“La oposición política
ha iniciado una campaña agresiva destinada a deslegitimar la victoria electoral
del Frente para la Victoria y principalmente en los distritos electorales en
donde la diferencia electoral ha sido contundente con el objetivo de afectar la
confianza de la ciudadanía y la credibilidad del sistema democrático.”
Así comienza la declaración del Partido Justicialista* de
hace unos días. Esto que allí se dice es producto de una larga historia…
Se había perfilado ya con la marcha de Blumberg; las velas
pidiendo Seguridad en una verdadera marea capitalina enfrente del Congreso.
Eran los primeros tiempos de Néstor, de una paciente construcción de
legitimidad –impúdicamente negada por una segunda vuelta que no fue- de una
debilidad de la figura presidencial en el país del presidencialismo. Fue la
primera pompa de jabón que flotaba en el aíre con visos de tragedia en varias
marchas, hasta que se fueron desinflando. Porque parece que los “portadores de
la conciencia cívica” no suelen perseverar en sus acciones políticas, sobre
todo si se trata de ganar la calle.
Uno podría decir que un punto de inflexión el conflicto con
“el campo”. Partamos de ahí, cuando una fiebre ruralista atacó a muchísimos
ciudadanos urbanos cuya mayor cercanía con la tierra y su producción eran un
par de macetas medio olvidadas en el balcón de 2x1. Así las cosas vimos plazas
con gente de gesto airado, chacareros flanqueados por Señoras Bien (oligarcas
barriales del subdesarrollo), partiditos de izquierda haciendo de guardia de
corps de dirigentes de la nueva aristocracia sojera de la Mesa de Enlace. Aparecieron
los primeros “andate yegua” y vúlgatas por el estilo. Hasta uno tuvo los
disgustos caseros de enfrentarse con parientes y amigos (algún progre que
apareció con un cartelito de “estamos con el campo” en el parabrisas del auto)
y quedar reducido a la nada, al escarnio. Todo se volvía negro en aquellos
días. Carta Abierta –haciendo sus primeras letras de combate- inventó el
concepto “destituyente” que pegaba bien donde tenía que pegar, pese a su
liviandad.
Después vinieron en paralelo varios casos…
Moreno en el ojo de la tormenta siempre, por su particular
estilo que vieron como “autoritario” (eufemismo que va por “fascista” y que a
su vez va por el eufemismo de fondo por el bárbaro concepto de “peronista”, a
la usanza de la Unión Democrática), perdiendo de vista de qué manera ese Funcionario
les(nos) cuidó los bolsillos durante años, amén de establecer reglas en el país
de “hagamos cualquiera”.
Boudou, claro, Boudou el culpable de todas las iniquidades:
tráfico de influencias, “aprete” a honestos empresarios, apropiación de una
empresa dedicada a la fabricación de dinero. Condenado desde el primer momento,
aún cuando la Justicia no terminó el asunto (pero claro, eso no importa un
carajo).
De Vido, otro condenado al que han dejado un poco ahora pero
que fue una de las primeras obsesiones de la Fiscal de la República Carrió. De
Vido, que según amigos había comprado hasta una pizzería en Miramar para lavar
dinero (porque lo decían los que saben todo y no se veía que fuera mucha gente
al comercio).
Todos grandes chorros, continuadores, pero que digo
continuadores, superadores por varios cuerpos del gobierno del Innombrable.
Porque hay pelotudos que no pueden decir “Menem” (¿son más opositores por eso? y
disculpe compañero si no puede nombrarlo, entienda que no pensaba en usté). Es
decir que el remate y afano de las empresas del Estado, la entrega del país al
imperialismo yanqui y la más tremenda traición al peronismo de Perón, son tres
boludeces al lado de los que hizo el kirchnerismo. Entiendo.
Con la “inseguridad” medio que la cortaron porque, o hay más
seguridad y/o no garpa mediaticamente como antes. Entonces… ¡se sublevó la
Policía! Porque hay que ver lo que ganaban, ellos que exponen su vida. Fiebre
de rebeliones de policías provinciales para fin de año, lindo, dejando ciudades
sin protección y a merced del chorraje que previamente los mismos promotores
convocaban. Hermoso. Fue el quilombo máximo porque me olvidé de los fines de
año en el que todos los pobres tenían un hambre inusitado y trataban de saquear
supermercados. Algo así como reactualizar el 2001 (para provocar el
helicóptero) aunque lo afanado, perdón, saqueado fueran artículos de primera
necesidad como LCD de 32 pulgadas en adelante, cajas de whisky, computadoras y
así.
