Uno puede seguir pensando que el marxismo es una guía para
la acción –como aconsejaba el mismo Marx-, pero si ha llegado al peronismo se
sobreentiende que el marxismo ha dejado de ser el encuadre filosófico -político
global y excluyente en el que se inscribe el propio pensamiento. Así le ocurrió
al que escribe hace unos cuantos años ya, de ahí lo de “peronismo por opción”.
Eso está claro. Cuando promediando los sesentas y sobre todo
en los setentas se agitó dentro del peronismo el “ni marxistas” como grito de
guerra, varias procesos simultáneos se cruzaban quizá trágicamente… La creencia
de muchos de que un aluvión impensado de jóvenes influidos por doctrinas de
izquierda intentaban copar y desvirtuar la doctrina peronista a la par que
adueñarse de Perón y reinventar una Evita que no les coincidía con la tradición
que habían aprendido. En los sindicatos corrió con toda seguridad esta
divisoria de aguas, y entonces la llamada “ortodoxia” pudo pasar de la
defensiva a la ofensiva.
Por otra parte y más en concreto, el “ni marxistas” sirvió
para una purga fenomenal de toda intención e intento de cambio profundo,
estructural, en vías a la concreción de una sociedad más justa (libre y
soberana). Y la verdad es que el “socialismo nacional” no era otra cosa que
llevar al límite la propia doctrina del General Perón, no tergiversarla. El “ni
marxistas” operó como antesala de la Triple A y los posteriores Grupos de
Tareas de la Dictadura Cívico Militar. Las cosas por su nombre.
Dicho esto, como para que no queden dudas, vamos al otro
término generalmente olvidado.
Las peores infiltraciones sufridas por el movimiento
peronista siempre vinieron de la mano de un incumplido “ni yanquis”. Suponer que esta consigna y su correlato de “combatiendo
al capital” en la marchita, se relacionan al “Braden o Perón” solamente, es
pecar de ingenuo cuanto menos. Y acá suele no haber ingenuos.
El “desarrollismo” que traía la dupla Frondizi-Frigerio
impactó de lleno en el peronismo porque se parecía a una “modernización” de la
doctrina. Se prefirió mirar hacia lo que arrimaba a la independencia económica
(el autoabastecimiento petrolero, por ejemplo), más que los caminos por los que
se proponía lograrla, es decir, con la concurrencia del capital privado (y en
lo real, el capital extranjero). La dirección no la tendría ese Estado
Justicialista edificado en una década atrás. ¿Error de Perón? Claro que no, lo
de Perón fue hacer una alianza electoral para saltar la proscripción y la
barbarie “libertadora” de pretender desaparecer al peronismo. La cuestión
ideológica tuvo que ver con mucho “neoperonismo” o de los que pretendieron “un
peronismo sin Perón”. Que conste que esto no va para cargar las tintas sobre A.
T. Vandor –autor intelectual de tal tropelía-; fue toda una corriente dentro
del movimiento que veía con buenos ojos una solución así del tema. Por esas
grietas se fueron colando ideas que eran ajenas al peronismo.
El otro gran momento de infiltración fue el neoliberal de
los noventas. Al abrazo Menem-Rojas (infamia de la que poco se recuerda) le
siguieron incorporaciones de notorias figuras del partido del capitán-ingeniero
Alsogaray al gabinete y funciones de Estado. Vino la gente, las ideas y las
políticas derivadas. El menemismo es una traición por lo que hizo, pero por su
historia nadie le debería negar su tradición peronista (este fulano no se
atrevería). Las privatizaciones y el famoso “desguace” del Estado significaron
la demolición de ese Estado Justicialista que sobrevivía en doctrina social y
derechos adquiridos. El Estado no estuvo ausente, no se corrió de la escena,
sino que se puso al servicio del poder real, ese que había perdido el poder
político y ni con una dictadura había podido recuperarlo legitimado. Y ojo,
porque la infección produjo mezcla de ADN, lo que significa que nunca vamos a
poder quitarnos algunas ideas de encima.
¿A qué viene todo esto?... ¿una tardía reacción
antimenemista que se parece a un pateando al caído?
Viene a que el “ni yanquis” tiene que tener el mismo valor o
más que el “ni marxistas”. La izquierdización del peronismo es una exageración
si se quiere, pero la yanquinización configura una traición, porque nada tiene
que ver con la doctrina peronista, más bien es su contrario (y su alter ego). Y
estamos en peligro.
Tras doce años de recuperación del peronismo original,
estamos en peligro. El kirchnerismo significó el asentamiento definitivo del
peronismo como valor nacional, ese que es el único que puede gobernar y puede
hacerlo en un sentido de independencia y soberanía. Lo hizo teniendo en cuenta
también lo que decía del ADN, porque comprendió algo de ese neoliberalismo,
para superarlo en la mayoría de los casos.
Muchos que lean esto –o los que lean esto, de no ser muchos-
pueden pensar que el misil que se preparó en los párrafos precedentes tiene un
solo destinatario… Y no. No soy de los que ven a Scioli como un traidor en
busca de una oportunidad, con él el problema puede ser de intensidad, algunas
ideas contrariadas, inconsecuencias, pero nada que lo sitúe afuera de este
proyecto nacional (ya habrá tiempo y necesidad de polemizar todo lo que se
quiera sobre este particular).
Aquí se está hablando de proyectos peligrosos que han tomado
al peronismo como rehén y le pretenden cambiar la bandera, dejándolo como un
waffle de The Embers (vamos probando la antigüedad del lector y denotando la
propia). Barras y Estrellas mimetizadas en banderolas que se ven ondeando real
o secretamente en conglomerados de la costa de Tigre, por ejemplo. Sergio, el
mejor amigo de la Embajada, el que se pasa el 4 de julio brindando. Y su
cohorte de oportunistas, muchos de los cuales ni sueñan con ser peronistas. Y
otros que lo son… como lo son los que le dieron gran parte del aparato del PJ
al ascenso de Macri en la capital.
Entonces, la consigan completa: “ni yanquis, ni marxistas”.
Conozco a muchos ex marxistas que ahora son peronistas de corazón (y al que
mejor conozco es a mi), no quiero yanquis en el movimiento.
El creador de nuestro Movimiento señaló que un peronista debe ser un Predicador, un Realizador y un Agente de Vigilancia.
ResponderEliminarEl kirchnerismo es una nueva fase del peronismo. No se puede hacer un traslado mecánico desde la década del '40 a esta segunda década del siglo XXI tampoco.
ResponderEliminarEl "ni yanquis" sigue siendo vital en esta época, pues mientras exista el imperialismo yanqui es evidente que esa consigna debe sostenerse en pie; ahora el "ni marxistas"...no sé. La URSS ya se derrumbó. Recordemos que esa consigna doble tenía que ver con el contexto de la Guerra Fría. Democracia liberal terrorista vs Estado comunista burocrático terrorista. Dos aberraciones imperialistas. La Tercera Posición entonces, era una vía más que sensata.
Una cosa es la teoría y otra un Estado autodenominado marxista histórico, real. El marxismo como teoría debe sostenerse mientras el capitalismo se sostenga, por el simple hecho de que es una crítica de dicho sistema. Darle la espalda a la teoría es de necios. John William Cooke lo tuvo claro desde el día 1.
Nadie quiere yanquis en el movimiento. Tampoco tibios. Porque los tibios dan náuseas.