Kirner. Kirtner. Kirch-ner (con un afectado esfuerzo sílaba
por sílaba). Kisner o Kísne…(la ere final aspirada, deglutida
inadvertidamente). Difícil de pronunciar, difícil de aprender. Fue el primer
problema, desconfianzas aparte sobre el futuro, tan jalonadas por la
experiencia que bueno… Para nosotros, fue el único problema.
Quién hubiera podido pensar que se iba a llevar puestas
todas las banderas; las de todos, aunque de diferentes maneras.
Los estandartes orgullosos –todavía victoriosos- del llamado
“neoliberalismo”, no otra cosa que un viejo Liberalismo de ahora, restaurado,
desmadrado, desideologizado o bien ideologizado (enmascarado), potente,
peligroso, sabedor de los hechizos que habían penetrado como nunca el alma de
buena parte del pueblo. Demonio masacrador, Belcebú deformador con sus legiones
(porque el lema del capitalismo es “somos legión”) haciendo ondear bien alto
las banderolas del mercado sin regulación, del estado sin Estado, de la
iniciativa privada libre y liberada, suelta como un animal hambriento. Sus (can)Cerveros
infundiendo el temor en los pobres de espíritu (esos que tienen poco y creen
que pueden perder mucho), temor a la política, temor a lo público, temor a que
los roben (mientras los roban), temor al miedo, terror a que alguien hable en
voz alta. Las santas banderas del sentido común orientado por la generación del
ochenta, la democracia republicana –sin andar aclarando cuál iba a ser la
calificación esta vez del voto-, los antiguos cómplices de la gran matanza de
la que mejor no hablar. Lo “cívico” que había dejado bajo el foco del escarnio
a lo “militar”…
El se paró sobre esas banderolas sin tirarlas a la basura,
porque tenía que usar algunas y vestir al país muerto de frío, para dar
confianza (para no putearse con todos a la vez). Para construir poder, se dice.
Y porque supo antes que nadie que el ADN argentino tiene algo de derecha, a
esta altura. Las fue tirando, cómo y cuándo pudo. Las fue basureando, cómo y
cuándo pudo. Te fue diciendo que es Estado era nuestro, o había sido. Que era
necesario traerlo de vuelta. Estado amigo, para que seas nuestro abrigo, algo
así. Y él, que no era de nombrarlo demasiado, te hizo sonreir y recordar
“claro, el Estado Peronista”.
Te dijo que la Corte lo extorsionaba. Te dijo que no se la
iba a bancar. Los dejó desnudos por la tele, como hace hoy tineli, pero en
serio. Y La Corte se cortó.
No te repudió la deuda. Sabía que el Congreso de la
democracia la había hecho suya, vaya a saber por qué debilidad, imbecilidad
congénita, pero fue así. No te mintió con el “no pago de la deuda externa”,
para ser felices y que no iba a pasarnos nada. Quiero pagar, dijo. Pero pagar esto
y te la bajó, te la bajó… como que no la iba a pagar así como había quedado
tras sucesiones incontables de saqueo. Te dejó entrever que había choreo. Que
nadie nos prestaba nada ahora que queríamos salir del pozo, porque nos querían
mucho en el pozo. Te mostró las caras monstruosas de los monstruos, que no eran
caretas de carnaval como nos habían dicho, esas eran sus caras. Les hizo unos
bigotes y lentes con la bic negra y te guiñó un ojo (ese que no se le alineaba
nunca).
No te dijo que Menem (no te toques nada asqueroso/a) era un
hijo de puta, eso ya lo sabías. Te dijo cómo y para qué Menem hizo mierda el
Estado que habían construido Perón, Evita y tus abuelos. Y en el peronismo, en
el pejotismo (él decía mucho eso, no se si estaba bien) se armó flor de
quilombo. El peronismo gustó siempre de verse entre los héroes y las víctimas,
no entre los hijos de una gran puta. Pero muchos ahí tenían su domicilio real.
Y ojo que se la pasó reclutando cuadros peronistas de las experiencias
peronistas cercadas, de la de Menem, de la de Duhalde. Algunos le respondieron
vaya a saber si sinceramente, porque bueno, era el nuevo jefe. Algunos de esos con
el tiempo le aprendieron a tener respeto, lo terminaron amando. Entendieron,
aprendieron (lo lloraron). Otros no. Otros se sintieron interpelados, acusados,
señalados y sacaron el disfraz de peronista, el de una ortodoxia tan vieja como
turra, porque fuera de época es turra y recitaron los mantras que jamás
comprendieron ni quisieron aplicar. Falsos, hipócritas, más que traidores.
Después del Flaco, y aún más con la Señora estos
“peronistas” se pusieron imposibles, se sintieron como que les tocaban el culo.
