Aceite hirviendo desde las terrazas… dicen que era agua
hirviendo, da lo mismo porque igual no suena muy amigable. Tras cartón
humillación pública del ejército más poderoso del planeta de entonces con
rendición de la espada de Beresford para la posteridad en un enorme cuadro. Y
este día, veinte de noviembre en que se nos dio por “festejar” el día de la
Soberanía… ¿y por qué? Porque a uno se le ocurrió poner cadenas cruzando el río
para que no pasara la escuadra Anglo-Francesa (léase bien, “Anglo” por
Inglaterra, “Francesa” ya sabemos, dos potencias se saludan).
Qué los franceses andaban calientes con la obligación de ser
reclutados para la milicia en el Río de la Plata, que a uno se le ocurrió que
los ríos interiores no son navegables (lo que es una tontera, porque si usté
pone un buque, navega). En vez de estar todos juntos y soñar con el futuro.
Lástima.
Pero veamos quién era ese “uno” al que se le ocurrían estas
cosas. Un dictador sanguinario que defecaba en la República; que se pasaba la
noche en vela en su “palacio de Palermo” haciendo listas negras para que su
policía feroz (la Mazorca) los hiciera puré en los días y noches subsiguientes.
Así se cuenta en “Amalia” y no es cuestión de dudar de José Mármol. Un hombre
sin escrúpulos que obligaba a usar una divisa (cinta) punzó (medio rojito),
como un signo cabal del diablo (y de los federales). El mismo que protestaba
desde 1833 porque los ingleses (y dale con los ingleses) habían desembarcado en
las islas Falklands (acá se les dice “Malvinas”) terminando con la patraña de
ese salteador de caminos de dudosa moral conocido como el gaucho Rivero. Si el
Dictador hubiera tenido barcos a disposición imagínese lo que hubiera pasado,
tiemblo en pensar en la idea de “recuperarlas”. Siempre iba a haber un irlandés
traidor y borrachín como (el almirante) Brown para secundar esas ideas
terroristas.
La mal llamada “batalla” de la Vuelta de Obligado se perdió,
los barcos pasaron rompiendo cadenas (ay, como en el Himno), siendo hostigados
permanentemente por un grupito de baterías (cañones) desde la costa y los
gauchos desaliñados y animales que comandaba Lucio Mansilla. Pero pasaron, es
cierto que un tiempo después tuvieron que concordar que en estas tierras de
indiada y salvajes era imposible y se retiraron (por suerte quedaron los
comerciantes). Encima, por la gloriosa “gesta” un tirano prófugo residente en
Europa, un populista irredento -si se toma en cuenta el gobierno cuasi zurdo y
subversivo que hizo en Cuyo- que Mitre intentó lavar más tarde como pudo, le
entrega al Dictador su sable de la “guerra” de la Independencia. Peor, no lo
pudimos hacer.
¡Cuántas oportunidades tiradas a la basura! Tendríamos que
esperar a la Generación del ’80 y hasta la década de los ’90 con un presidente
peronista como Menem para ingresar al Primer Mundo, como nos correspondía.
Al parecer la Soberanía está peleada con el Progreso, es
decir, con ser Primer Mundo. ¿De quién es la culpa? De Perón señor, de Perón.
De cuando los pasillos del Banco Central estaban llenos de lingotes de oro que
no sabían donde mierda meterlos de tantos que había (producto del beneficioso
comercio de las carnes con el Reino Unido, por supuesto). Y no, el tipo ese
viene a gastar plata con los ferrocarriles (pagados muy por encima de su
valor), con la flota mercante (barcos viejos que había por ahí y encima después
tuvo el tupé de fabricarlos), y el gasto social señor, el gasto social que como
todos sabemos es pura y exclusivamente corrupción. Pudimos ser como Australia
pero fuimos la Argentina.
