jueves, 23 de abril de 2015

¿TAJ HAÍ?



“Con el comienzo del año electoral las acciones políticas de Sergio Massa cayeron en picada. Sus pocos candidatos brillaron por su magra cosecha, en Mendoza se colgó a la candidatura de un radical que lo desairó la misma noche de la elección y en la Ciudad de Buenos Aires su candidato aspira el 1,5% de los votos para superar el umbral de las PASO. El derrape en los comicios aceleró la sangría de dirigentes conurbanos –esta semana se sumó a la defección del cacique de Avellaneda, Baldomero ‘Cacho’ Álvarez- y la persistente presión del establishment para que baje su precandidatura presidencial y compita por la gobernación bonaerense…”

El diario me lo sacó de la boca. Hace un par de días iba a escribir sobre esto y casi iba a decir eso que ahora debo encomillar. También se dice en la nota periodística que el infortunado Sergio formalizaría el próximo 1° de mayo su predisposición a competir en una interna amplia con Macri, Sanz y Carrió. Eso sería distinto que bajarse, pero acepta por omisión el hecho incontrastable de que su candidatura no goza del dorado prestigio que tuviera tras las legislativas del 2013. Y encima es muy posible que se lo rechacen.

La esperanza blanca es Mauricio, es la nave insignia amarilla PRO en la que los medios hegemónicos (eufemismo que vale por la red tentacular y espectacular de Clarín y su socio de Papel Prensa, La Nación) y los poderes concentrados (esos subsidiarios de los fondos buitres y los más tradicionales de la oligarquía financiera local) han puesto sus esperanzas. No Massa; porque aunque Massa se baje o no se baje, ya se cayó.

El intendente de Tigre supo enhebrar una coalición bonaerense de despechados y supo también cubrirlo con un manto de piedad que se llamó “peronismo renovador”. Un peronismo tradicional, pariente pobre de un duhaldismo con más cara de orto que su mentor; y también de un menemismo desarticulado y viejo, cuyo actor principal es el suegro Galmarini. Lindo tren fantasma. Pero con ese mamarracho pudo hablarle al oído a muchos votantes que alguna vez le pusieron el voto al Frente para la Victoria y se enojaron por la guerra rural que vendieron los medios, por el cepo al dólar (esos dólares que se consiguen incluso legalmente, pero que algunos insisten en ven solamente azules), por Ganancias, porque Cristina es soberbia (y es Presidenta). Porque son tremendamente influenciables, asustadizos, y ven demasiada tele. 

Cuando los dirigentes van abandonando el barco, uno que es un buen peronista les debe decir: ¡Bienvenido de vuelta, compañero rata! Que no es cuestión de escupir arriba de un voto, sobre todo cuando nosotros no cambiamos ni una coma y ellos van y vienen. Allá ellos.

Eso con los dirigentes, ¿y con la gente? Massa amenaza a sus ex empleadores con que si se baja esos votos se van con Scioli, que vuelven al kirchnerismo (sé que algunos piensan que el sustantivo propio y el común designan cosas diferentes, cuestión que deberá discutirse en otro momento o en otra nota). Puede tener razón. Nosotros debemos recuperar esos votos, ¿o no?

De todas maneras y más allá de lo que pase, lo que quiero señalar es que ese peronismo de lavandina, ese peronismo que se quiere parecer al PRO con frases fáciles y de aparente sentido común, pura consigna de oenegé, medio boludo, sin riesgos y que sonríe a los poderosos y no entran en contradicción con nadie, ese que no define nada; que ese peronismo, con ser posible, fracasa. Es tan fuerte la historia del peronismo real, que la mascarada con las sobras de la fiesta de los ricos en algún momento se ve como lo que es. Se ve que es nada. 

Y de la nada, nada surge. 

La cita es de “La quimera de la Paso Grande” de Adrián Murano; Tiempo Argentino del jueves 23 de abril de 2015; pág. 28

3 comentarios:

  1. Marquesito. Siempre tan claro!

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  2. che y al final... nos conviene que se desinfle o hay que darle una infladita y que les lime un poquito de porcentaje a Macri y Scioli?
    Guillote

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