Feo no, con lo sucio que lo tenían. Ahí saltó uno que pudo tener un lugar en la
historia del movimiento obrero, y terminó siendo un forro de la oligarquía. Y
aquel charlatán de feria de los judiciales que hablaba de los derechos humanos…
Con el tiempo llegó Massa, ese buen alumno con la manzana lustrada en la mano
para envenenar a la maestra y llegar a celador. Hagamos un aparte…
Massa aparece de la mano de Adelina, cuando el liberalismo
había decidido prostituirse ya que el peronismo se había hecho fiolo. Y ahí va
él, jóven y promisorio… apadrinado también por uno de esos personajes
incomprensibles y fisurados, el Pato (hola suegro). Por esas putadas y porque
no todo sale bien, se mete en este proyecto y este Proyecto compra, eleva… a
quienes no debe (porque no es el único). Con el asunto de que quería gobernar
Tigre, se va y gana Tigre. Toma la gestión Ubieto –otro caso de enmilicamiento
que la democracia lavó- que le había cambiado la cara al Tigre y lo había
dejado a punto de caramelo para explotarlo con los nuevos ricos que surcaban
las marrones aguas del delta. Delta chic; mucha pero mucha guita. Tigre es
enorme y tiene infinidad de situaciones, pero la hegemónica fue la que Sergio
consiguió popularizar. Todos creen que es esa. Un ejemplo nada más (más allá de
candidaturas y elecciones): se comienza a construir un top y mas hight complejo
habitacional junto al río (como narcoDelta pero mucho más)… al lado de la villa
El Garrote, viejo asentamiento bravo que todavía debe tener (seguro a medio terminar,
no se) el barrio que estaba construyendo Madres (esas locas de Hebe) hasta que
un monje negro decidió nuevamente liquidar a la vieja. Todo un detalle.
Tiene socios y muchos, pero me detengo en uno porque es otro
caso de…no se (digo no se, por no poner de hijodeputa, porque no quiero
bardear). Fernández, pero el traidor, el corneta del multimedios. Alberto. Fue
el único capitalino que el Flaco reconoció (hizo mal porque había otros, o mejor
dicho otra) y mientras el gobierno fue nacional y popular sin cuestionar el
multipoder de las comunicaciones concentradísimas todo fue bien. Pero cuando la
Señora plantó la ley de medios… aunque el quilombo fue antes, discúlpeme usté
el desorden, fue con la 125. Esa ley que inventó un pendejo ruliento (este si que
de peruca no tenía nada) al que se le dieron varias bolsitas de cumpleaños sin
merecerlo. El desbole del campo, cuando se pretendió cobrar algo de la enorme
ganancia sojera. Insolencia que Fernández –el malo- no toleró y corrió a
contárselo a los que lo conchababan de verdad. Tenía que estar en este fresco (que
es más una salpicada contra la pared).
Los hubo que descubrieron que el kirchnerismo no era
peronista. Por muchas razones. Porque era montonero y Perón los había echado de
la plaza. Risas en la tribuna, no da ni para explicar pero algo vamos a decir.
Si uno se fija bien, el programa recuperador de los K (vamos a abreviar) se
parece mucho, pero mucho, a ese que algunos medio puteamos o que nos pareció
poco de puro no cazar nada de política a fuerza de tanta energía pendejeril, el
programa de gobierno del último Perón, el del ’74. Algo así como un pacto
social (que no salió entonces, y le faltaba más de un jugador ahora), paz,
reconstrucción del Estado, apertura comercial más allá de los límites del imperio
norteamericano, integración latinoamericana y con los Países no Alineados.
Trasponga, compañero, haga un esfuerzo y verá las similitudes. Ni que hablar de
las Pautas Programáticas de Campora en el ’73…no llegamos a esas formulaciones.
O sea que tamaña acusación es una buchonada
por derecha hecha por gente de derecha. Digo esto, teniendo en cuenta el
respeto que uno tiene por los compañeros que conformaron la Tendencia y
organizaciones como las FAP, FAR, Montoneros, Descamisados, Peronismo de Base. No
es decir que los K no eran montoneros porque eran buenos (y lo otro era malo),
que quede claro.
