendenta Verónica Magario. Ese PJ,
con Espinoza al frente, tradicional y blabláblá, supo enhebrar una síntesis de
todos estos años, hablando de peronismo. Así, el ex secretario de Salud
bonaerense, Alejandro Collia, es secretario de Salud local; el ex diputado
nacional y ex secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo
Nacional, Roberto Feletti, quedó al frente de la secretaría de Economía y
Hacienda; la ex ministra de Industria Nacional, Débora Giorgi, está a cargo de
la secretaría de Producción; el jefe de gabinete es Alejandro “Topo” Rodríguez,
ex ministro bonaerense de Asuntos Agrarios; la cartera de Educación quedó a
cargo de la pedagoga y ex directora del Programa Conectar Igualdad, Silvina
Gvirtz. Algunos nombres, múltiples procedencias representativas del peronismo y
el kirchnerismo (peronista).
Hay tiempos para plasmar una
Conducción, lo que no quiere decir que no exista ninguna endemientras. Vamos
viendo. Lo importante es estar atentos y con esa capacidad de movilización que
se demostró desde el 9 de diciembre (en esa monumental despedida de Cristina)
hasta aquí. Cada uno va cumpliendo su papel y bien. La destemplanza y la
discusión ilimitada es una cagada, sin más, cosas aptas para insomnes y gente
que no tiene una alegría muy a menudo…
Hay una gran responsabilidad
frente a esos votantes que perdimos la elección. Hay que resistir… puede ser
(aunque no me gusta el término, lo tengo reservado para algo que ocurrió tras
el golpe de la Fusiladora). Hay que defender lo conquistado en estos años,
ciertamente. Hay que impedir que hagan mierda el país, en todo lo que se pueda.
Pero hay también que construir la alternativa para las parlamentarias de 2017 y
pensar en las presidenciales de 2019. Hay gente que espera eso de todos
nosotros porque han decidido ir con nosotros aún pegándose unos golpes en la
refalada.
Viendo estas cosas, sin ir a
la carrera y quedar solo punteando ni tomando tantas precauciones que se
termine a salvo pero fuera de la pista, tenemos que ir construyendo en la
práctica eso de que “a volver, vamos a volver”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario