La pregunta es: ¿por qué no salen de comprar?
Todos sabemos que esta es una foto de los “saqueos” de diciembre de 2012. Pero primero despejemos un poco la mesa: se llevan “plasmas” (LCD, HD, LED) y no comida (y si buscás, vas a encontrar otras fotos con gente que se lleva comida); están encapuchados, está “armado”, organizado. Si. Hubo instigadores, cómplices y también frustrados beneficiarios (políticos) de una generalización del descontrol que no ocurrió. Hay procesos abiertos con sospechosos, incriminados, detenidos. Muchos irán a juicio en algún momento. Alguno que otro será condenado por robo en poblado y en banda, destrucción de la propiedad, y otras calificaciones que desconozco. Y si, es lógico y licito que la democracia actual se autodefienda, tiene leyes a mano para eso.
Está también eso otro de la “conspiración” que tiene tantos padres y madres como imaginación el opinador (y grado de paranoia). Pero sin exagerar, los rasgos conspirativos fueron a trazo grueso. Cómo para no notarlo. Después valen también las consideraciones de situaciones locales, internas cruzadas, territorializadas, revanchas, vendettas (¿es casual que haya habido muertos en Rosario, epicentro de las denuncias de narcotráfico policial?).
Son todas cosas aparte para quedarme sólo con la cuestión del principio: ¿por qué no salen de comprar?, preguntado en profundidad y sin la respuesta fácil incriminadora que lleva a un calificativo polisémico: porque son lúmpenes. Y “lúmpenes” es también una palabreja de gatillo fácil: dispara al bulto y disipa en el humo de la descarga la responsabilidad colectiva. Oh, oh, qué estamos diciendo… Hagamos un recorrido rápido: lumpen vs trabajador (prolijo, disciplinado, conciente de su rol); lumpen como divorciado de buenas costumbres, familia, sanidad, educación (cultura, sobre todo cultura). Lumpen como inadaptado social. Un candidato a la segregación finalmente aceptada, casi como un acto de justicia o autodefensa (del cuerpo social). Y también es lumpen la mano de obra barata para la desestabilización (como señala el caso). Incorregible, simiesca, drogona. Le cabe todo.
Sin embargo, se puede decir (acorde con los clichés de la época): nadie nace lumpen. Y no, porque producir lumpenaje sale mucha plata y ocupa mucho tiempo.
Es difícil que varias generaciones humildes puedan mantener la coherencia espiritual (y los valores de buena sociedad burguesa y liberal, todo esto dicho sin sorna ni sarcasmo) durante tanto tiempo de desastre. Y en esta frase, dos cosas: hay que hablar de esos tiempos y del desastre.
Los tiempos: me tienta decir que los frutos de la promovida Argentina Peronista se vieron confirmados en la bonanza económica de los trabajadores de los sesentas (políticamente, todo para el carajo), justamente de esos “mejores pagos” que iban a hacer el “Cordobazo” por ejemplo. En los setentas esa sociedad se comenzó a desmontar, a desmembrar, y bien puede incluirse el fenómeno en un río tumultuoso que se llevaba puesta la seguridad social como víctima sacrificial en el altar del mercado neoliberal. Así las cosas, así el mundo (cuanto peor, peor). Golpe, dictadura, democracia vigilada, democracia desfachatada, democracia hipócrita, dosmiluno. Es la secuencia temporal del desastre.
El desastre: agujeros, como en un bombardeo, agujeros que se abrieron y se tragaron las casas, los trabajos, la educación pública, las obras sociales, la “cultura del trabajo”, la vida de miles y miles de fulanos. No era daño colateral, eran los blancos fijos. La teoría del “ejército de reserva” para regular el precio de la fuerza de trabajo se fue a la mierda y se cambió por “población sobrante”. Sobraban, así como había “provincias inviables”.
Claro que no fue como con los desaparecidos. Estos hijos de la desgracia quedaron vivos vagando por los barrios, juntándose alrededor de una birra, sin ver jamás a papá, a mamá y al tío salir a laburar. Peleas, separaciones, vergüenza. Trabajadores humillados que ante el encuestador (por un decir) admitían que eran “amos de casa” porque la patrona había pegado unas horas limpiando casas de familia (no sabían mucho de la cuestión de género, la humillación era tan real, había que verlo en sus ojos).
Por supuesto que muchos, muchísimos la remaron con la dignidad que tal vez les llegó más entera y no se hicieron chorros, ni dilers (se escribe de otra manera pero qué). La inseguridad social apadrinó ejemplarmente la “inseguridad” de la propiedad, sin que esto signifique establecer un causa-consecuencia (pero no boludeemos).
Nadie nace lúmpen, son decisiones políticas tomadas en el más alto nivel lo que produce la lumpenización de la sociedad, la economía y la política. Y acá esto se hizo en muchos años. No se con qué cara de pelotudo se puede creer que vivimos en un país “normal” y quejarse como si de repente la sociedad perfecta que teníamos se hubiera hecho mierda por la “corrupción”, la “violencia” u otras palabras que parecieran tener un sentido explicativo per se. Atrás de cada una de ellas hay relaciones sociales, malas relaciones sociales que cuentan como una parte minoritaria de la población (de aquí y de afuera) se fueron quedando con la vida, el destino y los proyectos del resto.
Y ahora demos otra vuelta de tuerca más a esto. Si los de la foto salieran de comprar lo que llevan en los changuitos querría decir que sus ingresos les permitieron consumir más y consumir otros bienes. Bienes de confort y diversión por ejemplo. Como que más de la mitad de la población se vaya de vacaciones en verano, otro ejemplo. Estar más integrado de alguna manera si, lo que no significa formar parte de algo.
Cuestiones espirituales que dicen que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. Formar parte de la Patria, ser la Patria. Eso es otra cosa. Claro que no se puede hablar de esto, sin arreglar primero lo otro. Panza llena y bolsillo contento dan orejas amables y al poco tiempo, espíritus activos, creativos (y hasta críticos, última de las virtudes y no la primera).
Esa era la promesa de la Argentina Peronista, no otra. Esa era la Revolución Justicialista y no otra. Tendremos que ver cómo vamos y lo que falta, navegando por este río furioso que no nos ha dejado parar a tomar un descanso. Y eso que, mirando a la distancia, estamos tan mejor.
volviste afilado....
ResponderEliminarGuille