Estas y otras muchas turradas figuran en la caricatura del
discurso que de verdad tiene mucha gente metida en la cabeza. Son pre
pensamientos y cuando uno dice algo así, está sugiriendo que alguienes han
puesto pensamientos pensados en otro lado en el subconsciente. La cultura
hegemónica tiene que ver con delitos plantados en la conciencia. Te los dejaron
ahí y vos crees que son propios o que no
tenés cómo explicarlos. Sería todo un acto de salud que esa gente dijera “no es
lo que parece” e intentara al menos balbucear algo en contra de tantas malas
ideas ajenas.
Uno dice “ajenas” y otro diría que son otras ideas
respetables, como las nuestras. No. La verdad es que no. ¿Y por qué no? Demás
está decir que si usté insiste en un discurso como este, ya han dejado de escucharlo.
Pero bueno, si tal vez pudiera ser menos agresivo de lo que soy yo… Las maneras
hacen al fondo de la cuestión, créame.
No da lo mismo Patria que cualquier patria. Una soberanía
que tiene que ver con el pasado o pensar la Soberanía como cuidar conquistas
sociales, políticas, económicas y pasar a profundizarlas y agrandarlas.
Soberanía viene a ser una idea que se reactualiza constantemente. Nos hicieron
creer que esa palabra tenía que ver solamente con el territorio, y dicho así
suena muy a milico y abre un flanco para que a uno le peguen por izquierda
justamente los defienden ideas de derecha.
Para muchos la Soberanía es una cosa antigua, de los
discursos escolares y que poco o nada tiene que ver con la vida cotidiana. Se
emocionan si con la camiseta en un Mundial o cuando sus hijos izan la bandera,
en alguna catástrofe. Se emocionan… algo se ha aprendido. Tal vez esa emoción
sea lo único que tenemos en contacto, usémoslo.
La Patria es de todos, aún de los que no creen en la patria.
Incluye a los que tampoco quieren a la patria. Y aún más, a muchos que desean
otras patrias. Mire que cosa, en las tres banderas (de Perón) la que toca a la
Soberanía es la que tiene que ver con la Política. Uno hubiera pensado que
sería la Economía. Pero no, porque es la política la que manda ahí. Son
decisiones políticas las que pueden ser soberanas o colonizadas (y los mil
matices que van entre una y otra). Tenemos añales del de segundo término y
algunos años de las primeras, miremos si no cuántos gobiernos populares (y
cuántos años duraron) tuvimos en la bicentenaria historia.
Volvamos al principio. Rosas gobernó duramente, sujetando a
la época. Consolidó la revolución de Mayo en un gobierno fuerte y lo hizo saber
a las potencias (y a toda otra dominación extranjera). La batalla de la Vuelta
de Obligado fue una victoria política y también económica, militarmente
demostró un coraje extraordinario desde una evidente posición de desventaja
técnica. Rosas ganó, la Confederación Argentina también ganó. Desde Europa, un
San Martín viejo y a dos años de la muerte, se dio cuenta, se alegró y lo hizo
público con un gesto enorme. Nada menos que el sable que lo acompañó en la
Guerra de la Independencia, y que jamás se desenvainó para derramar sangre de
hermanos. Un tiempo después, vino un militar que plantó en la conciencia
nacional la realidad efectiva de una Patria Socialmente Justa, Económicamente
Libre y Políticamente Soberana. Tuvieron de enemigos a la oligarquía, a los
comerciantes-contrabandistas de la Buenos Aires Puerto, a las potencias
extranjeras. Son algunos de los hechos de los que hablamos (claro que no todos,
hay más en la historia popular).
Muchos hijos de la Patria pensaron y piensan que el día de
la Soberanía es un feriado que está medio al pedo. Nadie va a andar discutiendo
sentimientos, o hacer un concurso a ver quién ama más a la Patria o quién es
más argentino. No se trata de eso. La Patria significa los fulanos que están
adentro, sus destinos, sus sueños, lo que tienen, lo que les corresponde y cómo
se reparten ganancias y esfuerzos. Cosas
concretas entre los pliegues de una bandera, lo sepas o no.
Y así como la cultura viene a ser eso que te queda cuando te
despojás de todo, la patria es un territorio en el alma. Algo así.
Comienza la Resistencia. Patria o colonia. Luche y vuelve.
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