Otra descalificación es el tema de la transversalidad; no
son peronistas porque le abren espacio al progresismo, porque relegan al
Justicialismo. Más, Cristina no quiere al PJ. La puta, de dónde carajo salieron
esos dos si no es del peronismo. El Flaco decía (y este escribiente lo escuchó
en persona, una suerte inmensa) que a Perón se lo debe homenajear cuando se
gobierna y no nombrándolo a cada rato. Es Cristina la que se las arregla para
nombrarlo cada vez que puede, con cada medida de gobierno la Mina te va
diciendo la coherencia con las líneas maestras trazadas desde el ’45 y la
nombra mucho más a Evita, la homenajea tratando de ponerse a su sombra enorme,
casi con timidez. Mirá vos. Estos dos lavaron si el peronismo, porque le
sacaron toda la mugre que se le había pegado en el menemismo, toda esa basura
liberal, todo el conservadurismo paternalista del duhaldismo, y se lo mostraron
a los pibes como una camiseta que no daba vergüenza llevar, que daba, que da
mucho orgullo. Eso hicieron desde y por el peronismo. El PJ, bueno, tendrá que
hacer lo suyo, ellos le abrieron futuro al Movimiento como corresponde, como
sabemos que se debe hacer. Habría que preguntarse si todos esos desvergonzados
son todavía peronistas, y ni hablar de los que se juntaron como “pata” para
hacernos una Propuesta Republicana, y cuando hacen la V les sale una L.
El Frente para la Victoria es la expresión electoral del
viejo frente que armaba el peronismo. Una fuerza contundente –aún ahora, tras
tantos años- que se expresa políticamente como Partido Justicialista (al cual
sigue siendo un honor pertenecer) y aglutina –por las políticas nacionales y
populares aplicadas desde el 2003 hasta la fecha- a sectores progresistas,
socialistas, comunistas, humanistas, y otros que los debe haber. A qué tanto
lío y tanta paspadura de orto.
Pero hablábamos de banderas, ahora hablemos entonces del
progresismo. Del otro, ese que no sucumbió… En su momento Lilita le había
exigido a Néstor abandonar el justicialismo para conformar una fuerza de centro izquierda, algo nuevo (sabemos que es
una febril hacedora de partidos, frentes y agrupaciones). El fulano se negó, le
explicó que pensaba pelearla desde su partido y la Líder del progresismo se
enojó para siempre. Con la Señora es pura envidia, no me caben dudas. Al lado
también estaba el nunca reconocido Lula argentino, el inegable Víctor de
Genaro, uno que Néstor convocó primero y tardó mucho, pero mucho, pero mucho en
decidirse (con la Mesa de Enlace tuvo más iniciativa y más velocidad). Eran los
dueños del progresismo tras la debacle del Frente Grande, eran los elegidos de
la Ilustración… Y Néstor los cagó, hizo todo bien y mejor solamente para
hacerlos quedar como unos pelotudos. Seguramente. Entonces, no les quedó más
remedio que ampliar sus alianzas a la derecha. Lilita, porque era en realidad
tan gorila como Rojas y Aramburu, De Genaro porque es un pusilánime (y a esta
altura un mal bicho). Aparecieron algunos socialistas enojados también como si
la barra brava de otro club les hubiera afanado los trapos. La sombra de
Norteamérico Ghioldi ondea fuerte en ese partido más que centenerio (e
ideológicamente milenario). Para más datos el tal Ghioldi, líder de un sector
del socialismo argentino fue funcionario de la dictadura (otro “cívico”),
aunque esa es otra historia.
Ibarra, último tablón flotante del naufragio (el Leonardo
Caprio que llegó a la orilla), tuvo siempre una posición ambivalente, poco
comprensible y ahora, de capa caída (y mejor no hablemos) acompaña, o sea que
nadie le robó las banderas, él se encargó de perderlas. Es por eso que lo dejo
afuera de este relato- análisis, que no es otra cosa que una frondosa puteada
(como siempre).
El kirchnerismo dividió, aglutinó, gobernó (gobierna) y
logró diferenciar a la sociedad política, a la sociedad en general, poniendo
blanco sobre blanco miserias y virtudes. Muchos se pusieron del otro lado de los
márgenes que trazaba y debajo de los puentes que tendía. Muchos no quisieron
estar, otros querían que quedara claro que no tenían nada que ver. Así son los
tiempos de definiciones, así son los tiempos de cambios y de recuperación. Así
fue siempre.
Un periodista, uno que puso la luz de giro hacia Walsh y le
pegó derecho hacia Neustadt y Grondona, dijo hace poco que la oposición, todos
estos de los que venía hablando, no junta ni doscientos gramos de bosta… En un ataque de
furia y como para advertirles que puede que el tan ultrajado kirchnerismo, con
su “relato” y su inmensa corrupción podría no estar acabado, podría tener
muchos más días que los que cuenta el “renovador” Massa. Y sabe que los mejores
días –los de verdad- siempre fueron peronistas.
Ojalá. Más allá de los sinuosos caminos que Dios ponga a
disposición de nuestro libre albedrío, y con todo…
Ojalá no la junten, para que el futuro no sea simplemente
una mierda otra vez.
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