Renglones aparte merecen los “cacerolazos” cuando se cortó
la compra indiscriminada de dólares o cuándo detuvieron la rerre que la
Presidenta jamás pidió ni quiso (y pensar que algunos idiotas útiles de este
lado aún lo creen). Aún el ucedeísta Massa reclama el liderazgo de la lucha que
dio como resultado que no hubiera reforma de la Constitución, que no podía
haber y nadie intentó hacer. Cacerolazos de gesto airado una vez más, de
ignoradas sirvientas del poder (es genérico humano, no femenino porque la
boludéz no distingue hombres de mujeres), de desagradecidos y contrariados, y
algunos bienintencionados arrastrados por la marejada mientras le pasaban al
lado los gurkas de Biondini y la Pando.
Este año, el último de la saga (al menos de esta que tuvo 3
temporadas de gran éxito) comenzó con la denuncia escandalosa del fiscal
Nisman, esa que afirmaba sin ningún fundamento que la Presidenta y algunos de
sus ministros habían armado una conjura para sacar a Irán del caso AMIA. Y como
todos sabemos, acto seguido Nisman apareció muerto en el baño de su dpto. de
Puerto Madero. Gran conmoción, claro si lo había matado la Presidenta. Y
nuevamente los iracundos en la calle, esta vez de paraguas porque les llovió
tremendamente, siguiendo a unos fiscales de dudosa honestidad y antecedentes. ¡Pero
qué importa!, si todo aquel que se oponga a la dictadura K es automáticamente
un santo, un cruzado de la libertad y la República. Aunque en verdad sea
cualquier cosa.
Hay más, uno no puede acordarse de todo, tenerlo todo
presente. Están las corridas cambiarias, el dólar blue, las mil y un truchadas
financieras… Creo que nunca, salvo quizás el gobierno de Perón, nunca un
gobierno fue tan denostado, insultado, maltratado, acosado, golpeado, operado
como éste. Pero lo insólito, salvo el gobierno de Perón, es que ningún otro se
defendió tan abierta y claramente, no retrocedió, no cedió, no se bajó los
lienzos, y fue resueltamente para adelante subiendo la apuesta ante cada
arremetida.
Ahora es el fraude. Parece que las elecciones argentinas
siempre fueron fraudulentas, y la mejor prueba es que nunca ganó por derecha la
derecha. Le tocó actuar al Grupo de Tareas de la Sala I en lo Contencioso
Administrativo de Tucumán anulando unas elecciones que podrían ser cuestionadas
por temas que no hacen al resultado ni lo desvirtúan. Pero claro, qué importa.
Habrá fraude en Chaco, hubo fraude con cualquier método de votación utilizado
si el ganador es el gobierno (el Frente para la Victoria). Y habrá fraude el 25
de octubre en el caso de que los 10 puntos que saque nuestro candidato Scioli
por encima del conservadorliberal Macri sean 10 y no 15. Forzar una segunda
vuelta de todos contra los corruptos, que somos nosotros, que sos vos que estás
leyendo esto, que es el pueblo peronista y el pueblo que aún no siéndolo banca
absolutamente este proyecto nacional, popular y democrático.
Vuelvo al documento del Partido Justicialista, prestá
atención:
(…) “No cabe la menor
duda de que su fin último es intentar una suerte de voto calificado o que la
gente no vote, porque esa es la única manera en donde pueden evitar una derrota
electoral. Gran parte del arco opositor adhiere a políticas neoliberales que
destruyeron los cimientos del país y durante nuestro triste pasado de
dictaduras militares alimentaron con cuadros políticos los gobiernos
autoritarios.”
“Son los mismos que se
llenan la boca hablando de democracia, de república, de calidad institucional
pero cuando les toca gobernar reprimen al pueblo, cercenan sus derechos,
reducen sus salarios y condenan al pueblo a la frustración y desesperanza.”
(…) “…los partidos políticos, organizaciones
sociales y movimientos sociales que formamos parte del Frente para la Victoria
repudiamos las maniobras de la oposición tendientes a desacreditar los
resultados electorales que constituye el preludio de un golpe de estado si no
son favorecidos por el voto popular.”
(…) “Estaríamos retrocediendo
a las etapas más oscuras de nuestra historia, a las que estamos seguros, la
inmensa mayoría de los argentinos no quiere ni va a volver.”
No quiere ni va a volver. No quiere ni va a volver. Queremos una Patria Justa, Libre y Soberana. Y la vamos a
apoyar con las mayorías en votos, en la calle, siempre. Porque a nosotros nos sacan
solamente por las urnas o a los tiros.
* Documento del Consejo Nacional Federal del Partido
Justicialista; solicitada en Página 12, 14-09-2015, pág. 11.
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